REPORTAJE
Explosiones en la Semana Santa  1961

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La paz augusta del Jueves Santo fue interrumpida por la explosión de dos poderosas bombas, el 30 de marzo de 1961, en “Polanco Radio” y “Editorial Duarte”. Nadie más que agentes del propio régimen de Trujillo fueron autores materiales e intelectuales de este acto de terror que la prensa atribuyó a “antisociales extranjeros”, pero cualquier ingenuo pudo haberlo creído pues “La Nación” recabó supuestos testimonios de testigos, describió “sospechosas” y “entrevistó” presuntas autoridades civiles y militares que se trasladaron a las calles “Mercedes” con “Arzobispo Meriño” y a la “Palo Hincado” donde estaban ubicados los negocios. No se ofrecieron los nombres de los dueños.

Sin embargo, Rafael César Hoepelman especuló en su reseña que “parece que las explosiones tienen su origen en elementos de nacionalidad extranjera, como consecuencia de las prédicas del padre de la iglesia Nuestra Señora de La Altagracia”.

La más fehaciente prueba de que todo fue un montaje, es que nunca se interrogó a los afectados, aunque se prometió en el periódico, porque “por ser día de recogimiento religioso, y no laborable, estos no pudieron ser localizados”, se alegó.

La guardia y los funcionarios tampoco esclarecieron los hechos, como anunciaron, a pesar de que declararon que merecían “la repulsa de toda la ciudadanía dominicana, pues actos como estos son innegablemente extraños a nuestro ámbito social y a la fecunda Era de paz que vive nuestro país”.

Tan seguros estaban el régimen y la prensa de la falacia, que no se editorializó condenando la acción, el hecho más trascendente de la semana del 26 de marzo al 2 de abril. “El Caribe” no se hizo eco, quizá porque, como era tradición, no circuló  Viernes ni  Sábado Santos, pero tampoco se refirió al hecho en los días subsiguientes de abril.

Todo un teatro. Con inusitado sensacionalismo se habló de las “violentas explosiones que se escucharon en un amplio radio urbano”, de “máquinas infernales” hechas con niples y trapos viejos para comprimir pólvora en el interior.

Rafael César Hoepelman entrevistó a Alfonso Arriaga Castro, sereno de varias casas comerciales del entorno; a Clodobaldo Pérez y Pérez, vigilante de las ruinas del “Fuerte de La Concepción”; a Manuel Antonio Liriano, cabo del Cuerpo de Bomberos; al raso de la policía Radhamés Jiménez Domínguez, a Manuel de Jesús Díaz Martínez y Ana Josefa Bueno Ureña.

Castro dijo que cuando escuchó el ruido pensó que era un “cohete montante-cañón de los que lanzan en las procesiones religiosas” y que en su camino al lugar de la explosión “se cruzó con una mujer de color indio claro, vestida de blanco, la cual llevaba un bulto en las manos y caminaba apresuradamente, con nerviosísimo”.

Clodobaldo Pérez dizque vio una señora “sentada en un escalón frente a la puerta de Polanco Radio” pero no se detuvo porque supuestamente la tomó “por una ramera”. Se mencionó también a “Lucía” quien se dedicaba a la venta de café colado.

El periodista comentó: “Existe la posibilidad de que los autores de los hechos reseñados se hayan valido de mujeres incautas para sus nefastas actividades”.

 La explosión de la “Editorial Duarte”, ocurrida a las 2:15 de la madrugada, destruyó completamente la puerta y vitrinas aledañas, lanzando a la calle esculturas e imágenes religiosas, estimándose los daños en 600 pesos. En “Polanco Radio” la bomba explotó media hora después y derribó la puerta que daba a la “Palo Hincado”, calculándose las pérdidas en 50 pesos. Fragmentos de vidrios se esparcieron en los alrededores de ambos establecimientos.

“Bellaquería de Johnny Abbes”. José Israel Cuello Hernández, hijo del profesor Antonio Cuello, propietario de la Editorial Duarte, califica hoy el hecho como un ataque de Trujillo a la Iglesia pues “Polanco Radio” era de  un hermano de monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito, Octavio,  y  “papá era un hombre de “Acción Católica”. En ambas empresas “monseñor Polanco era accionista”, afirmó.

“Además, agregó, Editorial Duarte se fundó por la unidad de librería “Santiago”, que era originalmente de papá, con la librería “Duarte”, de la capital, que era del padre Polanco y del padre Pepén (Juan Félix), que ya en 1961 eran monseñores. Eso fue un ataque a la Iglesia”.

José Israel estaba entonces exiliado en España por su posición antitrujillista en el Movimiento Revolucionario 14 de Junio y desde allá denunciaba las agresiones de Trujillo a la Iglesia en la revista semanal “SP”, que dirigía Emilio Romero y a la cual llegó por recomendación del periodista boliviano Armando Puente, corresponsal de France Press. Había recibido más de una llamada amenazadora de la embajada dominicana en ese país por esos escritos que firmaba “con las mismas técnicas del Foro Público”, por ejemplo, Ricardo Pepén, Octavio Antonio Polanco, Hugo Eduardo Pérez Sánchez, jugando con nombres y apellidos de connotados sacerdotes dominicanos.

“Todo eso estaba vinculado, yo creo que eso también provocó el ataque”, manifestó Cuello Hernández. Hay que recordar, significó, que “a mí me sacó de la cárcel monseñor Ricardo Pittini, eso molestó mucho a Johnny Abbes, que falseó mi participación en el Movimiento, atribuyéndome la colocación de bombas, lo cual no era verdad”.

 José estuvo preso en “La Victoria” y en “La 40”, antes del destierro. Cuando Trujillo vio el falso expediente que preparó Abbes le preguntó qué hacía ese hombre suelto. “Usted lo soltó, Jefe”, replicó el jefe del Servicio de Inteligencia Militar. Ya Cuello estaba en España.

Don Antonio envió allí a su hijo el recorte con la noticia de la explosión, pero éste ya había sido informado del caso. “Papá no era ningún tonto, él sabía bien lo que pasaba”.

“Ese equipo al que yo llamo el marxismo-trujillismo, jugó un papel importante en la vida política dominicana”, comentó José Israel refiriéndose a “La Nación” y a “Radio Caribe” que, a su juicio, eran espacios que “Trujillo le dio a Johnny Abbes para sus bellaquerías”.

Editorial Duarte siguió existiendo hasta 1998, en la misma dirección: “Mercedes esquina Arzobispo Meriño”. “Polanco Radio” aún funciona en el mismo lugar.

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