REPORTAJE
Manolo, el 1J4 y Piero Gleijeses

REPORTAJE<BR>Manolo, el 1J4 y Piero Gleijeses

Fidelio Despradel
La Historia tiene quienes la hacen y aquellos que la comentan. A quienes nos ha tocado de alguna manera el rol de hacerla, estamos siempre expuestos a ser enjuiciados por nuestras acciones.

Desde    1959, cuando a los 22 años me inicié en  la militancia política revolucionaria, ahora cincuentenaria, he sido   blanco de diferentes tipos de juicios donde nunca han faltado las acusaciones y diatribas de tipo personal. Mi actitud siempre ha sido no contestar ese tipo de distracciones.

Si en esta ocasión he decidido dedicarle unas líneas a las recientes declaraciones hechas por el señor Piero Gleijeses contra mi persona, lo hago fundamentalmente porque en su esencia sus palabras no me buscan a mí, sino a la figura de Manolo Tavárez, el apóstol y más grande líder habido en el país en toda nuestra historia republicana, y al Movimiento Revolucionario 14 de Junio, que es al decir de muchos historiadores: “la más significativa organización revolucionaria habida en el país en toda su historia”.

Entonces, por Manolo y su generación política y por el Movimiento Revolucionario 14 de Junio, me he sentido en la obligación moral de aclarar ciertos datos históricos, principalmente, porque existen en nuestro país más de una generación de dominicanas y dominicanos que no vivió la experiencia del 14 de Junio y de la Guerra de Abril.

En primer lugar, recuerdo que supe de Piero Gleijeses cuando éste sostuvo una larga entrevista con Baby Mejía, mi hermano de lucha e ideales, y debido a los rumores de que  Gleijeses pudiera ser un agente enemigo, como secretario general del 14 de Junio, instruí a los demás compañeros, como medida precautoria, para que no le concedieran más entrevistas.

En la última versión de su libro (La Esperanza Desgarrada), el señor Piero Gleijeses plantea en la página 244 que me realizó una entrevista en el año 1970, y se apoya en esa entrevista –la única que según él realizó a Fidelio  Despradel- para confirmar muchas de las peregrinas afirmaciones que vierte en su libro. Pero resulta que en el año 1970 yo tenía más de dos años viviendo clandestinamente en una remota sección rural del Noroeste del país denominada “Villa Lobo Adentro”, integrado a la producción como obrero agrícola, con el seudónimo de Gerardo; que regresé a la ciudad de Santo Domingo a finales de ese año y que lo hice en forma clandestina porque en esos años el régimen de Balaguer impulsaba una feroz persecución contra todos nosotros, y que es imposible, en esas condiciones, que el señor Piero Gleijeses me hubiera entrevistado.

Las medalaganarias conclusiones del señor Gleijeses sobre mi persona expuestas en su libro las hace sobre la base de testimonios de “terceros”, quienes en su mayoría protagonizaron una lucha feroz y sucia contra el sector político donde militábamos Polo Rodríguez, Juan Miguel Román, Baby Mejía, Homero Hernández, Orlando Mazzara, Amaury Germán, Pichi Mella, Osvaldo Vásquez, Roberto Duvergé, Rodrigo Lozada, Luis Parrisch, Reyes Saldaña, Aniana Vargas, Marinita, Mercy Ogando, Iván Rodríguez, Rafael Chaljub Mejía, Federico Díaz, Sonia Macías y un sinnúmero más de militantes de “los duros” del 14 de Junio, como los ha bautizado el señor Gleijeses.

Pero como dije, las acusaciones de este señor a Fidelio Despradel no me interesan; nunca he respondido tal tipo de acusaciones. Me interesa muchísimo más defender la integridad de las figuras de Manolo Tavárez y de Minerva Mirabal, para que las próximas generaciones no hereden héroes decorativos, sino ejemplos vivos para las luchas que deberán ser libradas contra las injusticias sociales que hoy más que nunca se imponen en República Dominicana.

Manolo era un gigante, como Juan Pablo Duarte; líder de las mejores causas del pueblo dominicano. Un cierto grupo de personajes, algunas y algunos que militaron junto a él, lo quieren proyectar como un ser carente de carácter, pequeño burgués en su fundamento ideológico, avasallado por la gran personalidad de su amada esposa y compañera de lucha e ideales.

 Contra estos atentados luchamos aquellos revolucionarios que acompañamos a Manolo en su gran aventura de vida, y que hoy continuamos, por otros medios, pero con las mismas convicciones políticas y humanas.

