Reportaje
FedericoVelásquez

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El 21 de junio de 1930 empezó para aquel luchador  un calvario de cuatro años, de irreductible e infructuoso batallar contra el destino, de oscuras  miserias por él soportadas con estoicismo singular hasta caer en la fosa de un oscuro cementerio de Puerto Rico, vencido por la muerte, pero no doblegado.

Luis F. Mejía pudo referirse a Federico Velásquez Hernández en esos términos laudatorios y en la prensa dominicana en diciembre de 1961 cuando ya había sido eliminada la tiranía de Trujillo por la que el reconocido maestro, político, economista, sociólogo, filósofo, periodista, funcionario y ex vicepresidente de la República se ausentó del país y no regresó jamás. La muerte le sorprendió en Borinquen, donde padeció un angustioso exilio. Ya conocía el amargo sabor del destierro por su oposición a la dictadura de Ulises Heureaux y al Gobierno de facto de Alfredo Victoria, surgido tras el magnicidio de Ramón Cáceres.

Su condición de desafecto al régimen de 31 años parece que fue la motivación prevaleciente para que, casi abandonando el país los familiares del desaparecido Jefe, se designara una calle de Santo Domingo con el nombre del activo revolucionario, un cerebro privilegiado que se convirtió en asesor político y financiero de varios gobernantes.

Porque a pesar de la reivindicación de sus últimos años empleados en combatir la satrapía, en su incansable trayecto como hombre público, en más de una ocasión buscó la sombra protectora de los norteamericanos.

Estudiosos del pasado de Velásquez reconocen  sus capacidades y talento pero no dejan de considerarlo un “abanderado del entreguismo” que “confió en Washington toda su vida”.

Concertó con el presidente norteamericano Teodoro Roosevelt la Convención de 1905,  y no protestó cuando un barco de guerra norteamericano bombardeó tropas insurrectas que se movilizaban en “Pajarito” (Villa Duarte). Alegó que “nuestro pueblo requería, por ser una comunidad de degenerados, una tutoría y fijó sus ojos en los Estados Unidos para que desempeñaran esta función y el ulterior desembarco de contingentes armados”, según el Diccionario Enciclopédico Dominicano. A él y a Emiliano Tejera se le atribuye, además, la paternidad de la Convención Domínico-Americana de 1907.

En 1916, añade, cuando el territorio estuvo ocupado por los marines, Velásquez “negó toda cooperación” a la Unión Nacional Dominicana, contraria a los invasores.

Contra Trujillo.   Federico Velásquez, sin embargo, no colaboró con Trujillo cuando éste traicionó a Horacio Vásquez, derrocándolo, y en 1930, se opuso a la candidatura presidencial del naciente dictador luego de la revolución pacífica presidida por Rafael Estrella Ureña.

Ángel María Gatón, otro reputado escritor que, a meses del ajusticiamiento de Trujillo, exaltó las virtudes de Velásquez, reproduce las palabras del aguerrido luchador: “Ustedes vienen a romper el pacto para darle paso a un militar, pero les pesará y trabajo les costará quitárselo de encima”.

En el Partido Progresista, Velásquez formaba con Ángel Morales la fórmula política contra la Coalición Patriótica de Ciudadanos que apoyaba a quien luego sería proclamado “el Generalísimo”.

El 21 de junio de 1930 el resoluto dirigente llegaba a Borinquén junto a su hijo Guaroa. “La legación de Santo Domingo amparó su salida”. A Guaroa, apunta Luis F. Mejía, “le esperaban largos años de pruebas y de sufrir”. Felizmente se convertiría en uno de los más sabios profesores de la Universidad de Puerto Rico. Regresó a su tierra en 1961.

En octubre de 1933, el tirano emitió una ley que declaraba a Federico Velásquez “Traidor a la Patria”. El manifiesto incluía bajo esa categoría a Estrella Ureña, Ángel Morales, Manuel Alexis Liz, Federico Ellis Cambiaso y Valentín Tejada. Se les acusaba de estar dedicados en el exterior “a vejar las instituciones dominicanas”. El proyecto de ley fue presentado por el senador Mario Fermín Cabral.

“Extremadamente civilista”.

Otros autores no destacan rasgos negativos en las actuaciones públicas de Federico Velásquez. Lo definen honesto y sencillo. Gatón enfatiza sus demandados y diversos conocimientos, sobre todo en finanzas, y refiere su falta de ambición al declinar la presidencia al renunciar Juan Isidro Jiménes. “La rechazó categóricamente manifestando: “Yo no soy un desesperado.

El político que no tiene calma y no sabe esperar es un fracasado”.

Lo llama progresista, extremadamente civilista y dice que éste “dejó constancia de su vocación por el magisterio en la prensa y en las aulas” pero la política “lo sedujo a su estadio con paso firme. Duró 30 años entre sus redes. Su orientación fue hacia el centralismo”.

“Orden y honradez” fue el lema de su partido. “En ambos era rígido, eso lo mantuvo como líder de una minoría”, apunta.

Vicepresidente en el  primer periodo de Horacio Vásquez, sirvió también funciones en las administraciones de Jimenes, Cáceres, Morales Languasco y otros que le consultaban “por su competencia en asuntos fiscales”.

Nació en Guazumal, Tamboril, el 2 de marzo de 1867, hijo de Jacinto Velásquez Lajárriga y Eduvigis Hernández López. Fue Normalista investido en las enseñanzas de Eugenio María de Hostos. Profesor de las escuelas “Trinitaria” y “Normal” de la capital y de Santiago, se dedicó por un tiempo al comercio. Se destacó “en el periodismo doctrinario” y como escritor polémico. Dirigió el periódico “La Redención”. En Monte Cristi fue administrador de “Rentas Unidas”.

Estuvo casado con su parienta Filomena Hernández. No hay noticias de otros hijos, además de Guaroa. Federico Velásquez falleció en San Juan, Puerto Rico, el 26 de julio de 1934.

No fue posible localizar familiares que le sobrevivan.

La calle.   En diciembre de 1961 se denominó “Avenida Federico Velásquez” a la antigua “William Morgan”. La resolución, que lo señala sólo como “distinguido hombre público dominicano”, dice que el Ayuntamiento resolvió dar nombres a ensanches, parques, calles y otras vías que entonces llevaban los de los Trujillo y allegados.

Nace en la calle “Ascanio Pérez Delgado”, de María Auxiliadora, y termina en la “Hermanos Pinzón”, en Villa Consuelo.

Antecedentes

Federico Velásquez

2 de marzo de 1867

Nació en Guazumal, Tamboril, hijo de Jacinto Velásquez Lajárriga y Eduvigis Hernández López. Fue Normalista investido en las enseñanzas de Eugenio María de Hostos. Profesor de las escuelas “Trinitaria” y “Normal” de la capital y de Santiago, se dedicó por un tiempo al comercio. Se destacó “en el periodismo doctrinario” y como escritor polémico. Dirigió el periódico “La Redención”. En Montecristi fue administrador de “Rentas Unidas”.

Estuvo casado con su parienta Filomena Hernández. No hay noticias de otros hijos, además de Guaroa. Federico Velásquez falleció en San Juan, Puerto Rico, el 26 de julio de 1934.

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