Renovación de la Ciudad Colonial

Renovación de la Ciudad Colonial

La Ciudad Colonial puede ser clasificada de monumental

En ocasión de que se celebraría el quingentésimo aniversario del equivocadamente llamado Descubrimiento de América, por ser la ciudad de Santo Domingo el primer asentamiento europeo permanente en América, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) la declara en el año 1990 Patrimonio de la Humanidad.

La ciudad primada de América en el año 2011 estaba en condiciones precarias y en franco deterioro, por lo cual el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) le otorga un préstamo de US$30 millones, iniciándose un proceso de transformación con la finalidad de que esta primigenia urbe adquiriese el sitial que debe tener reservado en América, por ser la tenedora del primer hospital, primera catedral, primera universidad y la Audiencia Real de la cual dependían las demás colonias. Asimismo, era el puerto de la última recalada que tocaban las naves antes de emprender la entonces peligrosa travesía del océano con destino a España.

Inicialmente se trató del mejoramiento de las calles, adoquinando algunas, soterrando el alumbrado eléctrico y remozando aquellas viviendas centenarias que se encontraban en mal estado. Sin embargo, en esta etapa inicial no se tuvo el cuidado necesario para redescubrir las tuberías encubiertas y el primitivo drenaje de la época, lo que ocasionó que en la calle Arzobispo Meriño, cuando se estaba socavando la esquina formada con la calle Mercedes, se presentó una oquedad que hizo que la pared sur del Hotel Francés se desplomara, lo que trajo también que la estructura sufriera graves daños y mereció la reconstrucción a su estado original.

El Ayuntamiento del Distrito Nacional debe emplear un mayor cuidado en regularizar la zonificación y a la vez ordenar el tránsito vehicular, ya que al carecer la mayoría de las calles de amplias aceras y carecer la zona de estacionamientos públicos, los conductores abusan y estacionan sus vehículos a veces impidiendo el libre tránsito y ocasionando taponamientos innecesarios e imprudentes.

Dentro de los monumentos que caben destacar, se encuentra el Monasterio de San Francisco, imponentes ruinas que una entidad estatal ha querido reedificar, pero de acuerdo con los planos que se presentaron para su ejecución ofertada por una empresa española, el mismo implicaba la construcción de modernas vigas de cemento lo cual desnaturalizaría el monumento.

La Ciudad Colonial puede ser clasificada de monumental. Es impresionante la Plaza Nicolás de Ovando con la casa del Almirante. Las Atarazanas, museo de Las Casas Reales una imponente Torre del Homenaje y múltiples mansiones que no obstante el tiempo transcurrido, lucen imponentes.

Ahora bien, lo que más me impresionó de los hechos acontecidos en esta Ciudad Colonial ha sido la crónica de la desaparición de la urna que contenía los restos de Alonso de Ojeda y su esposa, los cuales habían sido depositados bajo la puerta mayor de la entrada del Monasterio de San Francisco, para que, según su voluntad, fueren pisoteados cuando se penetrara al recinto.

Alonso de Ojeda, junto con Américo Vespucio y Juan de la Cosa, habían hecho un viaje de reconocimiento a la actual Venezuela en mayo de 1499, descubriendo el lago de Maracaibo. En nuestra isla, Ojeda por engañifa de un grillete de oro, esposó a Caonabo el cual después de embarcado en un galeón para España, murió en la travesía.

En honor de Ojeda fue fundada a orillas de este lago en donde se desarrollan los pozos petroleros, la Ciudad Ojeda el 13 de diciembre de 1939. Venezuela, en los tiempos de Ulises Hereaux (Lilís) en 1899, había solicitado al Gobierno dominicano sus restos para erigirle en Maracaibo un monumento como su primer explorador, a lo cual el dictador se negó y fue apoyado por el historiador Emiliano Tejera. Venezuela siguió insistiendo, solicitando sus restos en 1942 y 1949 y Trujillo otro dictador, también se opuso a la entrega de los despojos.

Durante el Gobierno de Luis Herrera Campins, el Gobierno venezolano encomendó al sacerdote español Fernando Campo del Pozo venir a Santo Domingo y llevarse en un osario la cripta en donde reposaban los restos de Ojeda y su esposa Isabel los cuales fueron depositados en la ciudad Ojeda en el año 1982.

No obstante este burdo saqueo, el Gobierno dominicano no interpuso acción alguna y este abominable robo histórico, quedó impune. Al parecer, desde lo ignoto se vengó el valiente caudillo Caonabo.

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