Renovación de las élites políticas

Renovación de las élites políticas

ANTONIO PEÑA MIRABAL
Los tres grandes partidos políticos del país, se encuentran en la actualidad inmersos en el proceso de renovación de sus respectivas elites, lo cual debemos observar con el detenimiento que dicho acontecimiento amerita, ya que el futuro del sistema de partidos depende en gran parte del éxito de dicha renovación.

Este proceso debe llevar a la dirección del PLD, PRD y PRSC, a visionarios políticos, que entiendan los momentos que vive la nación y la falta de credibilidad que en los últimos años ha afectado al país político. Con escasas excepciones, la mayoría de los que integran esas elites, están en política buscando beneficios particulares, desoyendo las preocupaciones de la población, pero sobretodo, actuando con el mayor desparpajo cuando la sociedad le reclama algún derecho. Esa mala práctica que ha generado desconcierto entre los electores, debe ser superada por los que en breve tiempo tendrán la responsabilidad de dirigir las tres grandes fuerzas políticas del país.

La práctica de decir una cosa cuando se está en la oposición y hacer otra cuando se llega al poder, es la responsable de que cada día haya más desconfianza hacia la clase política nacional. La función política de llevar esperanza a la población, ha sido sustituida por el clientelismo político, evitando de esta forma la creación de la conciencia necesaria para superar el estado de situación que motiva a los políticos a hacer uso de esta odiosa y reprobable práctica. Hay que evitar que la mayoría de la población deje de creer en los políticos, porque cuando ese encanto se pierda, y se le empiece a pedir cuentas a los que por muchos años han vivido de engañar a la población, caeremos en un estado de crisis semejante a la que ha azotado en estos días recientes a varios países del continente, que han visto saltar de sus puestos a sus respectivos presidentes electos democráticamente por las mayorías. Es ahí a donde no debemos llegar y par ello hay que empezar a producir los cambios necesarios en esas tres grandes fuerzas, que permitan encauzar la actividad política como medio de satisfacción de las necesidades sociales, y no como el camino para enriquecer a unos cuantos.

Esas tres grandes fuerzas políticas dominicanas fueron regenteadas, en el pasado reciente, por tres grandes líderes políticos que tuvieron en común el desprendimiento hacia pertenencias materiales. Su éxito hay que buscarlo en los principios en que se apoyaron para llevar a cabo su trabajo político. Dieron más importancia a las ideas que al dinero y por eso ejercieron tanta incidencia entre sus seguidores. Trabajaron para ser líderes hasta después de muertos, porque siempre estuvieron por encima de lo pecuniario. El político que sólo busca dinero en la política, corre muchos riesgos de involucrarse en situaciones engorrosas que lo van descalificando ante la sociedad, tanto como político, como persona. Hasta donde es conocido, Bosch, Peña Gómez y Balaguer, no dejaron fortunas cuantiosas acumuladas por medio de la actividad política. Cada uno de ellos en sus respectivas organizaciones, trabajó sin descanso sobre lo que entendían debía ser su partido y el país, y eso era lo que les otorgaba las fuerzas hasta el último momento de sus existencias, para seguir activos en la política.

A los que les toque dirigir en esta nueva etapa de la actividad política nacional, tendrán la responsabilidad de rescatar la credibilidad perdida, potabilizar la clase ante la sociedad, institucionalizar a sus organizaciones, crear un nuevo discurso de esperanza. Tienen la obligación de adecentar el quehacer político nacional, preparando y capacitando a su militancia, creándole conciencia política, para que se deje de percibir esta actividad como un simple mercado de oportunidades económicas. Esta renovación de las elites de las tres principales fuerzas políticas del país, constituye la oportunidad para hacer de ellas verdaderas organizaciones con visión de futuro, que permanezcan en el tiempo y no desaparezcan con al partida de sus principales líderes. Es la oportunidad para ganar el terreno perdido, para relanzar a nuestra clase política. Aprovecharla es la responsabilidad de los que en poco tiempo constituirán las nuevas elites de las tres grandes fuerzas políticas del país.

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