La República Dominicana no exigirá una prueba negativa de COVID-19 a los viajeros que lleguen al país, y solo realizará test de forma aleatoria a los turistas, indicó este martes el presidente, Luis Abinader, al presentar un plan para recuperar el sector turístico, el más importante de la economía del país.
Hasta ahora presentar una prueba negativa realizada un máximo de cinco días antes del viaje era un requisito para entrar en el país, o en su defecto, se realizaba una prueba rápida al viajero en el aeropuerto de llegada.
El cambio de criterio se adoptó tras consultar con organismos internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), y debido la escasez de pruebas a nivel mundial.
El plan de recuperación turismo, presentado hoy por Abinader, pretende paliar los efectos de la pandemia en un sector que aporta cerca del 8 % del Producto Interior Bruto (PIB) y que se ha visto seriamente golpeado por la pandemia.
República Dominicana reabrió sus fronteras el 1 de julio y en el primer mes recibió 54.105 turistas extranjeros, lo que supone un desplome del 88,5 % con respecto al mismo período del año pasado. En el acto de presentación del plan, el ministro de Turismo, David Collado, reveló que la tasa de ocupación de los hoteles actualmente se sitúa en el 5 %.
El plan contempla un riguroso protocolo sanitario por la COVID-19, así como un plan de asistencia al viajero que incluye cobertura de emergencias, hospedaje por estadía prolongada y costos de cambio de vuelos en caso de producirse un contagio. Para los hoteles, se ofrecerán incentivos fiscales de hasta 420 millones de pesos (unos 7 millones de dólares) para que mantengan el empleo.
“Nuestro objetivo es minimizar los efectos de la pandemia y propiciar una recuperación responsable que priorice la salud, maximice el potencial de creación de empleos y crecimiento económico y promueva que el sector se siga desarrollando de forma sostenible”, dijo Abinader.
Abinader señaló que los efectos de la pandemia suponen un “golpe demoledor al empleo” en el sector, que en circunstancias normales da trabajo a medio millón de personas, de forma directa o indirecta. Se estima que se han perdido 150.000 puestos de trabajo entre turismo, bares y restaurantes. Si también se toman en cuenta los empleos indirectos, la destrucción de empleo es de entre 250.000 y 300.000 puestos, según las estimaciones, ya que no hay cifras cerradas en este sentido.