Reseña críticas contra Plan de Arbolado ADN

Reseña críticas contra Plan de Arbolado ADN

Este es el contenido íntegro del reportaje que publicó el pasado domingo el periódico estadounidense  “Los Angeles Times” con el titular “Santo Domingo rasga sus árboles” y  que fue puesto en el   portal miamiherald.com.  Este se  hace eco de las críticas de organizaciones locales al “Plan de Arbolado” del ADN

POR CAROL J. WILLIAMS 

 LOS ANGELES TIMES.-  Para escapar de su sofocante apartamento, despejarse de su monótono empleo, alejarse del ruido y el crimen que la rodean, Josefina Filmont ha encontrado refugio por mucho tiempo en el verde y fresco abrazo de las antiguas caobas que bordeaban la fortaleza construida aquí por el hijo del almirante Cristóbal Colón.

Así que cuando, sin ninguna notificación o debate público, un personal del ayuntamiento de la ciudad armado con sierras se presentó un día de fin de mayo y comenzó con la tala de los majestuosos árboles de su parque preferido de la zona colonial, la trabajadora crerical de 50 años de edad sintió presión sobre su último nervio.

“Esos árboles pertenecen a la gente, no al gobierno!”, gritó Filmont quien, como la mayoría de los dominicanos, sufrió en silencio durante décadas la indiferencia oficial contra la clase trabajadora”. ¡Ellos son el aire que respiramos y la única cosa natural que tenemos para disfrutar aquí!”.

Apaleada por los planes de autoridades locales de sustituir la vegetación europea y africana traída por los conquistadores hace 500 años con “especies nativas”, Filmont  se unió a otros residentes furiosos de la ciudad capital que se encadenaron a sí mismos de los árboles en riesgo a ser derribados.

Los actos de desobediencia civil fueron efectuados por una alianza que se hace llamar “Santo Domingo somos todos”, los que parecen ser a primera vista uno de esos conflictos clásicos entre los “naturalistas” y las fuerzas del progreso industrial.

Pero en una ciudad y país sin historia de consulta al pueblo, el asalto a la sombra de los árboles también se convierte en pararrayos para las frustraciones que alberga la clase urbana pobre que siente que las autoridades sólo les considera un obstáculo dentro de su propio paisaje.

“El Síndico tiene una visión de la ciudad, pero es una que no incluye a los trabajadores. El quiere una ciudad que se parezca a Miami para que sea atractiva a los turistas”, dijo Hecmilio Galván, un economista y miembro fundador del movimiento Santo Domingo Somos Todos.

Millares de árboles con ramas elevadas y copioso follaje han sido cortados en  los últimos dos meses por todas las avenidas repletas de tráfico de la ciudad. Los troncos resaltan como un obstáculo gigante de la cuesta escarpada del parque ubicado sobre el puerto. Unas plantas adultas y flacuchas fueron fijadas sobre los agujeros creados excavando la sombra de los árboles y reforzadas en el suelo por apoyos de madera.

A través de la transitada avenida México, se ha segado más de una milla del resplandeciente follaje que ocupaba la vía y así la sombra de los árboles que llenaban media parte de la ruta. A los activistas se les ha dicho que los árboles tenían que irse porque los autobuses de la ciudad estaban rozando sus ramas bajas  y las aceras se estaban deformando por raíces intrusas.

Pero la protesta parece haber detenido la tala, por lo menos en el frondoso esplendor de la histórica Zona Colonial.

Poco se ha publicitado sobre el proyecto de sustitución de árboles y los periódicos dominicanos, confiando sus inversiones en el poder político, han ignorado uno de los retos más desafiantes jamás montados contra la autoridad en esta ciudad de más de dos millones de habitantes.

“No es exactamente sobre los árboles”, afirmó el contratista Joel Méndez sobre la inusual tala, “la gente se siente marginada, está cansada de nunca ser consultada”.

En un manifiesto de mayo, alrededor de cien miembros del movimiento Santo Domingo somos todos acusó a la autoridad principal de la ciudad, Roberto Salcedo, de buscar sacar a los pobres de los espacios públicos.

