REPORTAJE
Balaguer: pionero en
subsidiar  la luz (1961)

REPORTAJE<BR>Balaguer: pionero en<BR>subsidiar  la luz (1961)

Aunque al cumplirse el primer mes de “la trágica y sentida muerte del esclarecido estadista”, el país parecía aún sumido en el duelo, también se producían tímidas manifestaciones de cambio y tolerancia.

En la semana del 26 de junio al dos de julio de 1961 todos los miembros del gabinete de Balaguer presentaron renuncia irrevocable. Rafael Paíno Pichardo, José Benjamín Uribe Macías, Porfirio Herrera Báez, José A. Quezada, Miguel Ángel Jiménez, Armando García Jiménez, Marcial Martínez Larré, Eduardo Read Barreras, Luis E. Suero, J. Antonio Caro Álvarez, Francisco Augusto Lora,  dejaron a Balaguer disponer de sus cargos “de acuerdo a las circunstancias”.

Por otro lado, el Gobierno respondió el dos de julio una comunicación que el 30 de junio le habían enviado exiliados antitrujillistas en Caracas pidiendo garantías para regresar a “Ciudad Trujillo”. Ángel Miolán, dirigente del Partido Revolucionario Dominicano, dijo en Puerto Rico que el cónsul dominicano en San Juan, Nilo H. Soto, le informó que Balaguer aceptó sus condiciones para el retorno.

 Miolán exigía que se les permitiera libertad de expresión y asociación y facilidades para valerse de abogados en caso de represalias. Adelantó que vendría el cinco de julio en compañía de Nicolás Silfa y Ramón A. Castillo, exiliados en Nueva York y Puerto Rico, respectivamente.

Otras medidas que aparentaban descargar la pesada atmósfera de la “Era” fueron el cambio de nombre y reorganización del atroz Servicio de Inteligencia Militar (SIM) por el de “Agencia Central de Información”. Este cuerpo represivo, dirigido por el cruel Johnny Abbes, había sumido en el terror a la sociedad dominicana, sobre todo a los opositores del régimen que sufrieron torturas salvajes en “La 40” y otras cárceles donde Abbes dirigía verdugos y sicarios. El decreto del 26 de junio de 1961 no ofreció nombres del nuevo director y demás miembros.

El 28 de junio Balaguer bajó la tarifa eléctrica residencial en un 20 por ciento. El Gobierno aportaría un subsidio de 300 mil pesos y el resto sería cubierto por la Corporación Dominicana de Electricidad. Asimismo redujo la tarifa de  expedición de placas de bicicletas.

Ese mismo día, el Senado aprobó un proyecto de ley designando avenida “Las Américas”, puentes “Juan Pablo Duarte” y “Francisco del Rosario Sánchez” (San Pedro de Macorís); Clínica Infantil “María Trinidad Sánchez” y estadio “Cibao” (Santiago) a estas obras que llevaban los nombres de Rhadamés, Ramfis y Angelita Trujillo.

También se dispuso, en otro orden, rebajar a un siete el por ciento que se descontaba a los empleados públicos: dos para el seguro de vida, cesantía e invalidez, y cinco como “contribución a la obra de asistencia y mejoramiento social” del Partido Dominicano. Se ordenó, además, que la Caja de Ahorros para Obreros y Monte de Piedad redujera de un tres a un dos por ciento el descuento que realizaba para compra de sueldos. Era costumbre, debido a la precariedad y bajos salarios, que el servidor público “vendiera” su cheque y cobrara por adelantado.

En esa fecha se hicieron modificaciones a artículos de la ley orgánica del Banco Central y se anunció que podía importarse libremente cigarrillos de fabricación extranjera. Igualmente se dispusieron sustanciales rebajas en el precio de la carne corriente, las vísceras de vacunos y cerdos y a las carnes de chivo y ovejo. Un comunicado de Uribe Macías detallaba los nuevos precios de la grillada, el hígado, bofe, lengua, mondongo y otros.

