REPORTAJE
Nadando con manatíes

<STRONG>REPORTAJE</STRONG><BR>Nadando con manatíes

Bávaro, Higuey.- Yaroslaw Mazur, polaco y experimentado fotógrafo submarinista que se precia de ser amigo de Román Polanski, se llevó el gran susto de su vida cuando buceaba en los arrecifes, cerca de la costa y, mientras disfrutaba del formidable paisaje marino, se encontró con una manada de extraños animales que sólo conocía en libros, videos y documentales: Eran Manatíes.

“¡Oh my God! “It was so exciting, I will never forget that day, that was something amazing”. Recrear ese encuentro con manatíes cambió en parte la vida de este profesional de la fotografía. Mazur vive en Nueva York, pero desde que observó a los mamíferos acuáticos ha retornado 19 veces a Bávaro. Es el responsable de videos acuáticos y formidables tomas de turistas interactuando con estos animales.

Mazur maneja la empresa “Global Divers” y se asoció con Walter Fischbutter, responsable de excursiones acuáticas. El empresario alemán tiene una escuela de buceo, “VIP Divers”, avalada por PADI, (The Wey The World Leans To Dive) y trabaja con siete hoteles del área.

Walter, quien observó a los manatíes por primera vez en el 2007, no oculta la emoción cuando habla del tema: “Nadar con manatíes es una de las actividades que más turistas atrae a Bávaro. Ellos tocan a estos mamíferos con sus manos, los acarician, nadan y juegan con ellos. Se divierten como niños debajo del agua, es decir, sin ningún tipo de maldad o malicia. Los turistas le rascan la barriga y ellos se duermen. Eso digno de ver. Es una experiencia que ningún ser humano puede olvidar”. Fischbutter habla cinco idiomas.

Nadar con manatíes es una experiencia única en la vida.  Interactuar con estos mamíferos es un privilegio de la naturaleza que muchas personas disfrutan libremente.

Walter Brandle, empresario turístico, opina que la presencia de manatíes que interactúan con turistas “es lo mejor que puede ocurrirle a Bávaro, un polo turístico arrabalizado y donde hay tantas cosas que ordenar. Creo que estamos iniciando una nueva etapa del turismo sostenible en la zona. Nunca habíamos observado algo similar. Es, sencillamente, grandioso, emocionante, indescriptible observar la inocencia de estos mamíferos jugando con seres humanos en un ambiente de mutua cordialidad. Son cosas que uno no las ve todos los días.

La zona de buceo ha sido denominada con el nombre de “Butano”. Hay corales, cuevas y hierbas que comen los manatíes. Los turistas son transportados en tres embarcaciones distintas. Si no tienen licencia de buceo, reciben adiestramiento cuatro días antes de la actividad. Todo el proceso es supervisado por buzos profesionales. Esa responsabilidad es del belga  Lesley Vervaet. El costo por persona varía desde 35 a 60 dólares.

La profundidad máxima donde se localizan los manatíes es de seis metros, a 5 minutos de la costa. Los mamíferos suelen aparecer dos veces al año y se quedan varias semanas en la zona.

Extraño y agradable.  En las costas de clima cálido, en ríos y lagunas de agua tibia, abundan las plantas y animales. Hay peces, tortugas, cocodrilos y muchas aves que anidan en las orillas. En esas aguas rodeadas de vegetación y protegidas del viento vive el manatí, un animal marino que habita las costas desde hace miles de años. Se trata de mamíferos acuáticos que pueden vivir tanto en aguas saladas o estuarinas, como en aguas dulces. Es una especie amenazada, en peligro de extinción. Es el único mamífero marino completamente herbívoro.

Los manatíes tienen ojos pequeños y una capacidad visual limitada, y aunque no poseen oído externo, pueden escuchar muy bien, siendo capaces de comunicarse entre sí con chillidos en tono muy alto. En época de crianza, las hembras desarrollan tetas grandes y redondas, como los pechos de una mujer.

Este mamífero tiene un cuerpo largo y redondeado, que se adelgaza hacia la cola, que es fuerte como un poderoso remo. Tiene aletas cortas y gruesas, además de bigotes en el hocico. Toda su piel es gruesa, arrugada y de color gris, aunque es común verlos de color café cuando se les pegan algas acuáticas al cuerpo.

Cuando es adulto, puede medir hasta cuatro metros y pesar tanto como una vaca. Su aspecto es dócil. Parece sonreír con su gran hocico chato, que es parecido al de una vaca, por eso en algunos lugares le llaman vaca marina.

Aunque no puede respirar en el agua, se queda sumergido sin moverse durante mucho rato, ya que en la nariz tiene unos taponcitos que se cierran para evitar el paso de líquidos y se abren cuando sale a la superficie a tomar aire.

Durante las mañanas, el Manatí busca un rincón para protegerse del sol y descansar. En cuanto cae la tarde comienza su actividad. Juega, nada y busca comida. Donde habita, ningún otro animal come sólo plantas. Por  esa razón estos mamíferos no necesitan pelear por sus alimentos.

Los manatíes han sido intensamente cazados por su carne, su gruesa piel y abundante grasa, así como por creencias mágico-religiosas que consideran que sus huesos son amuletos que traen buena suerte.

En época de celo, es decir, cuando buscan unirse sexualmente, los manatíes forman grupos. Las hembras se unen en manadas y buscan aguas tranquilas, lejos del viento y de la gente.

Luego, los machos van a encontrarse con ellas. Al reunirse, varios machos se juntan alrededor de cada hembra y giran cerca de ella, tratando de rozar su cara. Después de jugar un rato, la hembra elige a uno de los machos y ambos buscan un rincón donde aparearse.

 El nacimiento de un manatí es un espectáculo que no ocurre muy a menudo y pocos humanos lo han visto. La cría nace debajo del agua.  El primer alimento que recibe es la leche de su madre.  La hembra y su cría se reconocen tocando su piel, que es muy sensible, mientras se comunican por medio de gemidos.

LA FRASE

Walter Fischbutter

Nunca habíamos observado algo similar. Es, sencillamente, grandioso, emocionante, indescriptible observar la inocencia de estos mamíferos jugando con seres humanos en un ambiente natural, de mutua cordialidad”.