El deterioro económico, político y social dominicano es brutal e inocultable.
Aún cuando pueda exhibirse un crecimiento de la economía que solo beneficia a una minoría de empresarios locales y extranjeros, y a algunos políticos y militares corruptos, mientras cunde el subempleo y el desempleo prevalece en la mayor parte de los sectores.
El secuestro de las instituciones de la justicia, (SCJ, TC, y el TSE), así como el Congreso Nacional, la JCE y las entidades municipales; El Poder Ejecutivo y los Cuerpos Armados están ahítos de ineficiencia, corrupción e impunidad; en tanto la moralidad pública y privada están por los suelos, dentro de una atmósfera de cinismo, hipocresía permisividad y arbitrariedad.
Lo único que puede detener el camino que llevamos a la ruina como nación, es la movilización activa y unitaria de todos los sectores de la sociedad dominicana para hacer un cambio positivo en muchos órdenes.
En esa movilización deben participar hombres y mujeres de todas las edades, sectores sociales y grupos organizados, tanto a nivel nacional como local.
Todos son importantes para esa lucha necesaria: jóvenes, maduros y ancianos. Pero por razones cuantitativas y por tener mayores déficits de inclusión, son los jóvenes quienes deben entregarse con mayor decisión a las tareas de la construcción de un futuro mejor.
Además de ser la mayoría de los ciudadanos del país, muchos jóvenes de sus estratos medios cuentan con la capacidad y diversificación para ayudar a transformar la nación, si los dejan trabajar…
Por supuesto, que los mayores podemos y debemos trabajar también por cambiar el país positivamente, pero somos un número menor y muchos han adquirido ya hábitos caudillistas y de indolencia hacia nuestros males, mientras que entre los jóvenes hay más con las capacidades técnicas para contribuir a solucionar los múltiples problemas que enfrenta la sociedad dominicana. Por tanto, debe superarse la cultura caudillista y de “colmado político” que padecemos, en virtud de la cual un grupito de candidatos y aspirantes a caudillos, y su entorno inmediato, creen que pueden decidir todo sin consultar a los técnicos ni al pueblo en general, sobre los grandes problemas. Los jóvenes y las mujeres se equivocan, pero tienen mayor capacidad de aprender de sus errores.
Los jóvenes pueden estudiar las diferentes variables económicas, sociales y culturales, al igual que son capaces de ubicarse en puestos administrativos, mientras asumen los mayores sacrificios, y pueden aportar más a los cambios; si se asume una estrategia que fortalezca a la economía y al Estado dominicano. Las mujeres también deben jugar un papel fundamental en ese proceso, porque son más de la mitad de la población y están subutilizadas.