La tarea de reformar el Estado que hubo de enfrentar CONARE bajo mi dirección en el año 2000 fueron enormes, los déficits acumulados y las expectativas que se crearon en los sectores conscientes de la población después de las reformas constitucionales del año 1994 y la pérdida de poder del autoritarismo balaguerista.
Esas tareas fueron mayores porque estábamos disfrutando de una democracia con pocos demócratas, donde primaban los intereses particulares tanto de la clase política y militar como de los sectores privados: empresariales, sindicales y hasta las ONGS, aunque con honrosos excepciones.
Uno de nuestros primeros pasos fue movilizar a todos los sectores en torno a la propuesta de una nueva constitución de la República que rediseñara la estructura política del país, en base a consultas con todos los sectores y 10 comisiones especializadas. Se formuló así un proyecto que fue remitido a una Comisión Especial ampliamente participativa, designada por Decreto del Presidente Mejía, previas consultas.
El resultado fue un proyecto consensuado por todos los partidos, sectores sociales e intelectuales del país, tanto en su contenido como en su forma, vía Constituyente: Lamentablemente, se perdió la oportunidad de darnos solidez institucional y se escogió la vía fácil de imponer la contrarreforma de la repostulación presidencial, con todas sus secuelas.
La descentralización y desconcentración fue otra de las grandes tareas de CONARE, que produjo efectos tales como la municipalización del antiguo Distrito Nacional, el desarrollo de FEDOMU, la regionalización del país en 10 regiones, afines en territorio, cultura y recursos naturales, capaces de un desarrollo descentralizado, el impulso de municipios eficientes y mejor financiado, aunque no logramos establecer una infraestructura institucional en las grandes ciudades (distritos metropolitanos) y submunicipales (barrios y secciones rurales), a fin de desarrollar un liderazgo social capaz y responsable. También impulsamos vigorosamente la reforma radical de las superestructuras del Poder Ejecutivo, con la creación de los gabinetes Económico, Social e Institucional; y una reducción radical de los más de doscientos organismos dependientes directamente del Presidente de la República, propuesto en tres etapas de supresiones y fusiones, que culminarían en 10 ministerios responsables de la formulación y supresión de las grandes políticas públicas, con algunas Secretarias de Estado y Superintendencias a cargo de la ejecución de esas políticas, sin posibilidad de duplicaciones vacíos y rivalidades entre éstas, desgraciadamente esa parte quedó para otro momento que nunca llegó.
Esas y muchas otras iniciativas las tuvimos para hacer avanzar al país de su subdesarrollo institucional aunque no siempre tuvimos el respaldo público que debíamos. Réquiem por el CONARE !