Repudio enérgico

Repudio enérgico

El terrorismo no puede caber en un país que ha elegido la democracia y ha constituido un Estado de derecho. Bajo ninguna circunstancia o pretexto se puede permitir que grupos clandestinos armados se erijan en árbitros de situaciones que están en manos de jurisdicción competente. Repudiamos el ataque a tiros de un grupo clandestino armado contra el ayuntamiento de San Francisco de Macorís, y las amenazas contra el alcalde del municipio, que está acusado de desfalco contra el Estado.

Este atentado es la consecuencia de que las autoridades no hayan perseguido con tenacidad las operaciones de la organización Resistencia Popular Duartiana cuando en 2011 se declaró autora del atentado con bombas y tiros contra la planta eléctrica de La Vega, el ataque a tiros contra las oficinas del senador Amílcar Romero, y el derribamiento de una torre de las redes de distribución de electricidad.

Los organismos de inteligencia del país tienen que mostrar su capacidad para someter a la justicia a esta organización que tiene como oferta intranquilidad para todos. Sus operaciones no son compatibles con el destino que ha elegido el pueblo dominicano, y que resguarda con un comportamiento cívico a toda prueba. El país no necesita que grupos clandestinos pretendan hacer justicia a su manera. Es intolerable que continúe el terror.

GLP y normas de seguridad

Las plantas de expendio de gas licuado de petróleo deben ser inspeccionadas rigurosamente por las autoridades correspondientes, para prevenir sucesos como el incendio que destruyó varios vehículos y parte de las instalaciones de una estación de este tipo en Canabacoa, de Santiago. Los técnicos de la Defensa Civil y el Cuerpo de Bomberos que intervinieron en este caso atribuyeron el percance a violación de normas de seguridad y del reglamento que regula las operaciones de estaciones de expendio de combustibles.

La peligrosidad de las plantas de gas propano en lugares densamente poblados debe obligar a las autoridades a velar porque en todo momento respeten las normas de seguridad tanto los dueños de las estaciones como los automovilistas que acuden a comprar combustible. Si usáramos debidamente la prevención nos libraríamos de llegar al lamento.

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