Reportaje
Un cónclave de las  escritoras indígenas con el lema “recuperando la palabra”

<STRONG>Reportaje<BR></STRONG>Un cónclave de las  escritoras indígenas con el lema “recuperando la palabra”

Durante los días 4 y 7 de agosto un nutrido grupo de mujeres escritoras estuvieron reunidas en el Hotel El Conquistador, de la ciudad de Guatemala.

Alrededor de 80 mujeres se sintieron motivadas a asistir al Primer Encuentro Centroamericano de Escritoras Indígenas y Afrodescendientes, organizado por el Ministerio de Cultura y Deportes de ese país, en coordinación con la Universidad San Carlos de Guatemala y  Universidad de Landívar, el Ministerio de Educación y la Comisión Presidencial Contra la Discriminación.

El lema de este encuentro fue “Recuperando la palabra” y sobre la base de recuperar la palabra de las que no han tenido voz en la historia de la literatura del pasado y las que ahora teniendo voz, se les hace difícil romper los esquemas discriminatorios del panorama literario actual.

La realización de este encuentro tenía como objetivo principal propiciar espacios académicos para la discusión de la situación de las mujeres escritoras del área de Centroamérica y el Caribe, con un acento especial en las afrodescendientes y en las indígenas.

En el mismo, fueron programados tres días de conferencias, talleres, foros, ciclos de lectura, prácticas y actividades artístico-culturales, con el acento puesto en la necesidad de “fortalecer el ejercicio de la literatura femenina, su creación, edición, publicación y posterior promoción y distribución.

Inauguración
El primer día del Encuentro a las 9 de la mañana se realizó la inauguración del evento con la participación de funcionarios y ejecutivos del ministerio de Cultura, encabezado por el viceministro Genaro Serech.

Nos llamó la atención el hecho de que en la misma se hiciera honor a una vieja tradición establecida en el libro de la religiosidad maya y Quiché, el Popol Vuth con una invocación cósmica en la que se llamaba al padre del maíz, al poeta de la esperanza y se le daba las gracias “a Papa Te Peu” y se clamaba a los indicadores de la luz, del camino y enseñadores de la cultura y de las artes, por el encuentro y se les solicitaba luz “para las escritoras aquí presentes para que sigan escribiendo”.

El inicio, con una gran carga emocional, permitió a los presentes escuchar las notas del Himno de Guatemala, del Himno Centroamericano y de una invocación espiritual maya y enterarse de que ese día era el “Día de la Grandeza y de la Vida”.

En este cónclave, en el que el país estuvo representado por quien suscribe y la escritora y comunicadora Sheila Acevedo, la mayoría participante fueron mujeres indígenas, poetas, cuentistas, narradoras y ensayistas ansiosas de compartir su identidad creadora, basada en sus experiencias y en sus distintas culturas.

Y es que aunque se piense que el alto porciento de personas indígenas en Guatemala y otros países de Centro y Sur América, forman parte de un mismo proceso cultural, nada está más lejos de la verdad, porque en este encuentro se manifestaron varios idiomas –por regiones- y distintas realidades sociales.

En la única cosa en que coinciden, es en la marginalidad social y cultural a que las somete el sistema político imperante en toda la región.

Justo el motivo del evento
Primero establecer los elementos que caracterizan la literatura de mujeres indígenas y afrodescendientes, luego explicar el aporte de la cosmovisión maya a la literatura indígena y hasta se presentaron distintas obras, escritas en idiomas mayas.

La primera noche, cerró con una actuación –magnifica- de un grupo de marimberas de Guatemala, quienes interpretaron el repertorio musical de Guatemala y obras de maestros de la música Latinoamericana y Caribeña.

Llegando al final: esperanza
Otros temas tratados en las mesas de trabajo fueron la reacción de la sociedad frente a la literatura femenina, el uso del idioma indígena y las perspectivas editoriales ante la producción literaria de mujeres indígenas y afrodescendientes.

Pero, el asunto, tuvo otros matices, muy interesantes para las mujeres que estábamos participando del encuentro, como fue la realización de un curso de narrativa con el título de “Definición y origen del cuento, el lenguaje narrativo y orden de la narración”, impartido por la escritora y profesora universitaria Lilia Mendoza Hidalgo.

L uego de las discusiones y debates, la idea era buscar propuestas que respondieran a la multiculturalidad de Guatemala, como sede principal, y de los demás como parte del conglomerado regional.

Ahí nació un nuevo contexto desde el cual ver la literatura: desde la exclusión y la discriminación.  Nació también la búsqueda de un nuevo istmo “es que no cabemos en ningún esquema”, afirmaban algunas.

Fue ahí también en que se tomó la decisión de “romper los paradigmas que nos impiden liberarnos.  Hay que decir la verdad, una verdad, que no hemos podido plasmar”.

Fue en medio de la bella inocencia de la mujer indígena, del coraje de las afrodescendientes que han echado –y perdido, y ganado-, tantas luchas –pequeñas o grandes, qué importa-, que nació una iniciativa que llenó de ¿esperanza?;  No, alguien la rebatió, porque es una palabra muy utilizada para engañar, alegría y sueño, sigue siendo poético, pero así deben ser las utopías…

Lo que quería decir es que se conformó una Red de Mujeres Escritoras.  Mujeres Indígenas, mujeres afrodescendientes, que quieren que su trabajo sea conocido, reconocido, que su experiencia sea publicada y distribuida por los canales que todas las literaturas.

Cuando alguien opinó que si no había una segregación dentro de esta lucha por no ser segregada, una compañera rebatió y gritó: “no nos podemos meter en ningún esquema”.  Y, todas coincidieron en esta afirmación: “no vamos a estar llorando toda la vida, sino buscando vías de superación”.  Con un aplauso, un abrazo, varias conclusiones y reclamaciones, culminó el primer encuentro.

En pleno desarrollo
El segundo día de trabajo se inició ahora con una invocación desde la cultura Afrodescendiente, luego de cuyo baile acompañados de música africana y caribeña y de la danza de la serpiente, se dio continuidad a las distintas mesas de trabajo.

Tres salones estaban funcionando simultáneamente y en ellos, además de los profesores, especialistas y coordinadores, una masa proveniente de Nicaragua, El Salvador, Honduras, Panamá, las cuatro regiones de Guatemala y República Dominicana, tomaban y compartían sus experiencias.

Los cursos de literatura, las mesas de trabajo, las discusiones y los debates continuaban con la misma pasión y participación que el primer día.

El martes, sin embargo, la integración llegó a su plano de totalidad cuando se inició el primer ciclo de lectura de textos en voz de sus autoras y que llenó de aplausos y admiración a las presentes, una sobre otras.

Es bueno acotar aquí la gran impresión que causó la participación de Sheila Acevedo, que al leer uno de los cuentos de su libro “Retozos”, conmovió a la audiencia que le rindió un sentido aplauso y los constantes testimonios de admiración a partir de ahí.

ZOOM

Otros datos
En la clausura estuvo presente el ministro de cultura de Guatemala Jerónimo Lancerio, junto a su esposa, Esther, una dominicana de San Pedro de Macorís con la que tiene 3 hijos.

Tuvieron participaciones destacadas la poeta indígena Maya Cu, la fotógrafa y poeta hondureña Nicolaza Hernández, la poeta panameña Eyra Harbar y la narradora salvadoreña Consuelo Roque.

El ministerio de Cultura dispuso la edición de una antología, con los trabajos de las escritoras participantes.

En el evento participaron escritoras indígenas y afrodescendientes desde adolescentes hasta envejecientes, todas presas de la misma pasión literaria.

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