Rescatando la adolescencia

Rescatando la adolescencia

Hoy en día, son los adolescentes quienes enfrentan lo peor de estos tiempos, ya que por definición, no se conocen a sí mismos, y dependen de los valores (cada vez más perdidos) que se les presentan para poder juzgar lo correcto o incorrecto de sus actuaciones.

De manera que preciso destacar lo imposible que es descubrirse a sí mismo sin entrar en relación con los otros, sin comprobar cómo son esas otras personas y entonces llegar a compararse con lo que los demás esperan que sea. Pero aquí es que está el problema; esos otros, sus amigos, su “mundo”, su familia ¿de dónde sacan las ideas de cómo debe ser alguien “normal”? Definitivamente, de lo que se refleja en la opinión pública que, a grandes rasgos, está constituida por los valores que se cotizan en la familia, la escuela, la Iglesia y por supuesto, en los medios masivos de comunicación: televisión, cine, revistas, prensa, etcétera.

En todos los casos: hombres y mujeres, adultos y adolescentes, el valor de la imagen ha ido cobrando una importancia cada vez mayor en esta sociedad. La personalidad se percibe como un valor de segunda clase, la inteligencia como un rasgo menor, el ser responsable y buen trabajador -a veces-, puede incluso estar mal visto.

Todo esto arriesga a los adolescentes a enfrentarse con tres grandes peligros: en primer lugar la dificultad de lograr una autoestima adecuada, al pretender buscar solamente valores externos, físicos o superficiales; sin caer en cuenta de que la adolescencia es la etapa de los grandes ideales. En segundo lugar, al desconocer en qué aspectos fundamentan los demás su propia autoestima, pueden perder la posibilidad de buscar los valores que de verdad humanizan.  Y, en último término, al vincular en exceso las características del propio género con aspectos superficiales o secundarios, provocaría que se corra el riesgo de caer en una crisis personal de identificación consigo mismo o misma.

Es por esto que se considera que la autoestima en la adolescencia es, en realidad, producto del auto-conocimiento, valoración de las propias cualidades y consecuencia de haber encontrado un pasaje avivado hacia el que deba orientar los pasos. Y de caminar hacia la meta, esforzándose y luchando; hasta lograr que se valore el empeño y no solamente los resultados.

Por lo que surge, como vía de escape al modelo de potencia, el buscar caminos, muchas veces alienantes, alejados de espacios socialmente valorados como las aulas, los centros culturales, deportivos y de esparcimiento. Es por lo que se considera como inaplazable el fomentar programas de ocio alternativo, de forma que se diseñen e incentiven estrategias dogmáticas apropiadas y persistentes de comunicación comunitaria y juvenil.

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