El 8 de marzo de 2007, en medio de un espectacular aparataje de agentes de la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET), funcionarios del Ministerio de Interior y Policía, curiosos amontonados en las aceras y la cobertura de decenas de medios de comunicación, el conductor Libanth Encarnación fue sometido a la primera prueba de alcoholímetro para detectar si conducía en estado de embriaguez. El novedoso aparato analizó en fracciones de segundos el aliento del sorprendido y nervioso hombre. La prueba dio negativo.
La disposición oficial fue amparada en la resolución número 03-06, que prohíbe el consumo de bebidas alcohólicas en vehículos de motor. Le correspondió a la AMET aplicar con todo rigor la referida resolución y la Ley 241 sobre tránsito de vehículos de motor (y sus modificaciones), vigente desde enero de 1967.
Cada agente de la AMET fue equipado con un alcoholímetro, pitillos y dos manuales, uno de la resolución 03-03 y otro con las instrucciones para la aplicación de alcoholímetros en conductores sospechosos de conducir ebrios.