Reportaje
Colmadones, tarantines y las ventas callejeras perturban la docencia y la vida  de la UASD

<STRONG>Reportaje<BR></STRONG>Colmadones, tarantines y las ventas callejeras perturban la docencia y la vida  de la UASD

Viernes, 7:00 p.m. Facultad de Humanidades, UASD. Un grupo de estudiantes jóvenes, dos hombres y tres mujeres salen apresurados de clases.  Tienen un apuro disimulado, que sólo ellos conocen. Bajan las escalinatas en un santiamén y, abajo, en el área de estacionamiento, toman una decisión de consenso que uno de ellos le comunica al resto: “Vamos a tirarnos un par de frías”.

“Muchachos, no olviden que sólo tenemos una hora libre”, recordó uno de los estudiantes.

“En una hora se puede acabar el mundo”, respondió otro, a modo de chiste. Los demás rieron a carcajadas. El plan estaba en marcha.

¿Dónde nos juntamos?, preguntó una de las jóvenes, vestida  de jeans y blusa escotada. Su rostro y su sonrisa insinuante irradiaba picardía.

“Ya tú sabes”, respondió el que parecía  el líder del grupo. “Todos los caminos conducen a Roma…”.

Se dispersaron en distintas direcciones. Cinco minutos después, en el lugar acordado, uno de tantos establecimientos donde en el entorno de la UASD  “se bebe, se pica y se liga”. Para tener una idea aproximada de la cantidad de alcohol que se consume en colmadones y establecimientos, basta observar en las horas matutinas la cantidad de botellas vacías y grandes camiones repletos de cervezas de distintas marcas que reabastecen los almacenes y refrigeradores.

El Papa Paulo 111, quien creo la Universidad de Santo Domingo el 28 de octubre de 1538, jamás hubiese imaginado que esa academia  sería sitiada por tarantines, colmadones, cafeterías, pizzerías, centros de masajes, imprentas, buhoneros, chóferes de guaguas públicas y carros del “concho”, motoconchistas, negocios de comida rápida y de otra índole.

En adición al problema que genera la proximidad de establecimientos donde expenden bebidas alcohólicas, frecuentados a cualquier hora del día y la noche por estudiantes universitarios, parte del entorno universitario, sus calles y aceras, han sido asaltados impunemente, sin que ninguna autoridad levante la voz de protesta, por decenas de vendedores ambulantes que han arrabalizado el área del más viejo centro de estudios del nuevo mundo. 

Inmundicia, olor a humo y grasa. El entorno de la UASD parece un “fonda pública”, donde en plena vía las personas se “alimentan” con pan, tomate y huevo frito o “sándwiches de pobre”,  “friquitaqui”, arepita, chulitos y bollitos de yuca, perro caliente, frituras, quipes, galletas con queso, empanadas de carne, queso y mariscos y yaniqueques.  El complemento culinario es jugo de frutas (manipuladas), mabí, refresco o agua en fundita. No hay ningún tipo de control o supervisión  de las autoridades de Salud Pública. Freddy “Lengua Sucia”, un vendedor del entorno de la UASD, se molesta cuando le toman fotografías. ¿Ustedes si joden con eso? ¿De qué quieren que uno viva? Si uno roba, es malo, si trabajo en la calle, es malo… De algo tiene uno que vivir”.

Ese aspecto de mercado público en los alrededores de la UASD tiene otras complicaciones y molestias adicionales. Parte de sus calles adyacentes sirven de área de estacionamiento a decenas de vehículos del transporte público. Los sindicatos tienen la supremacía y el control. Orinarse discretamente es una gracia que celebran los conductores, que soportan el hedor. Es parte de la rutina del día a día en el entorno universitario. Tocar bocina indiscriminadamente en el área universitaria es como un deporte favorito para muchos conductores de distintas rutas que transportan estudiantes de la UASD.

Lo disfrutan al máximo cuando se producen taponamientos. Los ruidos infernales complementan el cuadro tétrico, y aunque ocasionalmente se producen protestas, las molestias por contaminación acústica se han convertido en rutina. De hecho, el exceso de sonido altera las condiciones normales del ambiente en la ciudad de Santo Domingo, con raras excepciones. A esta realidad no escapan hospitales, iglesias, clínicas, universidades, colegios privados ni residencias.

El desorden que impera en el entorno de la UASD es “sui géneri”. Otras universidades de Latinoamérica no toleran  ese cuadro anárquico. Se pueden hacer comparaciones con las universidades colombianas de  Antioquia, Pontificia Bolivariana, de La Salle,  Los Andes, de América y Nacional de Colombia; también Universidad Central de Ecuador, la Universidad Autónoma Metropolitana y la Universidad  Chapultepec, de México, y las universidades Americana, Autónoma de Monte Rey, de Ciencias Medicas y la Universidad de Costa Rica, todas pertenecientes a esa nación centroamericana.

Funciones de la UASD

Para el cumplimiento de su misión la Universidad desarrolla varias funciones, las cuales se desarrollan en procesos y actividades diversas.

Las funciones principales son, según el estatuto (Arts. 5/6 del Estatuto Orgánico): la docencia, la investigación y la extensión.

Pero además, aunque no se especifican como tales en el Estatuto, tienen nivel de funciones principales la planificación, la administración y la participación institucional, llamada en algunos textos función evaluadora.

Cada una de estas funciones agrupa un conjunto de actividades en torno a una unidad específica y la totalidad de éstas expresa la misión. En síntesis, el contenido axial y estructural de las funciones es el siguiente: La docencia es la función por la que se trasmite en el proceso académico los conocimientos, se dirige la aplicación de éstos a la realidad espacio/temporal y se desarrolla la actitud heurística. Se cumple a través de la Facultad y sus distintas expresiones (Escuela, Cátedra).   

Tiene como organismo central la Vicerrectoría Docente.  La investigación se orienta hacia la búsqueda de conocimientos nuevos y a la comprobación de los ya existentes. Su meta es la superación del acervo existente, el entrenamiento de los estudiantes/profesionales en los métodos del conocimiento y actuar sobre los problemas sociales prioritarios. Las unidades estructurales encargadas de la política de esta función y las unidades de base a través de las cuales se cumple son las Facultades y los Institutos.

La extensión es la función que vincula entre sí el conocimiento y el ámbito de la realidad y del universo. Su misión es extender hacia la sociedad la actividad orgánica de la Universidad, integrando en aquella el modelo de práctica profesional multifacética que postula la filosofía institucional, devolviéndole parte de sus aportes y recogiendo del seno vivo de su universo las orientaciones del saber popular. Se cumple a través de los distintos órganos estructurales, pero existe la Dirección de Cultura, a través de la cual se canalizan las diferentes actividades.

La planificación es la función que mediante el diagnóstico de la realidad orienta la toma de decisiones conducentes al logro de las otras funciones y de la misión. La unidad central de esta función es el Consejo de Planificación Universitaria, pero tiene expresiones sectoriales en toda la Universidad.

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