Repatriaciones

Repatriaciones

Repetidamente la nación dominicana es impactada por la repatriación de conciudadanos que cumplieron condenas en los Estados Unidos convictos de diversos crímenes, incluyendo asaltos, violaciones y narcotráfico.

Es una especie de contra emigración en cuotas semanales que mañana incluirá, en un solo vuelo especial custodiado por agentes de seguridad norteamericanos, a 95 expresidiarios.

A propósito de estos retornos forzosos siempre ha existido preocupación y cierta sensación de impotencia.

No se cuestiona mucho la facultad de los norteamericanos de decidir quiénes pueden estar o no en su territorio ni la política firme que aplican de extrañar ipso facto a los que cumplen penas.

Se escucha, sin embargo, en este país, el alegato de que los dominicanos que allá delinquen pertenecen también, en gran manera, al mundo a que han estado integrados, interactuando con factores de una criminalidad que tiene sus características de Primer Mundo.

No nos extraña incluso que se sostenga la tesis de que a esos convictos no se les puede considerar exportadores de conductas al emigrar sino adquirientes de modelos delictivos presentes en el medio en que han vivido estos años.

En sentido general, las repatriaciones pueden ser causa de tensión y es lógico llegar a la conclusión de que con cada oleada de individuos procedentes de las cárceles de EUA crecen los riesgos para la sociedad en función del porcentaje de habitantes con antecedentes criminales.

[b]II[/b]

Se tiende a suponer que el crimen alcanza en Estados Unidos unos niveles y complejidades necesariamente mayores a los que se dan localmente. Muchas veces en el cine, y otros medios, aparecen con signos de hazaña los más diversos actos contra la propiedad y la vida en los Estados Unidos.

Con todo, más de un jefe policial o autoridad judicial dominicanos ha dicho categóricamente que no existe relación entre el auge de las acciones criminales y las repatriaciones. La opinión pública no recibe informaciones periódicas que involucren a esos expresidiarios en actos delictivos. Tampoco se conoce que los nombres de muchos repatriados figuren en la lista de los más buscados por la Policía.

El efecto de las repatriaciones sobre esta ciudadanía debe ser objeto de estudio, y es bueno que se sepa que también existe preocupación por conocer la forma en que esos repatriados tratan de insertarse By en qué proporción lo logran- a la vida productiva y ordenada de este, su país de origen.

Aun aceptados como ciudadanos sin conflictos con las leyes locales, mucho procede que organismos de Estado desarrollen programas de asistencia a quienes en la particular situación de haber sido marcados por el delito puedan ser llevados a la alternativa de trabajar o regentar negocios sin lesionar a la sociedad.

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