Más que la “era del Partido de la Liberación Dominicana (PLD)” estamos viviendo la “era de Leonel Fernández” reconociendo con honestidad, frente a la actualidad y la historia, que existen diferencias inmensas entre el PLD y el Partido Dominicano, así como entre el dictador Rafael Leónidas Trujillo y el presidente Leonel Fernández. Lo destacable es el hecho de que el presidente Fernández ha logrado sobreponer su liderazgo, carisma y habilidades políticas, al nombre del partido que lo llevó al poder. Por eso, lo que  ocurrirá en las elecciones del 2012 y el 2016 será decisivo, primero para el presidente Fernández y segundo para su partido.

Los escenarios posibles en el 2016 son Danilo presidente (PLD) o Hipólito presidente, por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

Si es Danilo y se ha  limitado a representar los intereses del Presidente Fernández y sus acólitos, sería una continuación de la Era de Leonel, pero si desplaza parcial o totalmente al clan “leonelista”, los enfrentamientos debilitarían al gobierno, al líder y al partido y, juntamente con el desgaste creciente y obligatorio del uso y abuso del poder, harían inevitable la derrota del PLD en el 2016, en ambas situaciones, aún con Leonel encabezando la boleta.

Si el presidente en el 2016 es Hipólito, el presidente Fernández tiene garantizado el retorno al poder, porque, independientemente de la posibilidad de que se reediten los errores de Hipólito y su partido, las perspectivas económicas para los próximos años son desastrosas, a nivel nacional e internacional, y cualquiera que encabece la boleta peledeísta ganaría fácilmente.    

El crudo replanteamiento es que no habrá Leonel en el 2016 si no hay Hipólito en el 2012.