República Dominicana lidera ránking del mercado ilícito de alcohol de América Latina

República Dominicana lidera ránking del mercado ilícito de alcohol de  América Latina

Imagen de referencia/Fuente externa

A Miguel Torres, conocido como el Niño, de 51 años, sus amigos le advirtieron que no tomase “romo”, un sucedáneo del ron producido y vendido de forma clandestina en República Dominicana, pero él era un “borrachón” y se negó a oír los consejos, una decisión que le costó la vida. Como Miguel, en el país caribeño han fallecido 215 personas entre abril y junio, durante el confinamiento, por tomar este “ron pirata».

El “romo” es una mezcla de “clerén”, un destilado artesanal de alta graduación, y metanol, un alcohol de gran toxicidad que provoca dolores, ceguera y, si no se trata en pocas horas, la muerte. Detrás de las intoxicaciones existe un mercado ilícito de alcohol – en América Latina era del 15 % antes de la pandemia – que mueve cifras astronómicas y está controlado por mafias transnacionales que han hecho su agosto con la cuarentena, no solo en República Dominicana sino también en México, Panamá, Colombia, Puerto Rico, Argentina o Ecuador.

Los Gobiernos de estos países impulsaron “leyes secas” en todo el país o en algunas regiones durante la pandemia, en un continente que consume más alcohol que el resto del mundo, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Las restricciones al alcohol querían disuadir las fiestas clandestinas y evitar los contactos al calor de la borrachera, pero tuvieron un efecto colateral- “exacerbaron el comercio ilícito de alcohol”, explica a Efe Esteban Giudici, asesor de políticas de la Alianza Transnacional para Combatir el Comercio Ilícito (TRACIT).

“No solo su contrabando, sino la falsificación con productos que no son para el consumo humano, como puede ser el alcohol etílico de farmacia”, añade el experto.

La bebida que intoxicó a Miguel contenía metanol y a pesar de que las noticias sobre las muertes con el clerén causaron alarma desde principios de abril, muchas personas hicieron caso omiso a las advertencias.    “Le dije que no se bebiera eso, que se iba a morir, y me dijo- ‘cállese, coño, mariconazo. Que yo no tengo para beber más que esto.

Esto es lo que me voy a beber, que me muera’”, evoca a Efe un amigo, identificado como Félix, quien conserva todavía las botellas con etiquetas borradas en las que su colega compró la bebida “venenosa».

MUERTES EN MASA EN MÉXICO

Como en República Dominicana, la muerte de un centenar de mexicanos en estados como Jalisco, Morelos, Puebla y Yucatán durante esta pandemia, en la que la producción de cerveza en el país quedó suspendida desde finales de marzo y hasta el 31 de mayo, son un indicio de una tendencia que todavía no cuenta con datos exactos, señala Giudici.

Antes de la pandemia, las bebidas ilícitas – adulteradas o de contrabando – ya ocupaban un espacio importante en los estantes de los mexicanos. Entre el 36 y el 38 % de los licores y whisky eran ilícitos, según un estudio del año 2018 de la empresa de investigación de mercados Euromonitor International.

Aun así, hacía décadas que no se registraba una ola de intoxicaciones mortales como las de ahora, advierte el especialista argentino, que ha trabajado para la Unesco en temas de derechos de propiedad.

México, principal exportador mundial de cerveza, prohibió la producción de bebidas alcohólicas durante la crisis sanitaria decretada en los meses de abril y mayo, en la que también se cerraron bares, discotecas y restaurantes, al considerar que era un sector no esencial.

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Para Giudici, las medidas restrictivas se han aplicado de manera diferente entre regiones de un mismo país, lo que genera “mucha confusión porque no se sabe qué está prohibido o no y durante cuánto tiempo”, combustible para el mercado ilícito.

CONFUSIÓN, UN CALDO DE CULTIVO EN PERÚ

Justamente, la confusión y la falta de información fueron el caldo de cultivo para que ocurriese una tragedia en Perú.

A pesar de que en el país no se prohibió el alcohol, 21 personas murieron en la montañosa ciudad de Huancavelica al tomar alcohol adulterado, cuando la población apenas se acostumbraba a vivir en el encierro, bajo la premisa de que la bebida prevenía el contagio de COVID-19.

