Reportaje
Museo del Hombre en notable deterioro

<STRONG>Reportaje<BR></STRONG>Museo del Hombre en notable deterioro

Rita María Tejada, distinguida escritora y profesora asociada de una reputada universidad estadounidense donde dirige el departamento de Español y Literatura, está escandalizada como profesional, avergonzada como dominicana porque en una visita que realizó al Museo del Hombre Dominicano con sus estudiantes encontró la más deprimente situación de negligencia, deterioro, ignorancia, chapucería y abandono “que ojos humanos hayan visto”.

Sucio, telaraña, faltas ortográficas, piezas rotas, en el suelo o almacenadas, incongruencias gramaticales, faltas ortográficas, fotos y piezas despegadas de los muros y bases son el panorama capturado por ella con su cámara digital.

Es ejecutiva de “Luther College”, de Iowa, y vino con trece alumnas a llenar requisitos de la mini concentración en lengua castellana: pasar tres semanas aquí, tomar clases, vivir con una familia nativa y pasar el resto del tiempo conociendo la República, sus gentes y cultura. En FLACSO recibieron apoyo teórico.

En el Museo sufrieron tremenda decepción. Las niñas, muy discretas, no quisieron abochornar a su maestra, oriunda de Santiago de los Caballeros, y sólo comentaron la falta de energía eléctrica por lo que es necesario abrir las ventanas a riesgo de que tan numerosas palomas que allí hacen nido y vuelan hagan daño a la estructura al vaciar sus excrementos, comentó Tejada.

“Me causó mucho malestar mostrarles a ellas esas puertas y paredes sucias, llenas de telarañas, por las que aparentemente no ha pasado una escoba en mucho tiempo”, manifestó. También lamentó que apreciaran tantas faltas gramaticales personas a las que ella imparte español. “Es una contradicción con lo que les enseño. Uno las trae para que tengan la oportunidad de inmersión en otra cultura ¿y cómo es posible que esto suceda? Es mi país, me duele, me duele la impresión que ellas se llevan”, agregó.

Espectáculo deprimente

“La gran mayoría de las muestras que hay en el Museo no tiene identificación, ahí no se sabe qué es qué”, manifiesta, empezando su recorrido por la Sala Taína. En toda la institución sólo encontró correcto el panel que describe el origen de las palabras indígenas.

Después, a período le falta la o, a taíno, la i, “pero aquí faltan todas las letras anteriores, no sé lo que quiere decir”, exclama mostrando diagramas, módulos, paneles, vitrinas.  Advirtió que en un espacio de ese pabellón apenas quedan números y letras y supone que para fines de inventario. Le extrañó que en otro lado sólo quedó el espacio de donde aparentemente hubo piezas. “Algo falta ahí”, mostró.

Fotografió objetos rotos, en el suelo, descuadrados en los muros y ganchos vacíos donde debían estar colgando. Una jutía disecada está ya rota. Las representaciones de los petroglifos “parecen hechas por alumnos de séptimo grado, en papel al que le pasaron yeso, para simular, y las colgaron con dos cáñamos”.

Bajo un panel vio que decía “Hechazo por” y en otro encontró infinidad de palabras sin acento: “arqueologicamente”, “ceramica”, “teorias”, “tardios”, “tainos”, “limitrofe”… No sabe, en otro orden, “qué hace el esqueleto de una cabeza dentro de una cerámica” ni  por qué faltan como 500 letras en un rótulo que expresa: “En muchos caso”, “Estos grupo”, “Santo Dmingo”, “Deplazaron”. Tampoco  por qué escribieron con marcador la nota al pie de una pieza. Luego leyó “Caza de mant” y asume que quiere decir “Caza de Manatí”.

En la cuarta planta resume “Faltas de ortografía, de acentos, mal uso de tildes, como en el caso que escribieron “dió”.  Y añade: “Hay una oración a la que separaron el sujeto y el predicado por una coma: ‘La mascara de diablo cojuelo y el uso de vejigas de puercos, son tradiciones heredadas de la España Medieval”. Se traslada a la llamada “Sala de África” que según ella debería ser “Sala de la influencia africana en la República Dominicana”. Ahí, comunicó, “sólo ves las sombras de lo que era, no se sabe”, refiriéndose a las identificaciones escritas “que cayeron y nadie las ha repuesto”. Observó el título “Materiales arqueológicos y etnológicos relacionables” debajo del cual no hay nada y vio que Los Congos de Villa Mella, que la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad, “tiene un altar muy bonito, pero el techo se está cayendo”.

El inventario de faltas y descuido es extenso, avalado por más de 50 fotos que tomó Rita. Captó un letrero que dice: “Excusenos, estamos trabajando para servirle mejor” y al respecto comentó: “Fuera yo y honestamente, cerrara el Museo hasta que termine el trabajo, porque no está presentable para nada”.

Relató que vino en 2006 y el Museo no estaba en tan deplorable condición. “Ahora lo veo en un estado de deterioro mayor, me escandalizó la falta de continuidad y seriedad hacia la cultura dominicana”. Expresó: “No lloro porque, aún así, la gente aquí es la más buena del mundo”.

En síntesis

Tremenda decepción

Llevó a sus estudiantes extranjeros al museo pero le  causó mucho malestar mostrarles “esas puertas y paredes sucias, llenas de telarañas por las que aparentemente no ha pasado una escoba en mucho tiempo”. También observaron muchas faltas gramaticales en los textos de las exposiciones.

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