Réquiem

Réquiem

La Comisión Permanente de Efemérides Patrias fue creada el 25 de enero de 1997 por iniciativa del entonces presidente de la República, doctor Leonel Fernández Reyna. El decreto que le dio origen establece que su propósito radica en infundir en la conducta cívica del pueblo dominicano el más acentuado patriotismo mediante el conocimiento sostenido y reiterado de sus más gloriosas jornadas históricas y de las actividades ejemplares de sus más relevantes valores humanos.

En sus inicios, la composición de esta Comisión fue de un presidente, un vicepresidente, un secretario ejecutivo, y cuatro miembros. Estos encararon sus tareas de manera honorífica, salvo la suma irrisoria dispensada ocasionalmente al secretario, no cobraban un centavo por la extraordinaria labor pedagógica desarrollada, ya que casi todos desempeñaban otras funciones públicas.

De los tantos puntos luminosos de la pasada Comisión de Efemérides Patrias, destacan la conmemoración del Mes de la Patria, de la Semana de la Soberanía Nacional, relativa a la Restauración de la República, y la Semana de la Confraternidad. Esta última consistía en la programación de encuentros fraternos con los protagonistas de los diferentes sectores enfrentados en la guerra de abril.

Sin contar con presupuesto, local ni empleados, durante el gobierno del presidente Fernández la Comisión Permanente de Efemérides Patria, al tiempo que honró todos sus compromisos económicos, lo que provocó las felicitaciones del actual incumbente al asumir el cargo, llegó hasta el más apartado espacio de la geografía nacional haciendo honor a sus fines. Sin embargo, de sus vistosos y acertados actos sólo queda la añoranza.

A principios de la presente gestión, dicha Comisión fue ubicada en un confortable y espacioso local en el edificio que aloja el Archivo General de la Nación, muy adecuado, por cierto, para albergar una estructura compuesta por numerosos departamentos y secciones, y una nómina que, a juzgar por el estilo mostrado, debe ser super abultada. A pesar de estas facilidades, el papel que ha de jugar en el interés de afianzar los componentes del ethos dominicano resulta letra muerta en la actualidad.

La muestra más notable es la ausencia del Mes de la Patria. Los cargados programas de actividades a que nos acostumbró la pasada administración, en el que había espacio para evocar nuestra memoria histórica desde las más diversas manifestaciones del arte y de la inventiva popular, no sólo han quedado truncos en la primera versión del presente gobierno, sino que, muchas de las personas involucradas en ellos cobraron su dinero siete u ocho meses después. El programa de conferencias sobre la independencia nacional, en el que, a pesar del infundado mote de comesolos, el pasado gobierno incluyó a expositores sin tomar en cuenta banderías políticas, lo que puede ser desmentido por colegas que hoy ocupan cargos de dirección en el gobierno, sirve de sostén a lo afirmado.

Nadie podía imaginar que el cuadro antes pintado era el proscenio de la muerte de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias. En fechas sucesivas, su silencio se iba haciendo cada vez mayor, hasta llegar a la impresión de programas de dos páginas dedicadas, la primera, a la imagen del Presidente de la República, lo que se creía superado, y la segunda, a las clásicas ofrendas florales que, en medio de la chercha escolar, son depositadas por el funcionario oficial, a veces más por protocolo que por patriotismo.

Tan deplorable situación pone en claro que el resguardo de la dominicanidad no cuenta en las esferas oficiales, como tampoco importan las lecciones de la historia en la toma de sus decisiones. Mueve a preocupación que esta pérdida de perspectiva imponga un réquiem por una de las instancias que ha de prepararnos ante la incertidumbre por lo que pasa adentro, al lado y en el resto del mundo.

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