El 28 de junio apareció  en La Nación un despacho de UPI, firmado por T. M. Fagrell, que supuestamente entrevistó hombres de empresas locales quienes le declararon que “se respira una atmósfera más libre que en los días inmediatos al asesinato del Generalísimo”. Decía que se habían abolido las asociaciones gubernamentales que controlaban el negocio y la exportación de café, cocos y bananos y que se  eliminaron  controles que pesaban sobre el comercio. “Está mejorando el espíritu, los dominicanos se sienten entusiasmados”, manifestó un presunto industrial.

Otro agregó que al ser ajusticiado Trujillo la economía “estaba poco menos que liquidada” y que marcó el ascenso hasta 1957, posteriormente descendió, se recuperó en 1959 y en 1960 “la exportación llegó a cifras jamás alcanzadas”.

 César Cruz Mordán, director de la revista “Economía Dominicana”, reaccionó al otro día asegurando que “en ningún momento la economía nacional ha flaqueado y mucho menos ha estado en trance de liquidación”.

Trujillistas. El dolor y el resentimiento por “el Jefe ultimado” seguían expresándose. El diputado Manuel de Jesús Estrada Medina pedía levantar un templo donde cayó Trujillo y su petición fue acogida favorablemente por el presidente de la Cámara Baja, José Ramón Rodríguez, y por el periodista Ismael D. Adams Jesurum que recomendó al pueblo aportar piedras, arena, tierra, mármol y madera preciosa para el altar y los muebles.

 Pero las notas trujillistas de mayor trascendencia fueron la “magna convención” del Partido Dominicano y los funerales por la muerte de Trujillo oficiados en la Catedral Metropolitana al mes del  fallecimiento. Balaguer llegó al templo con Santos Mélido Marte, José Benjamín Uribe Macías y Virgilio Álvarez Pina. Monseñor Eliseo Pérez Sánchez presidio la ceremonia. La Schola Cantorum del Convento de los Dominicos, dirigida por Rafael Félix Gimbernard, amenizó las honras en que se distribuyeron centenares de recordatorios con la imagen de La Altagracia y el párrafo de un discurso del extinto hablando de su fe religiosa.

El Partido Dominicano, por su parte, utilizó todas las estaciones de radio de la República, reunidas en una gran cadena nacional, y 26 oradores, supuestamente representantes de un millón 800 mil correligionarios, votaron, entre otras cosas, “para repudiar el asesinato de nuestro esclarecido Fundador y Jefe Supremo”.  En ese orden se pronunciaron Carlos Cornielle hijo, Carlos Federico Pérez y Pérez, Carlos Montás Guerrero, Eduardo Bogaert, J. R. Cordero Infante, Juan Bautista Rojas, Juan E. Kunhardt, Luis Augusto Ginebra Hernández, Manuel Vinicio Castillo, Pedro María Alcántara, Rafael Vidal Torres, Ramón Adriano Villalona, Salvador Goico Morel, Sócrates Nolasco, Víctor Garrido, Digno Sánchez, José Ramón Rodríguez, Telesforo R. Calderón, Juan Guilliani, Manuel María Guerrero, Julio Ibarra Fas, Eurípides Herasme Peña, Arsenio Velázquez, Armando Oscar Pacheco, Luis Morales Garrido, Virgilio Álvarez Sánchez y otros.

Virgilio Álvarez Pina y Ernesto Sánchez Rubirosa, presidente y vicepresidente de esa organización, también oradores, abogaron porque continuara el proceso de democratización “promovido en el país por el Generalísimo Trujillo mucho antes de su muerte” y secundaron de modo irrestricto el Gobierno de Balaguer.

Álvarez Pina declaró estar triste pero pleno de fe en los superiores destinos de la nación. Se refirió al “eximio adalid”, al “conductor caído a destiempo” y exclamó: “Nunca fue herida tan hondo la República como en aquella noche nefasta del 30 de mayo”.

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