Repatriaciones voluntarias

Repatriaciones voluntarias

Los inmigrantes haitianos que habiendo quedado fuera del concluido Plan de Regularización emprenden el retorno a su país de manera voluntaria, pueden recibir en función de un decreto transporte gratis y seguro hasta salir del territorio nacional. A esta asistencia que comenzó ayer, se suma el recordatorio de que aquellos que se acogen a la repatriación voluntaria no tienen cerradas las puertas del país en forma definitiva. Podrían retornar si cumplen desde su patria los procedimientos establecidos. Esta es una forma apropiada de restar efectos traumáticos al gran esfuerzo de organizar la presencia de inmigrantes en República Dominicana. Otra indicación de que existe decisión en el Poder Ejecutivo de respetar sus derechos.

La embajada haitiana y las organizaciones que se muestran muy activas en defensa de los inmigrantes deberían colaborar con este propósito asumiendo la custodia o facilitando traspasos de bienes de los repatriados que deseen conservar propiedades con las que no puedan cargar o derechos a la explotación de negocios legítimamente adquiridos. Puede que muchos de los que toman la decisión de irse sean inmigrantes con arraigo y solvencia que no tuvieron tiempo de demostrar como aval para ser tomados en cuenta en el programa de regularización que conduce a un estatus que, como bien acaban de decir las autoridades en digno gesto, sigue siendo una opción bajo ciertas condiciones.

El padre Arturo, un martir del 65

Durante la guerra civil de 1965 el bando contrario a los constitucionalistas cometió crímenes horrendos. Entre las víctimas de las sangrientas persecuciones de entonces estuvo el padre canadiense Arturo Mackinnon que dejó una brillante estela de servicios a la comunidad en la zona de Ocoa y luego en Monte Plata. Fue allí donde lo asesinaron por gestionar la libertad de jóvenes apresados por autoridades que hacían causa común con el despotismo. El padre Arturo es un mártir digno de reconocimiento y gratitud; un cura joven que no retrocedía ante riesgos por denunciar injusticias. Le quitaron la vida el 22 de junio de 1965. Testigos de su obra bienhechora acaban de hacerse sentir. A la exaltación se suma un reclamo de justicia que no se extingue. Nadie pagó por ese asesinato a pesar de los registros históricos de protagonismos y complicidades.

 

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