Reportaje
Bioorgánica

<STRONG>Reportaje<BR></STRONG>Bioorgánica

La investigación científica de alto nivel en bioorgánica de nuestros recursos naturales es un elemento a considerar para  agregar productividad a la economía de la nación

La estabilidad macroeconómica de la República Dominicana ha sido tema principal en la agenda de los mandatarios desde finales de la primera mitad del siglo XX. Luego del derrocamiento del presidente Lilís, Carlos F. Morales Languasco inició su mandato como presidente de la República el 24 de noviembre de 1903, y desde el  inicio de su gobierno propuso a los Estados Unidos de Norteamérica un Tratado de Protectorado por 50 años. 

República Dominicana  era incapaz de honrar los compromisos financieros contraídos por el presidente Ulises Heureaux (Lilís), que en junio de 1888 había tomado prestadas  770,000 libras  a una compañía financiera  holandesa.  El tratado  daba la posibilidad a  Estados Unidos de comprar esa deuda a cambio de controlar las aduanas dominicanas y evitar la presencia de barcos de guerra europeos que frecuentaban  la zona caribeña como forma de presión para que se les pagara lo adeudado.

MACROECONOMÍA  BASADA EN MADERA

Para el año 1909, República Dominicana tenía un 85 por ciento de su extensión territorial cubierta de bosques, esto es, casi cuatro millones de hectáreas, lo cual la hacía la primera potencia maderera del continente americano. Era la principal fuente de abastecimiento de maderas nobles (preciosas) de  mercados europeos. Las aduanas dominicanas tenían como principal rubro de recaudación arancelaria la madera preciosa.

En 1931, Trujillo inició negociaciones con los Estados Unidos para que República Dominicana recuperara el derecho de administrar sus Aduanas,  las cuales, en 1940, por la  firma del Tratado Trujillo-Hull, fueron  recuperadas. 

La deuda externa, que en 1930 ascendía a 16 millones, el 21 de julio de 1947 su balance -que era tan sólo de $9,401,855.55- fue totalmente saldado.  El férreo sistema dictatorial de Trujillo, basado  en la efectiva administración de una serie de empresas personales y el criterio de pertenencia de la nación, permitieron  saldar completamente  la deuda externa.

NUESTRA PROPUESTA

Señalamos la investigación científica de alto nivel en bioorgánica de nuestros recursos naturales como un elemento a considerar para  agregar a los renglones de productividad de la economía de la nación. Es la línea de investigación que más rápidamente podría producir resultados científicos convertibles en fuentes económicas. La flora medicinal dominicana y el ecosistema marino están compuestos por un amplio  número de especies endémicas o no, que ciertamente ocultan grandes tesoros económicos y científicos.  Esta línea de investigación  en un tiempo prudente  y una apropiada inversión pueden aportar dossiers con información suficiente para pactar acuerdos económicos importantes  con multinacionales farmacéuticas. 

BIOORGÁNICA: Es el campo de la ciencia donde la química orgánica interacciona con la biología humana.  Relaciona los recursos naturales con aplicaciones sintéticas de moléculas que destruyen selectivamente células de cáncer y que  involucran terapias diversas. Este campo  interacciona con la bioinorgánica (catálisis enzimática), biofísica (estudio de biomoléculas por resonancia magnética nuclear  y difracción de rayos X),  biología molecular (reacciones intra y extracelulares que determinan funciones biológicas que se reflejan en los mecanismos de soluciones de enfermedades como el cáncer, sida o Alzheimer). Estos campos de investigación científica al interaccionar han aportado en los últimos 75 años los avances más importantes de toda la historia de la ciencia.

 Es necesario establecer una política de Estado con carácter de continuidad (ley) que tenga como fin la formación de un amplio cuadro de científicos de alto nivel con el grado doctoral, formados en países con tradición de investigación en las diferentes disciplinas que interactúan en este campo de la ciencia, con el fin de producir investigaciones terminadas y listas para entrar en líneas de producción, de modo que estén  aptas para tramitar su explotación.

Esta política de Estado debe:

a) Concentrar la fuerza científica dominicana dispersa en la nación y en el extranjero

b) Vincular las universidades como  lugar de cantera, para la selección de los candidatos más idóneos 

c)  Hacer las inversiones de lugar en la infraestructura que dará soporte y permanencia a las investigaciones

d) Concertar con el sector privado

La inversión de la primera etapa de ejecución (en capacidad de producir resultados) de un programa de investigación nacional no es superior a los 15 millones de dólares  y un tiempo de espera de resultados de alrededor de 8 años. 

 Las iniciativas de investigación de alto nivel en bioorgánica han sido delegadas a un escasísimo segmento del sector privado dominicano que de manera muy discreta ha hecho inversiones importantes en investigaciones bioorgánicas de nuestros recursos naturales. Un ejemplo es Laboratorio Magnachem International, compañía que ha dado signos evidentes de ser una empresa líder y de vanguardia en la vida empresarial dominicana.

La contribución de los aportes científicos de la bioorgánica proveerá  una importante cuota de desarrollo industrial, que innegablemente es el punto que diferencia a las naciones desarrolladas de aquellas que no lo son. Esto se evidencia en:

a) Número de científicos, que a su vez mide el número de descubrimientos

b) Número de patentes que podrían ser comercializadas de esos descubrimientos y que atraen a la nación riquezas de todo el mundo por concepto de comercialización de la nueva molécula y sus derivados

Finalmente, da sentido a nuestra propuesta el hecho de que la comercialización inicial de una patente internacional, su repercusión en bolsas y mercados de valores y su explotación final, en cualquiera de los casos que se conocen, siempre arrojó beneficios del orden de cifras con diez dígitos en moneda norteamericana, es decir, miles de millones de dólares, lo que ciertamente proveería en menos de una década un renglón adicional de ingreso que repercutirá sobre los indicadores económicos de la nación,  aportando una cuota de estabilidad a los renglones tradicionales de nuestra economía, generando riqueza suficiente para hacer que nuestras generaciones futuras no hereden deudas que sean impagables.

MACROECONOMÍA  FRÁGIL

De cuentas saldadas en 1947 al año 1984, más de tres décadas después, aparece una grave crisis económica que degeneró en profunda convulsión social, fruto de una acelerada inflación, desencadenada por ajustes a la economía basados en acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

En 1985, el deterioro económico alcanzó tal situación que el Producto Interno Bruto se redujo tanto como durante la Revolución de Abril, ocurrida en 1965. Nuevos intentos de estabilización de la macroeconomía de República Dominicana parecieron tener éxito en 1991, y a finales de 1999 hubo crecimiento récord en la región. El nuevo milenio (2003) registra características de situaciones políticas locales que originan una nueva crisis económica  basada en una política de agotar la capacidad de endeudamiento de la nación.  Una vez más  fue necesario acudir al FMI, que  estimó como necesarios US$1,000 millones para el 2004.

Por lo anterior vemos que la  economía de República Dominicana durante  los últimos 100 años revela lo siguiente: 

1ro) Se ha desplazado con el tiempo a lo largo de una serie de bases económicas (madera, azúcar, turismo, otros).

2do)  No ha sido capaz de presentar parámetros constantes en el tiempo que sostenidamente evidencien macroestabilidad. 

Este  escueto resumen de la economía dominicana del pasado siglo XX deja ver que es necesario agregar elementos nuevos que puedan apuntalar los tradicionales renglones económicos de nuestra nación.

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