Salcedo, como administrador de los capitales que gobiernan al consejo del ayuntamiento, ya ha persuadido sus miembros para que prohiba  a los vendedores ambulantes de las aceras de la Zona Colonial alegando que molestaban a la vista, a la vez que  ahuyentaban a los turistas.

Aunque los hoteles de la zona costera dominicana atraen 3.7 millones de vacacionistas cada año, pocos van a la capital que está sumida en la depresión a excepción de unas pocas cuadras alrededor de las zona colonial española.

La ciudad también prohibió recientemente la venta o el consumo público de alcohol después de la medianoche los días de la semana y policías turísticos patrullan las calles para despejarlas de vendedores.

Y el acceso a las aceras del  Malecón de nueve millas, ubicado entre las costas del mar Caribe y los altos hoteles citadinos, han sido bloqueadas para todos menos clientes de los hoteles, que según una organización cívica pretende prohibir a los dominicanos ir a las playas. Los bancos de madera de los parques, donde los indigentes pasaban las noches, fueron sustituidos por otros de metal que son incómodos para sentarse.

“Tal vez no es tan atractivo que los desamparados duerman en público, pero ¿dónde más van a ir?”, demandó Galván.

Señaló las pilas de basura sobre las aguas residuales ubicadas en canales abiertos, autobuses repletos de pasajeros y la violencia  armada desenfrenada y luego se preguntó en voz alta el por qué el gobierno de la ciudad centraba sus finanzas pobres en un cambio de imagen.

“Este no es el problema número uno de Santo Domingo, no es siquiera el número 50”, dijo.

Amparo Chantada, la ingeniera y urbanista tras el movimiento Santo Domingo somos todos, dijo que la nueva imagen “a lo Miami” parece intencionada a proteger a los turistas y a la élite nacional de la pobreza de la ciudad.

Chantada también dijo que los cortes masivos de árboles han puesto en peligro a la vida salvaje de la isla destruyendo su hábitat y contribuyendo a la contaminación ambiental.

“Nos hemos convertido en un mal ejemplo al mundo preocupado por el calentamiento global”, sostuvo Chantada.

Los nuevos activistas han llevado su causa directamente al estado con marchas en fines de semana y publicaciones en Internet.

Cuando Filmont y otros residentes se pusieron entre las sierras y los árboles, un emisario de la oficina de Salcedo, con intención de desactivar la manifestación, les invitó al “diálogo”, según dijeron los abogados de los árboles. Pero cuando asistieron a la cita, el Síndico no estaba y en su lugar, un funcionario les enseñó una presentación en Power Point sobre cómo las palmas, como árboles nativos del Caribe, eran más apropiadas para el ambiente de la ciudad.

Salcedo aún no han respondido a la petición de ofrecer una entrevista o el más mínimo detalle sobre los objetivos de su Plan de sustitución de especies.

Desde las protestas, otros miembros del ayuntamiento se han distanciado del proyecto de tala. El presidente del Consejo, Gabriel Castro, dijo durante una entrevista radial que Salcedo no consultó al colectivo del gobierno municipal antes de embarcarse en el proyecto. El director de Áreas protegidas, José Manuel Mateo,  apuntó que Salcedo no ha obtenido los permisos necesarios. Siquiera la fuera política dominante en el gobierno nacional a que pertenece el presidente Leonel Fernández, Partido de la Liberación Dominicana, ha instado a las autoridades de la capital a prestar atención a la voz de la gente.

Los activistas creen que por lo menos han detenido temporalmente el corte de los más viejos y valiosos árboles de la Zona Colonial, incluyendo los majestuosos descendientes de las viejas plantas de semillero traídas por Cristóbal Colón en su cuarto viaje al nuevo mundo.

Esas importaciones se elevan sobre lugares de acopio popular frente a  la primera catedral de América y a lo largo de la calle La Damas, primera pavimentada de occidente, construida en el año 1502. Pero añadieron que no van a bajar su guardia.

“Necesitamos mantener los  árboles antiguos. Ellos brindan más aire y sus raíces almacenan más agua”, aseguró Pascual Chala, un guía turístico gubernamental acreditado a la Zona Colonial. “Las Palmas son preferidas por la élite porque ellos no invierten su tiempo en los espacios públicos”.

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