Hijo de Juan Bosch atribuye falta de rigor científico a investigación de Vega, la califica de tergiversada versión de los hechos y dice que la información sólo busca manchar su honra, la de su familia y la de su padre
Patricio dice que participar en una acción de ese tipo hubiera sido deshacer con los pies lo que su padre construía, empeñado en llevar Gobierno de Balaguer a la legalidad democrática.
Sr. Director: En la edición pasada correspondiente al día 1 de febrero del 2011, en la sección Opiniones del periódico dominicano Hoy, que usted dirige aparece un inaudito artículo del señor Bernardo Vega titulado: «La CIA infiltró al MPD» y en el cual, en su penúltimo párrafo afirma que estando el que suscribe en París en julio de 1971, el embajador dominicano en París, José Rafael Molina Ureña, estaba promoviendo junto con la colaboración de altos oficiales de las Fuerzas Armadas dominicanas (por ejemplo, general Elías Wessin y Wessin) la creación de un plan subversivo y magnicida Frente Operativo Antibalaguerista, a través de mi persona (Patricio Bosch) el cual sería apoyado política y diplomáticamente en un futuro por otros países latinoamericanos (Cuba y Chile) y yo estaría irresponsablemente y supuestamente implicado, «proveyendo pasaportes e información».
Resulta muy cuesta arriba para un historiador como el señor Bernardo Vega, aceptar como veraces estas calumniosas e infundadas infamantes malas informaciones, y no ponga él desde el principio, -como debe hacerlo toda metodología científica, y todo buen historiador, en tela de juicio plena- a la malintencionada fuente de información documental o al supuesto testigo personal del supuesto hecho, puesto que tales noticias deben ser sometidas al más estricto escrutinio y filtración, para no dejarse caer en las putrefactas redes de la difamación y la calumnia, porque ellas son totalmente falsas, absurdas e ilógicas, ya que no solo denostan injustificadamente a mi persona, sino que también tienen un fin histórico y políticamente más siniestro, y es acusar injustamente y tratar de enlodar, ladina aunque infructuosamente, el prestigio internacional de ambos gobiernos hermanos de Cuba y de Chile, -(que tan valiente y oportunamente defendieron en la ONU, en la OEA y en sus propios territorios la soberanía dominicana frente a la ilegal y descarada intervención y ocupación militar extranjera, en 1965 )- de inmiscuirse ilegalmente entonces en los asuntos políticos, exclusivos internos dominicanos, y tales maquinaciones concuerdan muy bien y van en consonancia con los planes de desinformación anti subversiva que entonces fraguaba y ponía en práctica la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos en todo nuestro hemisferio.
El señor Bernardo Vega, al atreverse a aceptar como buenas y válidas tales calumnias y repetirlas, sin pensarlo dos veces y sin agregar el más mínimo análisis, es afirmar implícitamente que yo era tan estúpido como para deshacer indebida e irresponsablemente con mis pies, con escasa experiencia política por mis juveniles años, poco más de 20 abriles, lo que mi padre, Juan Bosch, construía con las manos es algo verdaderamente inaceptable e incalificable. Para entonces, mi padre estaba empeñado en llevar al Gobierno del Presidente Balaguer a su legalidad democrática burguesa, es decir, a impedir la matanza injustificada y selectiva de jóvenes dominicanos por mera sospecha de que fueran militantes de izquierda, en manos de la tristemente famosa Banda, en consonancia con los planes anti subversivos y terroristas de Estado, puestos en práctica en todo nuestro continente.
No olvidemos que Dan Mitrione, ajusticiado en Uruguay por los Tupamaros, tuvo en Quisqueya una destacada participación en el éxito de tales operaciones militares, que al fin y al cabo culminaron con el triste, célebre, criminal e ilegal Plan Cóndor, responsable de la muerte y desaparición de muchos ciudadanos en Centro América y en América del Sur.
Mi padre había retornado al país con una lista de decenas de jóvenes dominicanos posibles, probables o futuras víctimas del régimen de 12 años y se embarcó en una denodada lucha de denuncia pública para impedir tal masacre.
¿Cómo podría yo hacer entonces todo lo contrario a lo que mi padre hacía, justificando con mis supuestos actos conspirativos una mayor represión antipopular por parte del Balaguerato?
¿Quién en el país o fuera del país me conoce como díscolo, cabeza caliente o irresponsable, opuesto públicamente a los ideales, procedimientos políticos de mi padre?
¿Cómo yo siendo orgullosamente extranjero podría intervenir entonces, ni ahora ni jamás, de manera tan infame, a contrapelo de mi padre, en la política interna dominicana, y darle justificación a la derecha reaccionaria nacional e internacional para atacar a mi patria natal?
¿Cómo el señor Vega no puede ingenuamente dejar intuir y así ilustrar a los lectores de su artículo y del periódico Hoy, que todo esto no podría sino ser parte de toda la consabida trama habitual de calumnias tejidas y dirigidas contra mi padre, por parte de la CIA, y toda su corte de obsecuentes servidores y aduladores?
No basta con afirmar a la ligera que: «altos jerarcas de la CIA restaron credibilidad a esas noticias parisinas», pues la ética periodista, el rigor histórico, la dignidad de mi padre, y mi dignidad y la de mi familia exigen y merecen más que esas simples aclaraciones, y obligan a más, siendo esta una tergiversada información dirigida a alimentar a la opinión pública dominicana e internacional. Uno no puede escapar de la lamentable, auque no sorprendente realidad de que todavía en el país hay personas y sectores que son profesionales del chisme politiquero, y que son polemistas profesionales, que les encantan y se alimentan financiera y políticamente en sembrar dudas, controversias y polémicas en torno al prístino legado de honradez, dignidad, servicio público y patriotismo inigualable dejado por mi progenitor a los pueblos dominicano, caribeños y latinoamericanos.
Una forma vil de sembrar y establecer tales dudas, siguiendo la máxima goebeliana de: «Miente, miente, que algo quedará», es tratar infructuosamente de enlodar post mortem el buen nombre de Juan Bosch y el de su familia, en tramas infecundas, ladinas en las que su autoridad, moral o prestigio queden en entredicho.
Al señor Bernardo Vega, destacado economista e historiador de larga data, le corresponde demostrar públicamente haciendo un público desmentido en la prensa, que él no es ni será parte de los sectores calumniadores.
En lo que a mí respecta, Señor Director, agradezco previamente la atención y la acogida a estas líneas y le pido encarecidamente que usted no permita que su prestigioso periódico, que dirige con tanto acierto, sea convertido en bocina de la infamia y de la calumnia contra mi persona, contra mi familia, ni contra la memoria gloriosa y respetable de mi padre, que merece permanecer tranquilo en la eternidad, y cuyo único patrimonio que cuidamos como la niña de nuestros ojos es un honra pública y privada, labrada con arduo trabajo, con valores éticos y políticos que deben constituirse en paradigma y patrimonio moral y nacional para el pueblo dominicano.
Sin más por el momento, queda de usted, atentamente: licenciado Patricio Bosch Quidiello.