Repasando el tema del PRSC

Repasando el tema del PRSC

Abordar el tema del Partido Reformista, cuando se acerca la Asamblea Electora de las nuevas autoridades, no es fácil para una persona que como yo tengo claras mis inclinaciones y al mismo tiempo mantengo el criterio de que aspirar a posiciones de mando internas, es el legítimo derecho que tiene cualquier miembro de ese partido.

La lucha interna dentro del reformismo no es nueva, ni debe extrañar a nadie; las tendencias siempre han existido, los espacios de poder interno son defendidos con vehemencia, porque en ellos están envueltos muchos intereses que sabemos existen y que ocultamos adrede para evitar que trasciendan y perjudiquen muchas de estas aspiraciones.

Los reformistas aspiramos realmente a un partido fuerte, donde los órganos sean funcionales, donde la transparencia pueda traslucirse de manera diáfana sin tapujos. Pero, ¿hemos trabajado con sinceridad en ese sentido? Sabemos que no, aunque prediquemos lo contrario. Años han pasado y el partido sigue utilizándose para la obtención de beneficios personales y prebendas irritantes, sin entender en lo más mínimo a lo institucional.

Hablamos a viva voz de renovación, y nos aferramos con envidiosa particularidad a los espacios exclusivos bloqueando la alternabilidad y lo que es peor el paso a las nuevas generaciones. Abogamos por un partido unido y fustigamos con calumniosas afirmaciones a los que consideramos adversarios.

En la vorágine partidista no cuentan ni lealtades ni agradecimientos la incomprensión y la mediocridad son las marcas que prosperan en la lucha inicua, que nunca tendrá verdadera vocación institucional.

El próximo día 26, los delegados autorizados de la Asamblea Electora se reunirán para decidir la suerte futura del partido. Los que como yo, propiciamos la vía salvadora del consenso, hemos fracasado en el intento de conciliar intereses, que han sido más poderosos que el raciocinio. La suerte está echada. No importa el método de votación que escoja la Asamblea, ganará el que tenga más votos a su favor, y todos sabemos sin engaños hacia dónde se inclina la balanza. Lo que sí podemos asegurar enfáticamente es que los perdedores no aceptarán de buena gana los resultados finales. ¡Ojalá equivocarme! en beneficio de los que verdaderamente les duele el reformismo.

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