El coordinador humanitario de las Naciones Unidas en nuestro país, Fernando Hiraldo, en declaraciones públicas hace unos días afirmó, “que la crisis haitiana se profundiza y amenaza con perpetuarse y que Haití no caiga en el olvido”.
Esa “perpetuación” no solo hace daño a Haití, que ha vivido desde siempre sumida en ella, sino que afecta a la República Dominicana cada vez más limitando nuestro desarrollo, tranquilidad y crecimiento.
Basta ver las fotos publicadas en los diarios nacionales y extranjeros que se ocupan de darle seguimiento a esa deplorable crisis permanente.
“ONU pide caso Haití no caiga en el olvido”.
A quien le corresponde en este mundo de hoy ayudar a resolver esa crisis permanente y que no “caiga en el olvido” es a los poderes que tiene la Organización de las Naciones Unidas para buscar solución a ese doloroso drama que ha vivido el vecino pueblo desde que los españoles descubridores de este continente los trajeron de África como esclavos a esta isla hace quinientos años.
No creemos que esa dolorosa situación que ha vivido Haití de siempre, alguien en su sano juicio pueda pensar que es a los dominicanos que les corresponde enfrentarla.
No tenemos medios para ello y lo que a veces algunos ciegos e incapaces insinúan, que es la “fusión de ambos pueblos”, no solo no cabe en cabeza humana, sino que se desintegraría nuestro país y nos destruiríamos como nación.
El país leyó en el Listín Diario de hace unos días una información revelando que importantes funcionarios de la ONU encabezados por Miroslav Jenca, subsecretario general de ese organismo para Europa, Asia Central y las Américas, junto a altos militares dominicanos, “inspeccionaron el funcionamiento del mercado entre ambos países, visitaron la Zona Franca de Juana Méndez en Haití, observando el funcionamiento del mercado entre ambos países”. Encabezando esa inspección estuvo nuestro ministro de Defensa, teniente general Rubén Darío Paulino Sem (ERD), que prácticamente está viviendo con más de nueve mil soldados en la frontera, defendiendo nuestro país y observando el desenvolvimiento de ese doloroso drama humano y evitando enfrentamientos entre ciudadanos de ambos pueblos y que estos sigan pasando irregularmente a nuestro territorio.
El principal anuncio de los visitantes fue que ese organismo “llevará ayuda humanitaria por aire a Haití, afectado por protestas reclamando la renuncia del presidente Moise de Haití”.
El problema de Haití no se resuelve tirándole comida desde aviones a ese pobre pueblo, ni cambiando al Presidente.
Esas protestas contra el Presidente son la fórmula que tiene Haití para llamar la atención del mundo y de los organismos internacionales cuando se desata una crisis.
Ningún presidente que se coloque al mando de ese pueblo puede resolver nada.
Allá no hay democracia.
Por eso llamamos la atención de ese Organismo Internacionalque es el único que puede hacer algo por esa población.
A República Dominicana según datos de la misma ONU, aparte de los incontables haitianos que viven aquí dice, “que a principios del año 2019 habían 2.6 millones de haitianos que necesitaban ayuda humanitaria” y “sabemos también con certeza que esa cifra ha aumentado como consecuencia de la degradación de la situación política, económica y de seguridad”.
Agregando que “la caída de la producción agrícola es un problema de inflación galopante y los problemas socio económicos derivados de la actual crisis”.
Por otro lado, según cifras del pasado mes de octubre, en Haití había alrededor de un 35% de la población haitiana que necesitaba asistencia urgente para la satisfacción de sus principales necesidades.
Los dominicanos no estamos en capacidad para enviar esa asistencia al vecino pueblo, tenemos que estar siempre atentos a cuanto suceda en Haití.
El CESFRONT, “Centro de Defensa Especializado en Seguridad Fronteriza”, apresó 148 haitianos que entraban ilegalmente al país.
Según fuentes militares, después de esta última crisis de Haití han sido repatriadas alrededor de cuatro mil personas.
No hay forma que en ese conglomerado humano se ponga de acuerdo para enfrentar sus problemas.
Tampoco hay instituciones que lo hagan. Aquello es un caos permanente y de todos los órdenes.