Para Ucrania es enorme el costo humano (muerte y desplazamiento) y en infraestructura destruida por la guerra que para la OTAN va para largo.
Para el mundo en el cortísimo plazo está dejando una importante factura por menos crecimiento y agravamiento de la inflación.
El Banco Mundial revisó sus pronósticos, coloca a Latinoamérica y el Caribe con el peor escenario regional, al crecimiento resto cuatro décimas de punto, hasta 2.3% en 2022, y 2.2% en vez de 2.7% para 2023.
Y en cuanto a la inflación, la tasa interanual en diciembre 2022 cerrará en 7%, disminuyendo aún más el poder adquisitivo y el ahorro de las familias.
No hace cálculos ni desgloses monetarios pero destaca que la factura no será igual para todos los países de la región, pagaran menos relativamente los que exportan gas y petróleo, metales y granos, y más los importadores netos de combustibles y alimentos.
Para República Dominicana pronostica un crecimiento de 5% en 2022, el segundo mejor desempeño de la región, y la misma tasa para 2023.
Es decir, en el cortísimo plazo por la guerra nuestro país no aumenta la pobreza general, aunque el dinero que los consumidores usen para pagar el mayor precio por las gasolinas, gasoil, GLP y electricidad a pesar del subsidio del Gobierno, es un dinero que les hace falta para consumir otros bienes y servicios, un dinero que no se quedara en el país, se fuga a los países exportadores de petróleo.
Puede leer: La tasa cero reduce el precio de la comida
Algunos lectores se preguntarán por qué, si el conflicto se desarrolla a miles de millas, los efectos de la guerra impactan la región como adelanta el Banco Mundial.
La respuesta es que, por la guerra fría, hasta comienzo de la década de los noventa del siglo pasado, la fragmentación de la producción y el comercio tenía lugar dentro de bloques regionales, y desde esa fecha es global, los productos y servicios que se generan en diferentes países los importa y exporta uno de ellos, aumentando el valor agregado global y el progreso económico de los pueblos que los economistas medimos a través de la evolución del PIB real por habitante.
El nuestro, por ejemplo, entre 1992 y 2021 creció a una tasa anual de 4%, el doble del aumento (2.1%) medio entre 1950 y 1991.
La diferencia lo explica el cambio de modelo, de la regionalización y restricciones a la globalización y liberación del comercio, con estabilidad de los precios, lo que mejoro la capacidad de compra de los consumidores, o lo que es igual, obtuvieron mayores ingresos reales.
Como nadie sabe cuándo y cómo terminará la guerra, y que es muy alta la probabilidad de que luego surja la segunda versión de la guerra fría, con división del mundo en bloques geopolíticos y regreso al modelo de fragmentación regional de la producción y el comercio, lo recomendable es que en nuestro país el Gobierno continúe gestionando la crisis de escasez y altos precios internacionales de la manera como lo ha hecho, evitando que suba la temperatura en las calles, dejando de cobrar impuestos para desligar el precio de las gasolinas, gasoil, GLP y electricidad de la cotización del petróleo, y comida sin arancel.