Réquiem por un “limpiavidrios”

Réquiem por un “limpiavidrios”<BR>

Hoy mientras me dirigía al mediodía a mi casa me di cuenta que no había ni un solo muchacho de los que acostumbran limpiar los vidrios de los carros en la Bolívar.

Parecía como que se habían esfumado todos de un golpe. Eran las 2:00 de la tarde.

Me vino a la mente el suceso del que fue muerto a tiros en la Churchill. Pensé: ¿Habrán hecho una asociación de limpiavidrios ahora? Tendrán miedo de salir a las calles? ¿Estarán reclamando justicia por su colega?

En la mañana, en mi oficina habían comentado sobre el tema, justificando alguien la incomodidad del asesino.  Jamás,  dije, se justifica la muerte de un infeliz aun fuera necio en lo superlativo.

A mi el otro día uno me mandó al infierno, porque no le di nada. Lo único que pude  decirle fue que con esa postura iba a quedarse siempre en el infierno que él estaba.

¿Quién sabe si el muchacho asesinado tenía familia, era el sustento de su madre y hermanos o tenía hijos, o simplemente comía con lo que ganaba? Evidentemente no era una persona con grandes oportunidades de ir a una escuela, una universidad o tener un empleo en cualquier oficina publica o privada. No se es indigente por gusto.

¿De quién es la culpa de estos “necios” en nuestra sociedad? ¿Del Gobierno? ¿De la Policía?

La culpa es de la injusticia social. De que los que teniendo algo o mucho creemos que sabemos más y merecemos más. Tener un automóvil da estatus, da poder y tener un arma más poder. ¿Pero de que sirve todo esto si no sabemos entender nuestro prójimo? Ese pobre muerto era parte del prójimo con todos  sus defectos y pobreza,  igual que nosotros lo somos para cualquiera.

No merecía ser asesinado por un cobarde, por un acomplejado, que quizás hoy ni siquiera tenga un remordimiento porque su conciencia se ha dormido rodeada de un celular, una botella de whisky,  alguna droga o dos o tres mil pesos en el bolsillo.

Nuestros barrios marginados están llenos de limpiavidrios activos y pasivos. También hay ladrones, niñas prostitutas. Muchos nunca conocieron a su padre. Todos carecen de condiciones para vivir dignamente. Poca agua potable, barracones con pisos de tierra  y techos maltrechos en zinc. Cañadas con basura. ¿Cuántos barrios hay así en el Gran Santo Domingo?  No es solo La Barquita que tanto suena en la prensa diariamente.

Y de la Máximo Gómez hacia el oeste, hasta la Luperón, está el otro Santo Domingo, con torres inteligentes, Ipads, Iphones, carros de ultralujo, establecimientos comerciales que solo venden en dólares, etcétera.

¿De quién es la culpa de tantos limpiavidrios?

¿Existen escuelas de artes y oficios en abundancia para enseñar a estos jóvenes? ¿Hay canchas suficientes o lugares para jugar pelota o algún deporte al aire libre en los barrios? ¿Dónde están los clubes barriales en abundancia para que puedan estar en ambientes sanos?

Meditemos, mientras rezamos un réquiem por un pobre “limpiavidrios”.

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