Rendijas del subsuelo

Rendijas del subsuelo

Ciertos escritores pretenden “meter” en sus libros trozos de la vida comunal con todo su esplendor y espontaneidad. Quieren que la realidad aparezca, viva y actuante, a los ojos del lector. Deben “meter presa” la vida colectiva y encerrarla entre las tapas de un libro. Insisto en la palabra “meter” porque no se trata de reflejar, como hacen los espejos, una sombra plana de los objetos que les circundan. El escritor aspira a que los hechos, pensamientos y dolores que componen el libro, tengan tres dimensiones, que se perciban la respiración de los personajes y las dudas de los que opinan más enfáticamente.

Los medios audiovisuales de comunicación han “impactado” sobre la literatura, como bólidos sobre la tierra. Las letras ahora tendrán que moverse, sonar, e incluso oler. El escritor contemporáneo se ve empujado a ser “peliculero”, pelicular o “peliculable”. La cinematografía es tanto un bien estético como un lastre artístico. Algunos novelistas escriben pensando en las series de televisión; otros intentan hacer reportajes oblicuos que puedan pasar por documentales. Junto a las burdas trampas de mercadotecnia, van también las legítimas creaciones de verdaderos artistas. Algunas “secuencias” de la vida se entienden mejor desde las ventanas de un tren, consideradas como “tomas cinematográficas”.

“Windows” es el nombre del famoso sistema operativo de computación. Las ventanas son aperturas a la visión de los más diversos paisajes. Los escritores miran el mundo a través de esos huecos o intersticios de iluminación y ventilación. El ordenador y el cine, por su capacidad de conjugar calor, movimiento, sonido, información y mostración, influyen en todos los hombres de hoy, incluyendo poetas y escritores. Y es bueno que así sea, para de paso parodiar el Antiguo Testamento y juntar lo nuevo con lo viejo.

La tierra que pisamos tiene varios subsuelos: el subsuelo geológico, los caminos por donde cursan las cloacas, los ocultos vericuetos de la delincuencia organizada. Pero existen otros mundos mucho más hermosos que los antes mencionados.

Tenemos acceso a ellos por medio de rendijas que no nos dejan ver paisajes enterizos. Los escritores de este tiempo atisban por las fisuras, e integran los trozos que ven en imágenes congruentes. Una tarea a medio camino entre periodismo y literatura.

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