Reparación vías de polos turísticos

Reparación vías de polos turísticos

Ante el rápido deterioro, por descuido de Obras Públicas para atender la urgencia de carreteras en mal estado en las zonas turísticas que provocan continuamente graves accidentes, el gobierno a través de la Secretaría de Turismo decidió abrir un nuevo frente de contratos de grado agrado para ir en el rescate del turismo que estaba afectado por el mal estado de las carreteras de las zonas de Higüey, Samaná y Puerto Plata.

Ahora es Turismo que emprenderá la atención a las carreteras que como las de Bávaro eran una afrenta y una muestra de la indolencia oficial en actividades de mantenimiento que no representan grandes erogaciones. Y es que hacer un bacheo o colocar una capa de asfalto en las vías no representa los cientos de millones de pesos de una obra nueva. Eso no estimula a muchos funcionarios a que piensen en grande por las comisiones que se derivan de los grandes contratos.

Los continuos accidentes en las carreteras y caminos de la provincia de La Altagracia provocaron alarma en el sector turístico privado y en algunos gubernamentales. Mientras se espera que se construya la autopista del Coral, al menos poner en condiciones de tránsito aceptable las vías que existen donde la frecuencia de tragedias supera lo previsible del sistema vial de un país subdesarrollado.

Al menos ya Turismo ha colocado señales de su labor de mantenimiento a las vías turísticas. Lamentablemente era necesario que aumentaran los accidentes y las quejas de los operadores de tours y empresas hoteleras para espabilar a las autoridades que creían que solo con ofrecer sol, arena, blanca, aguas cálidas y hospitalidad se tenían resuelta la afluencia de turistas.

Las autoridades ignoraron por mucho tiempo que el complemento de un turismo exitoso reside en buenas vías de comunicación, suministro seguro de agua y energía y adecuados sistemas de disposiciones final de basura y excretas. Fue necesario que hiciera crisis la economía mundial, que ha hecho resentir la afluencia de turistas, para a la carrera resolver tantas precariedades que afectan no solo la vida de los visitantes, sino la de los nueve y tantos millones de dominicanos que luchan cada día para sobrevivir frente a las fallas, fruto de la corrupción de los políticos, que en su glotonería monetaria dejan poco espacio para que dinero recaudado se destine en su totalidad al bien común.

Ahora es el momento de afianzar el turismo, con la clara visión de que es la espina dorsal de la economía dominicana, mediante una atención no ocasional, como se estila en todo en el país, del estado de las obras de infraestructura sino vigilar, como lo recomendara recientemente un ex ministro español de turismo, para que el país sea, en el Caribe y América Central, el destino preferido de la menguada ola de turistas que todavía viajan en busca del descanso y en donde nuestra hospitalidad, pese al estado de desánimo generalizado, fruto de la inseguridad y pobre oferta de oportunidades de trabajo, todavía se distingue por encima de otras sociedades por esa innata cortesía para con los que nos visitan.

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