Repetir en un anteproyecto de ley algo pertinente

Repetir en un anteproyecto de ley algo pertinente

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS
Bi2jh2o@tricom.net
El senador por la provincia de Santiago, licenciado Francisco Domínguez Brito, ha introducido un anteproyecto de ley para complementar la Ley 241 en lo referente al tránsito terrestre.

El mismo, no obstante no poderse afirmar su originalidad  ya que en la mayoría de los países europeos esa es la regla,  no por eso deja de tener utilidad pragmática en un país en donde la ley de la selva es la que impera en nuestras calles, avenidas, paseos y autopistas.

El anteproyecto consiste en obligar al vehículo que rebasa a otro, a ocupar inmediatamente el carril de la derecha, dejando libre el carril de la izquierda, cuando se trata de una autopista. En la práctica, los vehículos lentos y hasta pesados, como es el caso de los autobuses de servicio interurbano, circulan en el carril de la izquierda, violando la ley que establece que los vehículos pesados y lentos deben circular por el carril de la derecha.

Los que nos desplazamos con mucha frecuencia por las que en nuestro país se consideran “autopistas”, hemos sufrido hasta lo indecible cuando observamos un conductor “tortuga” que ocupa el carril izquierdo y que en el otro va un vehículo pesado a la misma velocidad. La desesperación hace que el conductor del vehículo que quiere rebasar ejecute un peligroso zig zag que muchas veces ha ocasionado un triple choque, con las consecuencias que genera el mismo, de heridos, lesiones permanentes, pérdidas materiales y hasta muertes. Este anteproyecto de ley iría en favor de evitar que ocurran situaciones similares a la descrita.

En nuestro país, en lo referente al tránsito, tanto urbano como interurbano, la norma es conducir de manera antojadiza creando un caos que puede degenerar en accidentes fatales. Está prohibido, no sólo que los vehículos pesados circulen por el carril izquierdo, sino que rebasen en subidas. Hay que ver para creer cómo las plataformas, a veces cargadas con equipos de construcción, rebasan a sus homónimos en las pendientes. En Europa, en los ascensos existe un tercer carril destinado únicamente a ser utilizado por los vehículos pesados y les está prohibido rebasar o abandonar el mismo.

¿Pero qué se puede esperar en materia de tránsito cuando las leyes, resoluciones u ordenanzas son letra muerta? En un semáforo que estaba funcionando le increpamos a un agente de la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET) que intervino para alterar su labor de sincronización, que el Director de la institución había impartido órdenes que se habían publicado en los periódicos, referentes a que sus miembros deben dejar operar al aparato electrónico y que sólo deben actuar cuando el mismo estuviese dañado o no existiera uno en esa intersección. La respuesta del agente fue: “Dile a él que me lo venga a decir aquí”. Poco faltó para que nos impusieran una multa por cuestionar su autoridad.

Creemos firmemente que los problemas que se generan en el tránsito no son por culpa de que no existan leyes que penalicen actuaciones temerarias por parte de los conductores, sino por la incapacidad, escasa preparación y desconocimiento de la ley de los llamados a sancionarla. Esto además viene acompañado de una falta de autoridad casi absoluta.

Los agentes de la policía o los de Amet no se atreven a sancionar a los conductores, porque tienen el temor de que el violador de la ley sea un hijo, amante, familiar cercano o amigo de uno de los cuatrocientos y pico de generales que tenemos, innumerables coroneles, cientos de subsecretarios de Estado y miles de ayudantes civiles que prestos llaman a sus superiores y les obligan a retirar los cargos. Mientras existan todas estas islas de poder, las leyes, señales de tránsito, ordenanzas, regulaciones y disposiciones, serán “pura basura”.

Repetimos por enésima vez: Qué falta hace aquella policía que de uniforme blanco creó el jefe de la policía, en ese entonces, Nivar Seijas, los cuales hacían respetar la ley sin importar que fueran funcionarios, hijos de papá o padres de familia.

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