¿República Partidaria Dominicana (RPD)?

¿República Partidaria Dominicana (RPD)?

 MANUEL E. GÓMEZ PIETERZ
La “clase” política dominicana, en progresiva regresión al origen y al estado de primitiva naturaleza, que sólo parece sentirse ser imitando y adoptando la mímica y las poses de quienes realmente son, definitivamente ha decidido convertir en propio y particular patrimonio partidario el territorio de una república con ansias de nación, cuya toponimia se ha forjado en la fragua y el yunque de la historia. Soto Jiménez, talvez más poéticamente podría expresar que es la fatídica recurrencia del hato dominicano; del eterno retorno de la ancestral ignorancia trepadora que aspira a la fama con la falsía del “mi buen amigo” y el entusiasta fervor de la adulación.

El fallido intento (espero que definitivamente) de cambiar por el de Profesor Juan Bosch el nombre de la provincia de La Vega, es un auténtico parricidio histórico que irrespeta y ofende la memoria del ilustre fundador del PLD, partido que creó y organizó con vocación de formar una élite política dirigente; al pueblo vegano y a toda la República. Ese jirón de la realidad política dominicana, sin ser fábula, tiene sin embargo su moraleja: cuando los partidos de cuadros adoptan el populismo; crian cuervos. Oscuros, voraces e insaciables que sacan los ojos encegueciendo la visión del futuro de esta infortunada república.

El populismo es un cáncer político con vocación totalitaria, que alimentado por la corrupción que demanda su inherente clientelismo, se extiende como una metástasis que arropa a todas las instituciones del entramado social. La elisión del rendimiento de cuentas, demanda a su vez el continuismo político y la negociación partidaria de un sistema de impunidad, cuya consumación da lugar a la paradójica realidad de una absurda “democracia dictatorial, retórica y totalitaria” que se sustenta en la demagogia, el particularismo y la hipertrofia del derroche propagandístico. Tal es la caricatura vigente en nuestro pobre país, y por ello, las caricaturas que aparecen en los periódicos sean en muchas ocasiones más enjundiosas y expresivas que sus opiniones editoriales.

En el populismo, los políticos manejan el poder que reciben de su mandante soberano que es el pueblo elector como si sus decisiones individuales tuviesen legítimo alcance plebiscitario. Para ellos no rigen las normas, los tradicionales usos sociales, y mucho menos, los principios éticos; sólo rige para estos auténticos arquitectos de la anomia y la depredación del estado de derecho: el contubernio partidario. Fuente única de voluntad política que sólo el apetito electoral alimenta.

Esta vez, el contubernio electoral ha elegido a la Primada Concepción de La Vega Real para afirmar que son más boschistas que Don Juan Bosch, sin reparar que éste hombre ilustre, nativo de La Vega, la designó en vida como lugar de reposo de sus restos mortales, talvez para que su espíritu pudiese vagar por los lugares y paisajes entrañables que en vida recorrió.

Hoy, en la ciudad de Concepción de La Vega Real, hay una tumba con sólo una lápida que recuerda con orgullo a ese hombre notable. No convirtamos a la provincia y su vieja e ilustre ciudad en una sola lápida. No matemos en cuerpo y en espíritu a Don Juan y su memoria histórica.

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