Cuando veo el mar teñido de marrón después de lluvias torrenciales, se me ocurre pensar que ese color solo lo produce la tierra que arrastran las aguas por la erosión de los suelos. En nuestro verano es muy común ver el mar de dos tonos y lo pasamos como algo natural, y no pensamos que la tierra que llega al mar es parte del territorio que se nos va sin posibilidades de retorno.
De igual manera, las aguas que llegan también se pierden y no pensamos que serán necesarias en algún momento para la sostenibilidad de la vida de los habitantes de la isla que compartimos con los vecinos, quienes tienen derecho a satisfacer sus necesidades básicas, incluyendo el agua.
Nuestro territorio es poco más de 48 mil kilómetros cuadrados, ¿Será así en la actualidad? Habría que medir de nuevo para saber si queda esa cantidad todavía. Mientras tanto, tenemos el gran desafío de determinar qué hacer con nuestras lluvias para que las aguas no se pierdan en el mar.
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Es necesario tener un pensamiento estratégico para reflexionar seriamente sobre los recursos que poseemos, con la mirada puesta en el legado ambiental que dejaremos a las generaciones venideras.
Impresiona la conciencia de muchos dominicanos que están despertando en torno a la importancia de los ríos, lagos y las aguas territoriales en sentido general. Dondequiera que hay ríos, se levantan grupos por la defensa de ellos.
En casi todo el territorio existen grupos de defensa de los ríos. Lo más relevante es que son grupos de las propias comunidades que se han organizado de manera muy espontánea para salvar sus fuentes acuíferas.
Las incidencias generadas por las amenazas del cambio climático han creado un importante despertar que debería ser aprovechado por quienes tienen a cargo la toma de decisiones, para potenciar el cuidado de nuestros recursos hídricos.
El país posee un Plan Hidrológico Nacional que puede ser perfectamente actualizado con los datos recopilados por el gabinete del agua, presidido por el ingeniero Gilberto Reinoso.
Debemos poner la mira en lo que está pasando en Uruguay y en las medidas que están tomando muchas ciudades al proyectar la sequía, el agotamiento de las fuentes de agua y previsiones futuristas para evitar que el agua falte.
La isla está situada en el trayecto de las vaguadas, las ondas tropicales, tormentas y huracanes que se producen casi todos los veranos. Estos fenómenos vienen cargados de agua, como los ocurridos el 4 de noviembre del año pasado, que inundaron la capital y varias provincias del país. Pese a ello, en los meses de febrero y marzo hubo sequía y racionamiento del agua, lo cual no hubiera sido necesario si existieran reservorios y mecanismos de almacenar las abundantes precipitaciones que recibimos cada año.
El suministro de agua llega por tuberías, debajo de la tierra, eso no se ve mucho como serían las obras monumentales que sirven para deslumbrar y ganar el favor del voto. Si de verdad se pensara en la gente, el recurso agua se hubiera pensado de otra manera y no viviríamos la incertidumbre de que en algún momento no la tendremos.
¿Qué vivimos rodeados del mar y que se puede desalinizar? Ese sería el último recurso. Primero aprovechar las lluvias y toda el agua que se pierde por la poca visión de futuro.