Presentar a Manolo como un líder que podía ser “chantajeado” por un grupo de sus seguidores, todos fieles a su liderazgo y quienes no superaban los veintidós y veintitrés años, sin la experiencia e inmenso prestigio que ya el líder había acumulado, es una falacia histórica que solo ha encontrado eco en espíritus mediocres prestos a contribuir, con esa deuda pendiente de la oligarquía dominicana y del imperialismo, a desprestigiar al gigante de Manaclas.

Se suman a este coro muchos que han cobrado y cobran factura por su participación en aquel trozo de nuestra historia, a los que les conviene evocar la memoria de un Manolo Light, como memoria hueca, sin sustancia ni repercusión futura, alejado del marxismo como corriente política y método para analizar la sociedad; un Manolo para la rendición de los revolucionarios.

Manolo, además de antiimperialista consecuente; de revolucionario de una sola palabra, que hacía coincidir su palabra con su acción, era un estudiante y difusor del marxismo. Todos nosotros nos iniciamos en estas lides bajo su férrea voluntad y capacidad de otear el porvenir.

La insurrección guerrillera constitucionalista se inscribe dentro de una línea de actuación que empezó con la decisión, desde la reunión constitutiva del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, en Mao (enero de 1960), de “trabajar para organizar la insurgencia del pueblo dominicano” contra el régimen de Trujillo; que continuó con la carta personal de Manolo a Fidel Castro solicitándole ayuda de la revolución para entrenar militarmente a cuadros de nuestra organización; que prosiguió con la creación de una academia político militar después de ajusticiado Trujillo, y con el famoso discurso de Manolo el 14 de junio de 1962.

Todo ello era parte de esta cadena, y llevó a nuestra organización a producir la insurrección guerrillera de noviembre de 1963, que se hizo bajo la bandera política de la Constitución de 1963 y del derrocamiento del Triunvirato.

En un afán de minimizar a Manolo y al 14 de Junio, el señor Gleijeses procura golpear a Fidelio Despradel para omitir o tergiversar vulgarmente los hechos.

Lo mismo hace cuando aborda el tema de la Guerra de Abril. Fue el grupo de “los duros” (como él nos denomina), el que convocó la histórica reunión del Comité Ejecutivo Provisional (página 342 de su libro) en la tarde del 25 de abril, en el apartamento del padre de Amín Abel.

Fuimos nosotros quienes propusimos el apoyo militante del 14 de Junio a la insurrección en curso, y quienes propusimos, primero, la asignación de todos los cuadros dirigentes y los militantes en diferentes puntos de la ciudad y que los compañeros Juan Miguel Román y Rafael (Fafa) Taveras fueran los responsables militares para toda la organización (todo ello para preservar la unidad de la organización, contrario a lo que usted plantea)

Fidelio Despradel, y con él todos los cuadros militares y políticos bajo nuestra influencia, respetamos este acuerdo, incluso después de la caída de Juan Miguel Román, que para la fecha de su muerte, el 19 de mayo, era ya el líder militar indiscutible del 14 de Junio.

Muchas de las más importantes decisiones de la guerra se tomaron con mi participación, o por iniciativa mía. Me refiero, tan solo como ejemplo: a la creación de la Academia Militar 24 de Abril, que fue una iniciativa del Buró Militar; la ocupación de las Aduanas por parte de un comando del 14 de Junio (que fue propuesta a Francis Caamaño por Fidelio Despradel y Fafa Taveras); la fortificación del vulnerable cordón de las Aduanas (el flanco más débil de la Zona Constitucionalista), bajo mi exclusiva iniciativa y responsabilidad; la inspección y construcción de todo el perímetro de defensa, después del ataque artero del ejército norteamericano de los días 15 y 16 de junio; y principalmente, las revolucionarias relaciones con el coronel Caamaño, con quien desarrollé una relación de amistad y confianza mutua que trascendió la Guerra de Abril, como está ilustrado por múltiples publicaciones y por mi libro: Operación Verdad: De Héroes y Traidores.

ZOOM

Sobre Fidelio

Al participar en el almuerzo del Grupo de Comunicaciones Corripio, Gleijeses aseguró  que Fidelio Despradel representa lo peor del Movimiento 14 de Junio en términos humanos, teóricos  y de valores personales. Dijo que Despradel,  junto a otros miembros del grupo político, chantajeó a Manolo Tavárez Justo con amenazas de denunciarlo como traidor y cobarde porque  sabía que la guerrilla de  Las Manaclas era un suicidio. “Fidelio Despradel no me impresionaba, como tampoco Roberto Duvergé; de los súper sabios el único que me impresionaba era Juan Miguel Román”.

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