ROMA. Luego de llegar conduciendo solo al palacio presidencial, el primer ministro italiano Enrico Letta presentó su renuncia después de ser desplazado en una rebelión en el seno de su partido, pensada para catapultar al joven alcalde de Florencia a la dirección del gobierno.
El presidente Giorgio Napolitano aceptó la renuncia y de inmediato programó consultas con líderes de los partidos políticos para el viernes y sábado.
Después de eso, se espera que pida a Matteo Renzi, líder del Partido Democrático y alcalde de Florencia, tratar de formar un nuevo gobierno.
Renzi, de 39 años, fue arquitecto de la sorpresiva maniobra para desalojar a Letta del cargo de primer ministro acusándolo de no ser capaz de sacar al país de su depresión económica y política.
Letta es el tercer primer ministro que cae en el mismo número de años, en medio de la turbulenta crisis económica y política de Italia. El país está agobiado por el desempleo que afecta hasta a 40% de los jóvenes.
Mientras, Renzi hizo el viernes lo que mejor sabe: ser el popular y aterrizado alcalde que ha usado su estatus de ajeno en el escenario nacional para proyectarse como un respiro de aire fresco para los italianos que están hartos de la egoísta clase política.
El político de 39 años encabezó una ceremonia por el Día de San Valentín en el ayuntamiento de Florencia, donde fueron agasajados florentinos que celebraban 50 años de casados.
El jueves, Renzi ideó una maquiavélica votación de no confianza en el partido contra Letta y lo acusó de no poder sacar a Italia de su abatimiento económico y político. Sin el respaldo de su partido, Letta no tuvo otra opción más que renunciar.
El momento de la salida fue irónico, dadas las estadísticas nacionales que se conocieron el viernes de que la economía creció 0,1% en el cuarto trimestre, el primer número positivo desde mediados de 2011.
El viernes en un mensaje por Twitter al llegar a la oficina del presidente, Letta dijo que dejaba el cargo y agradeció a “todos aquellos que me han ayudado”.
En abril pasado, Napolitano había elegido a Letta con la esperanza de que pudiera sacar las reformas electorales necesarias para hacer a Italia más gobernable.
Esas reformas siguen en la mesa, pero hace poco Renzi se reunió con el ex primer ministro Silvio Berlusconi, que pertenece al partido rival, para buscar su apoyo para una nueva ley electoral que sea capaz de acabar con la parálisis política en el país.