Las víctimas habían viajado a la ciudad de Huancavelica desde zonas rurales aledañas para participar en un velorio, y una vez allí, adquirieron la bebida y apenas 24 horas después ya estaban gravemente enfermos.   En cualquier caso, el accidente de Huancavelica no supone ninguna novedad en un país donde hay graves problemas con el alcoholismo y el consumo de bebidas alcohólicas.

COLOMBIA, MEJORAS EN PELIGRO

En Perú, el mercado ilegal de alcohol era del 22 % en 2018, la misma cifra que en Colombia, donde el consumo de bebidas edulcoradas ha ido disminuyendo hasta el punto que sólo esporádicamente se registran víctimas mortales por esta causa, especialmente en las festividades de diciembre y fin de año.

Con la cuarentena, el Gobierno colombiano decretó la ley seca, medida que sin embargo fue violada numerosas veces en la celebración de fiestas clandestinas intervenidas por la Policía, y que continúa con la prohibición de la venta de alcohol en la reapertura de los bares.

Esto hace peligrar los avances conseguidos hasta ahora, ya que para Giudici, cuando hay una falta de existencias se cumple una “regla económica simple»- la creación de “un mercado paralelo ilegal” como el que “justamente hace 100 años nació en Estados Unidos con la ley seca” y que propició la aparición de mafias como la del famoso Al Capone.

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CONTRABANDO DE BEBIDAS ASPIRACIONALES EN PANAMÁ

De hecho, las mafias encontraron su nicho de mercado en Panamá con el contrabando de bebidas caras, sobre todo, porque estas son las que prefieren los consumidores, que “se volcaron en marcas aspiracionales” explica el experto argentino.   Solo en el primer mes, se decomisaron más de 600 cajas de distintos licores, valorados en 75.000 dólares.

Aun así, el contrabando habitual de la zona franca de Panamá se vio mermado porque “el comercio ilícito utiliza cadenas de suministro legales, y cómo eso se cortó, se disparó la falsificación o producción artesanal de bebidas alcohólicas.»   Para el pasado 31 de marzo Panamá era el único país de América que había impuesto la prohibición de venta de alcohol o ley seca pero finalmente, el 8 de mayo el Ejecutivo desistió y levantó la prohibición que se quitó completamente el 22 de junio.

SOLUCIÓN HOLÍSTICA

Para Giudici, que asesora asiduamente a TRACIT, con sede en Nueva York y creada por integrantes de la industria legal mundial, es importante encontrar una solución “holística” al problema y no perseguir solamente al eslabón más débil de la cadena.

“Una de las buenas maneras para perseguir el crimen es seguir el dinero” e investigar el “blanqueamiento de capitales, porque si nos enfocamos en el último eslabón, el árbol de la criminalidad viene más frondoso”, añade.

Sobre todo porque una vez “se comienza a enquistar este problema, cuando vuelvan las cosas a normalidad hay mucha gente que ingresó a esta industria criminal y será difícil sacarla».  

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Una mano en señal de detente mientras otra mano le ofrece un vaso con alcohol

PÉRDIDAS FISCALES MILLONARIAS

Los daños del alcohol ilícito no afectan sólo a quienes lo consumen, sino que impacta en la recaudación de impuestos de cada país de la región, con una pérdida fiscal de 1.693 millones de dólares en 2018 en total en toda la región y que impacta sobre todo a República Dominicana, con 262 millones menos recaudados o a México, con 362 millones menos en 2018, según Euromonitor International.

De hecho, es República Dominicana la que lidera el ránking del mercado ilícito de alcohol en la región, con un 30 % del cupo del mercado, un negocio donde las únicas caras visibles son las de las víctimas.

Como Nelson Díaz, que dice ser un “afortunado” ya que se tomó una “chatica”, una botella de un cuarto de litro de clerén, rebajada con agua “porque estaba muy fuerte”, y logró sobrevivir porque una doctora vecina le llevó rápido al hospital. Nelson no sospechaba nada porque las noticias hablaban de clerén y lo que él bebía, lo llama “pitrinchi».