Reportaje
Europa y América se rinden a Lagartera

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Reportaje EFE. Casas Reales, embajadas y gobiernos llevan medio siglo acudiendo a Lagartera para encargar sus exquisitas mantelerías y colchas bordadas. De la misma manera que multitud de particulares de toda España mantienen, de generación en generación, un vínculo con las labranderas lagarteranas para la ropa de sus casas.

En el extremo oeste de la provincia de Toledo y de la comunidad de Castilla-La Mancha, a 150 kilómetros de Madrid, el municipio de Lagartera defiende orgulloso la herencia que, en forma de bordados, le han legado sus antepasados desde hace cuatro siglos.

Ya en el siglo XVI existía una escuela de bordados en Lagartera y desde entonces hasta hoy esta artesanía textil ha conferido al municipio una imagen universal de costumbrismo, riqueza y autenticidad que no ha desaparecido en el siglo XXI.

Bordados reales que han salido de lagartera.   Clientes de los tejidos exclusivos de Lagartera se cuentan por miles, en su mayoría particulares, pero también Casas Reales, gobiernos, embajadas e instituciones de muchos países, de América y de Europa, se han sentido atraídos por esta artesanía.

En 1961, el Gobierno español encargó una mantelería para la reina Juliana de Holanda, como respuesta a un regalo previo. El trabajo lo realizaron Pepita Alía y otras quince mujeres en casa de la suegra de Pepita, que tenía una sala mayor y espacio suficiente para las 16 labranderas.

La lagarterana no es bordadora, es labrandera. Y este año 2010 han conseguido que el Gobierno autonómico de Castilla-La Mancha incluya la denominación labrandera dentro de los oficios artesanos de la región. La diferencia es que una bordadora dibuja en la tela y bordea con hilo, y la labrandera labra la tela, cuenta los hilos y los siembra. El bello símil que utilizan las lagarteranas es: «labramos la tela como se labra la tierra».

En casa de Pepita Alía, una vivienda tradicional de Lagartera con un hermoso patio, hay decenas de fotografías que ilustran una vida dedicada a los bordados y reflejan las personalidades que se han sentido atraídas por estos manteles. Una de estas imágenes muestra a una joven Pepita y a otras mujeres cosiendo el mantel para la Casa Real de Holanda. Aquel mantel era un regalo del Gobierno de España y fue el propio embajador, el duque de Baena, el que preguntó directamente a la reina Juliana qué regalo quería de España: un mantel de Lagartera, respondió.

Una vez finalizado el trabajo, Pepita se vistió su traje de lagarterana y fue invitada a llevar el mantel a Madrid. Durante la comida, Pepita confesó al duque de Baena: «Estoy muy contenta de hacer este mantel, pero sorprendida por esta petición a un pueblo pequeño de Toledo». Y el duque respondió: «Mira Pepita, cuando reinaba Carlos V los Países Bajos eran de España y cuando vine a preguntar a su majestad la Reina qué quería de España ella pidió un mantel de Lagartera. Si no tuviera referencias no lo hubiera pedido».

Amable y cariñosa, Alía ha abierto gentilmente su casa a EFE y habla con delicadeza y pasión de sus labores y de algunos trabajos que ha realizado para mesas reales de Europa y América durante medio siglo.

La Casa Real de Holanda recibió honrada aquel mantel y recompensó a Pepita Alía con el título de «proveedor del Príncipe Bernardo de los Países Bajos», que también se puede leer en la puerta de su casa, el número 10 de la calle Fray Juan de los Ángeles en Lagartera.

Esta maestra artesana, que forma parte de la Real Academia de las Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, habla como si acabara de terminarla de la mantelería «en oro con salmón y verde» que confeccionó para la Reina de Inglaterra. Una prima de Isabel II recogió el mantel y remitió una carta de agradecimiento a la labrandera.

Lagarteranas universales.   En América también hay labores de esta lagarterana: el presidente de Venezuela encargo, hace años, un gran mantel de 19 metros de longitud.

Y ahora trabaja en una sabanilla para el altar mayor de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, que tendrá delicados deshilados a lo largo de de seis metros y medio de longitud.

Pepita Alía lleva décadas recibiendo en su casa a numerosos amigos, visitantes y admiradores de las labores de Lagartera. Y muestra a EFE colchas y cortinas, algunas de 300 años de antigüedad, que son un legado familiar. «Es lo que nos han dejado nuestros antepasados y lo queremos», afirma esta mujer que es la madre del reconocido interiorista español Tomás Alía.

Sostiene que en Lagartera «todos bordamos» y de manera gráfica asegura, «nacemos con la aguja en la mano». Y es bastante cierto, ya que las niñas aprenden a coser desde pequeñas y, aunque no se dediquen al bordado, esto les permite apreciar y amar esta artesanía; cuando son mayores muchas de ellas elaboran sus propias labores, para la casa, para su ajuar, para amigos, para sus hijos.

Algunos de los últimos encargos reales que han salido de Lagartera han sido sendas mantelerías como regalos de boda para los Duques de Palma, la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarín) en 1998 y para los Príncipes de Asturias Felipe y Letizia en 2004, y el juego de cuna de la hija menor de los Príncipes, la Infanta Sofía que nació en 2007. El auge del traje de lagarterana y su universalidad llegó en los umbrales del siglo XX cuando artistas, fotógrafos, pintores, escritores e intelectuales pasaron por Lagartera y se enamoraron de sus bordados y sus trajes, a la vez que admiraron a estas gentes que a toda costa querían mantener su esencia en el vestir y en sus casas.

El pintor español Joaquín Sorolla (1863-1923) fue uno de los grandes admiradores de Lagartera y plasmó su traje y sus costumbres en varios lienzos. Entre ellos «La fiesta del pan», que es el cuadro de mayor tamaño de los 14 que forman el mural «Visión de España», un encargo a Sorolla de la Hispanic Society de Nueva York. El mes que viene la Hispanic Society mostrará de nuevo al público neoyorquino esta «Visión de España» tras haber visitado España. Fue en aquellos albores del siglo XX cuando las primeras familias pioneras vistieron sus bellísimos trajes (que utilizaban cada día) y decidieron salir fuera y ofrecer en otros lugares.

Sorolla

El pintor español Joaquín Sorolla (1863-1923) fue uno de los grandes admiradores de Lagartera y plasmó su traje y sus costumbres en varios lienzos. Entre ellos «La fiesta del pan», que es el cuadro de mayor tamaño de los catorce que forman el mural «Visión de España», un encargo a Sorolla de la Hispanic Society de Nueva York.

 En América también hay labores de esta lagarterana: el presidente de Venezuela encargó, hace años, un gran mantel de 19 metros de longitud y ahora trabaja en una sabanilla para el altar mayor de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.

 La Casa Real de Holanda  recompensó a la labrandera Pepita Alía con el título de «proveedor del Príncipe Bernardo de los Países Bajos» por una hermosa  mantelería que les confeccionó.

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