Años antes de que ingresara a un hogar de ancianos, Miguelito Cholito Mateo tenía una estación de peaje frente a la estación del Cuerpo de Bomberos, en la avenida Mella de Santo Domingo. Allí, con rostro de lástima, pedía motas, después cheles y en la medida en que se devaluaba el peso, requería a sus habituales samaritanos cinco, 10 o 25 centavos. Durante años vivió de la caridad.
Nunca se le conoció esposa, hijos, ni parientes. Era un hombre solitario al que le gustaba empinar el codo y fumar. Solía dormir sus borracheras en cualquier callejón, sin que nadie lo molestara. Vivía sin estrés ni complicaciones, ni responsabilidades de ningún tipo. Pero el tiempo, el implacable, lo vigilaba de cerca.
José Lucía, Gavi, y el haitiano José Luis, tres ancianos que posteriormente ingresaron al mismo hogar de ancianos que Cholito, lo recuerdan a principios entre los años de 1956/62, mendigando en la avenida Mella. Para esa época no había muchos pedigüeños en la ciudad. Pero Mateo se las ingeniaba para conseguir alimentos, bebida y cigarrillos. Sus amigos aseguran que tenía alrededor de 60 años.
Un día cualquiera de 1988, para sorpresa de quienes lo conocían, apareció una hermana, María, curiosamente apodada Cholita. Una señora que los conocía a ambos, María Durán, hizo gestiones y los ingresó a ambos, Cholito y Cholita, en el Hogar de Ancianos San Francisco de Asís. Desde el 13 de septiembre de 1988 ambos hermanos están recibiendo atenciones, medicamentos, amor, cariño y ternura de las monjas que dirigen el lugar y los empleados que laboran allí. El techo, lleno de filtraciones, amenaza toda la estructura.
Ambos forman parte de los casi 15,000 hombres y mujeres con más de 65 años, la mayoría enfermos de diabetes, hipertensión y otros problemas de salud, que conviven en hogares para ancianos o centros geriátricos. Según datos oficiales de la secretaría de Salud Pública, el 7 por ciento de la población dominicana, calculada en 9.7 millones, tiene más de 65 años.
La vida para Cholito y Cholita en el hogar de ancianos San Francisco de Asís no es placentera en abundancia y comodidades. Esa institución, dirigida por abnegadas religiosas y dedicadas personas, tiene muchas precariedades. Las monjas que lo dirigen hacen esfuerzos sobrehumanos, pidiendo de puerta en puerta, para alimentar a casi 300 ancianos, medicarlos, comprar pampers, y suplir otras necesidades. La subvención que reciben de Salud Pública, según las religiosas, apenas alcanza para el combustible de la planta.
Este segmento de la población es muy vulnerable. Muchos ancianos son abandonados por sus hijos y familiares. Humillados, enfermos, avergonzados, sin recursos económicos para sobrevivir, muchos encuentran en los hogares de ancianos un lugar para terminar allí los últimos años de su vida.
Otros ancianos deambulan por las ciudades, en arterias comerciales y en concurridas intersecciones de calles y avenidas, pidiendo limosna. Aún a riesgo de ser embestidos por conductores de vehículos, se los ve en horas diurnas y nocturnas con la mano extendida, pidiendo el favor para sobrevivir. Hay casos en que algunos familiares utilizan a estas personas para explotarlos económicamente.
En muchos casos, en nuestra sociedad los ancianos, en sentido general, son discriminados, abusados. Abundan las denuncias de abandono de envejecientes por parte de hijos, hermanos y parientes que no asumen la responsabilidad de cuidarlos. Los dejan a su propia suerte. Sin embargo, también en el seno de muchas familias son cuidados con amor y ternura.
A costa de los ancianos se hacen han tejido, a través de los años, crueles calificados, despectivos, y chistes de mal gusto que denigran la condición humana. Los hay de todos los colores y calibres. Los más benignos son viejo y abuelo.
Insultos y chistes
Los insultos más comunes: Viejo/a loco/a, viejo/a del diablo, viejo/a de la mierda, viejo/a cagón/a vejestorio , carcamal, anciano/a, viejo/a seboruco, viejo/a inútil, viejo/a azaroso/a, maldito/a viejo/a, viejo/a metiche, viejo/a chismoso/a, viejo/a alcahuete/a, viejo/a sinvergüenza, viejo/a baboso/a, viejo decrépito/a, viejo/a chocho/a, viejo/a turulato/a, viejo/a inútil, viejo/ cascarrabias, viejo/a verde.
Salud Pública
La Dirección General de Protección a la Vejez de la secretaría de Salud Pública y Asistencia Social tiene la responsabilidad de proteger a este segmento de la población. La dependencia es dirigida por el doctor Pedro Califa Khoury Hernández, quien asegura que el Gobierno asiste a unos 15 ancianos en todo el país en hogares permanentes y los llamados hogares de día, es decir, donde los envejecientes pernoctan durante horas diurnas y retornan a sus hogares en la noche.
Nosotros le damos a los hogares de ancianosm una subvención mensual, le damos leche a través de programas de alimentación y le damos medicamentos gratis, refiere el Khoury Hernández. Alrededor de 8,700 ancianos saludables reciben medicamentos gratis para diabetes e hipertensión.
Algunos de los 28 ,hogares de día de Salud Pública están ubicados en provincias fronterizas, como Elías Piña, donde operan tres. Cada uno recibe aproxidamente 50,000 mil pesos al mes de subvención.
Otros 24 hogares fijos para ancianos están ubicados en distintas provincias. Reciben alrededor de un millón y medio de pesos al mes en subvención. La suma no alcanza para cubrir los gastos. Cuatro más están en proceso, uno de ellos en Guayacanes, próximo a la playa. Hay 37 fundaciones a nivel nacional que trabajan con envejecientes. También funcionan clubes de ancianos en Sierra Prieta, Palavé y Villa Mella.
Con alrededor de 700 empleados a nivel nacional, la dependencia que dirige el doctor Khoury Hernández opera con precariedades económicas para satisfacer la demanda de los hogares de anciano.
Que es un anciano?
Individuo en el que existe un deterioro de la reserva homeostática de cada sistema orgánico con un déficit gradual desde el punto de vista físico, psicológico, sexual y consecuentemente con detrimento en el aporte económico. El perfil del proceso de envejecimiento es prácticamente homogéneo entre los países de América Latina.
Maltrato familiar
En los últimos años ha supuesto un gran escándalo social, la comunicación de casos de indignante maltrato a personas mayores, por parte de su propios familiares o personas de convivencia. Algunos varones son explotados por su familia, y algunas mujeres han llegado a sufrir el llamado «Síndrome de la Abuela Esclava» por la que algunas familias, abusan de la confianza que le supone, para que trabaje para ellos, sin que ellos tengan consideración con ella. En la mayoría de los casos, el maltrato pasa a ser psicológico y casi imperceptible. Otro tipo de caso es que la familia o convivientes ya no los quieren porque se ve a la persona como un estorbo. Por lo general esta idea se da por falta de dinero para mantener tanto a él como al resto de los familiares o convivientes del hogar. Los asilos de ancianos también son criticados duramente por acusaciones graves de maltratos físicos y psicológicos, como también a falta de atención y el poco cuidado que reciben.