Repitiéndome a mí mismo

Repitiéndome a mí mismo

LEONARDO DÍAZ JÁQUEZ
Ahora que el Procurador General de la República trae a colación que más que luchar contra la corrupción lo que hay que lograr es que no haya impunidad, me voy a referir a un artículo que en este mismo mes de septiembre, pero del año 2001, es decir, a más de un año del pasado gobierno estar en posesión de la administración pública, con el título de «Señores fiscales: ayúdennos».

Después de hacer una ponderación sobre el Procurador Fiscal de la República, el director del DEPRECO y del Fiscal del Distrito Nacional, la que hoy sería de igual de positiva, le pedía a estos tres representantes de la sociedad «que nos ayuden haciendo la mejor investigación que se haya hecho en el país sobre corrupción administrativa, tanto sobre el cumplimiento de las leyes y procedimientos como de la sustracción de los recursos públicos, para que de los interrogatorios que han iniciado a funcionarios del pasado gobierno…si se detectan indicios de culpabilidad se pueda instrumentar un expediente muy bien acabado, que permita traducirlo a la justicia y a la cárcel, si son encontrados culpables.  Si no, que también sirva como punto de partida para que los políticos dejen de acusar a los otros de hechos que no tienen pruebas.

Luego me preguntaba a mí mismo que porqué hacia tal solicitud, diciendo que «en ciertos niveles de nuestra sociedad se juega a la doble moral y algunos de los que han llegado al poder político o se benefician de él, quieren seguir llevando al país a un callejón sin salida, que tendría como fin el caos o una tiranía, lo que tenemos que detener. Mirémonos en el espejo de nuestros vecinos en la región.»  Venezuela y Perú son muy buenos ejemplos.

Aunque ahora no los he oído, aunque muy pudieron haberlos dicho, en el artículo de referencia decía que «Para mi ha sido muy sintomático oír o leer los puntos de vistas de algunos hacedores de opinión con muy buena ascendencia sobre la opinión pública, diciendo que esos interrogatorios había que detenerlos, pues el país lo que necesita es trabajo, tranquilidad, confianza, creación de fuentes de empleo, en fin, resolverle sus problemas fundamentales. Estando de acuerdo con ellos en estos puntos, discrepo en cuanto a la detención de los procesos de investigación, pues el país necesita que se adecente el ejercicio de la administración pública, para que quienes quieran ocupar sus posiciones sean verdaderos políticos y servidores sociales y no gente que lo único que pretende es servirse a ellos mismos, pasando de la pobreza a exhibir riquezas acumuladas como resultado de la corrupción».

Aquella vez decía que «La mala instrumentación del expediente al doctor Salvador Jorge Blanco (Presidente en el cuatrienio 1982-1986) impidió determinar con justeza su culpabilidad o inocencia y además, fue el primer eslabón en el proceso que se inició para desacreditar la lucha contra la corrupción y es tomado por algunos como la justificación para que no se continúe investigando a quienes ahora se está llamando a declarar» por lo que se hace necesario que los señores fiscales, tal y como pedía entonces, hagan la mejor labor de investigación e instrumenten los mejores expedientes posibles que lleven a la cárcel a los desfalcadores del erario público.

Otra cosa que resaltaba en el artículo del 2001 es que «Ha sido una desgracia para el país que las fuerzas liberales no se hayan podido poner de acuerdo para llevar al país por mejores senderos de los que ha recorrido hasta ahora» lo que hoy sigue igual, pues peledeístas y perredeístas son enemigos a muerte, lo que le da más espacio de hacer su labor de zapa a aquellos que no creen en la democracia y que se han servido de la «vaca nacional» con la cuchara grande.

En aquel artículo argumentaba que si «Los señores fiscales a los que les pido auxilio son políticos, militantes partidistas y podría pensarse que siendo así, poco podríamos esperar de ellos», pero creo que un correcto y digno proceder «pueden iniciar el rescate moral del país, para que sirva de ejemplo a los que hoy detentan posiciones en la administración pública, pues si los corruptos de ayer no son desenmascarados y reciben el castigo correspondiente, los de hoy se sentirán protegidos para hacer cuantas diabluras se les antoje».

Ojalá que los señores fiscales, los de todo el país, hagan conciencia del rol que les toca en la sociedad de hoy, para el bien de la patria, nuestros hijos y los por venir.

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