Reportaje
Veteranas de guerra

<STRONG>Reportaje<BR></STRONG>Veteranas de guerra

WASHINGTON
AP  Nadie les quiere invitar una cerveza cuando regresan de Irak o Afganistán a pesar de que también vivieron la guerra. Más de 230,000 mujeres estadounidenses han combatido en esas guerras recientes y al menos 120 han muerto en ellas.

Sin embargo, la población no comprende sus contribuciones al campo de batalla moderno. Para algunas encontrar su nueva vida es una transición solitaria.

Aimee Sherrod, veterana de la Fuerza Aérea que estuvo tres veces en campaña, dijo que pasaron varios años en los que no le decía a la gente que era veterana de guerra.

Luego de enfrentar acoso sexual en dos campañas y ataques con mortero en Irak, Sherrod, de 29 años y madre de familia, fue dada de baja en el 2005 con estrés postraumático (TEPT). Sufre pesadillas y algunas noches despierta pensando que la están atacando.

Como resultado del TEPT es voluble y no puede concentrarse tanto como para trabajar o asistir a la universidad.

Como otros veteranos siente que la calificación que le dio el Departamento de Asuntos de los Veteranos al nivel de discapacidad que tiene fue baja, por lo que obtuvo una pensión mensual simbólica.

Además durante su trámite sus documentos mencionaban que estaba embarazada, algo que para ella era irrelevante en ese proceso. «Me di por vencida y no le dije a nadie siquiera que estuve en el ejército porque estaba demasiado avergonzada de todo», dijo Sherrod, originaria de Tenesí. Fue entonces cuando Jo Eason, un abogado de Nashville, Tenesí, que trabaja para el programa de Abogados por los Combatientes, revisó su caso y Sherrod comenzó a recibir un pago mensual por discapacidad. «Nunca me he arrepentido del servicio militar. Me da gusto haberlo hecho», dijo Sherrod. «No me da vergenza mi servicio, me da pena tratar de contarle a la gente él porqué preguntan cosas como ¨y por qué te retiraste? Todas esas preguntas que surgen con eso». El departamento de Defensa prohíbe que las mujeres participen en asignaciones en las que la misión principal es el combate directo en el campo de batalla. Pero la naturaleza de los conflictos recientes en los que no hay frentes claros, deja a las mujeres en medio de la acción al fungir como policías militares, pilotos, choferes y artilleras en convoyes, por lo que además de las poco más de 120 muertas en las guerras hay 650 heridas. Las cosas no terminan al volver a Estados Unidos.

Las mujeres enfrentan las mismas complicaciones que los hombres y los costos personales pueden ser mayores.

Las mujeres en servicio tienen niveles mucho mayores de divorcios y más posibilidades de convertirse en madres solteras. Cuando buscan ayuda en los centros médicos del Departamento de Asuntos de los Veteranos (VA por sus siglas en inglés), tienen mayores incidencias de trastornos sexuales, lo que significa que experimentaron algún tipo de acoso, abuso o violación. Algunos estudios indican que las mujeres veteranas tienen además mayor riesgo de quedarse sin hogar.

La ex sargento del ejército Kayla Williams, veterana de Irak que ha escrito sobre su experiencia, dijo que le sorprendió el trato que recibieron ella y otras mujeres de la 101era División Aérea en Clarksville, Tenesí donde los residentes daban por hecho que eran las novias o las esposas de los militares. «La gente no llegó a preguntarnos por nuestro servicio de la misma forma. No nos invitaban cervezas en los bares como lo hacen con los veteranos cuando regresamos», dijo Williams, de 34 años, de Ashburn, Virgina. «Incluso si no le das mucha importancia eso cambia la forma en la que piensas sobre ti misma». Genevieve Chase, de 32 años, de Alexandria, Virginia y sargento de personal en las Reservas del Ejército, dijo que los mismos militares que eran sus compañeros en Afganistán no la invitaban a salir en Estados Unidos porque sus esposas o sus novias no estaban de acuerdo. «Una de las cosas más difíciles con las que tuve que luchar siendo mujer fue perder a mis mejores amigos o a mis camaradas por sus familias», dijo Chase. Esa pérdida la llevó a reunirse con otras veteranas para un almuerzo en Nueva York el año pasado. El grupo ha crecido y ahora se llama Veteranas de Estados Unidos y cuenta con unas 2,000 integrantes registradas en Internet, que suelen hacer actividades como ir de campamento, pero también tratan de defender sus intereses. El Día del Veterano de este año una decena de ellas marchó en el desfile de Nueva York. «Sólo queremos que cuando regresemos Estados Unidos nos apoye», dijo Chase. «Eso es lo más importante. Las mujeres van allá y lo que uno quiere es sentir que regresa a casa con los brazos abiertos y no a una población que no te reconoce por lo que hiciste y por lo que sacrificaste». Rachel McNeill, de 25 años y artillera en un convoy durante desplazamientos violentos en Irak, dijo que estaba tan perturbada por la forma en la que la gente la trataba cuando sabían que había combatido en el exterior, que incluso empezó a dudar si en verdad era una veterana. Por ejemplo cuenta que le decían ’Ah! pero no hiciste nada’, o ’pero si sólo estabas en la base»’. Sin embargo, McNeill, que era sargento en las Reservas del Ejército, sufre dolores de cabeza a causa de conmociones, zumbidos en los oídos y otros problemas de salud relacionados con las explosiones de bombas colocadas al ras de las carreteras por donde ella pasaba. Y a pesar de esto en los documentos del VA sobre las lesiones que sufrió la descripción de su papel era distinta. «Decían cosas como ’el paciente iba junto con los convoyes’, como si fuera una pasajera en el asiento de atrás», dijo McNeill. Las situaciones como las de McNeill se repiten y es por eso que la dirección del VA ha reconocido que necesita más medidas para mejorar el cuidado de estas veteranas. Por ahora se ha comenzado a destinar mujeres a cada centro médico para que las veteranas tengan una defensora. La agencia también revisa una propuesta para que las personas que no trabajaron en la infantería, incluyendo a las mujeres, puedan ser incluidas en la clasificación para obtener los beneficios por discapacidad por TEPT. La senadora Patty Murray, integrante de la comisión de Asuntos de los Veteranos en el Senado, pidió recientemente al secretario del VA Eric Shinseki y al secretario de Defensa Robert Gates que la experiencia de combate de los integrantes del servicio se incluya en sus papeles de baja del ejército para que puedan obtener las prestaciones a las que tienen derecho. Otro de los retos importantes es que las veteranas comiencen a luchar por el cambio. «Como fuimos parte del ejército la mayoría de nosotras no estamos acostumbradas a quejarnos y a contar nuestras preocupaciones, pues en el ejército esto es considerado una debilidad. Nadie quiere oír a una niñita quejumbrosa», dijo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas