El pasado día 2 de junio dejó de estar entre nosotros el distinguido médico psiquiatra, pensador, académico y activista político y social dominicano Nelson Moreno Ceballos.
Nelson fue un ejemplo de lo que puede ser y hacer un ser humano cuando reúne el talento y el valor, dirigidos hacia objetivos concretos que considere son beneficiosos para la comunidad y para su familia. Los defectos que pudo tener, como los tenemos todos, estuvieron superados ampliamente por su hombría de bien y sus grandes aportes.
De extracción humilde, Moreno Ceballos hubo de luchar para levantarse, a pesar de las limitaciones y prejuicios sociales e ideológicos de la sociedad trujillista en que creció. Perteneció a la primera generación de luchadores democráticos que surgieron a la caída de la tiranía, que supo combinar una militancia política revolucionaria con el estudio de la medicina, la filosofía y la sociología. Luego completó su formación en psiquiatría, epistemología y ciencias sociales, que culminaron con su función como profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en varias disciplinas, así como con el ejercicio profesional de la psiquiatría.
Su energía, determinación y talento lo llevaron a fundar y presidir el Instituto Dominicano para la Prevención de la Depresión y el Suicidio, del mismo modo que a presidir la Academia de Ciencias de la República (2005-2010), en la cual realizó una labor extraordinaria para su dinamización en todos los órdenes y a la internacionalización de esa institución científica, buscando recursos a toda costa para lograr su desarrollo.
En esas labores encontró el apoyo y asistencia permanentes de su esposa Cecilia Caballero, quien lo acompañó en todas sus empresas, incluyendo un Centro de Salud Mental, que fue su último gran proyecto, hasta que lo sorprendió la muerte.
Su calidad humana la demostró siempre con su coherencia ideológica, su perseverancia y su lealtad hacia sus parientes, sus amigos y las causas justas.
Dejó obras perdurables en diversos campos, algunas de las cuales faltan por ser publicadas, tarea que debería cumplir la Academia de Ciencias con la ayuda del Archivo General de la Nación.
Hasta siempre viejo amigo…