POR CARMEN MATOS
Las familias del barrio Simón Bolívar que viven a orillas del río Isabela están acostumbradas a la entrada de las aguas. Por eso, esta semana regresaron a sus casuchas de madera y techos de zinc, esperando que la crecida del río no vuelva a salirse de la normalidad.
Las colchonetas, restos de muebles y ropas regadas por doquier evidencian que el paso de la tormenta Noel significó para ellos una nueva experiencia de desastre, ya que las casas quedaron completamente cubiertas por el lodo y las aguas.
Sin embargo, a Las Cañadas, como se conoce a esa parte del populoso sector, no ha llegado la ayuda gubernamental ni de los organismos de rescate.
Y es que como explican los moradores, allí ni siquiera llegan los bomberos porque las condiciones de hacinamiento y la complejidad de los caminos internos y copiosas escalinatas, hacen difícil la entrada, permanencia y salida del lugar.
Luego de que Francisco Betances, uno de los vecinos, ofreciera esta información, no sorprende el hecho de que existan unas siete juntas de vecinos organizadas en el sector.
Aquí quienes resuelven son las iglesias y la comunidad, aseveró con huesuda figura mientras señalaba a los derricaderos sobre su cabeza.
Las Cañadas, en que residen unas 400 personas en su mayoría niños, recibe su nombre porque las casuchas se construyeron sobre la cañada Elpidio, que desemboca sobre el río Isabela.
En la comunidad, las aguas negras y el penetrante mal olor cobraron su espacio, dejando a su paso un panorama de carencias y desolación.
Mientras tanto, Dermis Mercedes y una de sus vecinas pasan la tarde sentadas en las sillas de madera podrida degustando sendas tazas de café.
Desde sus asientos observan el patio que se convirtió en un pantano, aunque antes había palmas y otras plantas.
Con timidez dijeron temer vivir en su propia casa, tras reconocer que no es un sitio seguro.
¿Dónde vamos a ir?, preguntó en voz alta Mercedes, como rememorando haberse planteado la necesidad de mudarse de allí.
La fe es lo último que se pierde, afirmaron las mujeres en espera del cumplimiento de una añeja promesa de reubicación.
No tan lejos, Duarte de los Santos se acompaña de un machete para moldear un pedazo de la madera, mientras sus cinco hijos le observan detenidamente.
El trozo es parte de muchos con que el hombre se propuso reconstruir su bote de pesca, arruinado luego de los persistentes aguaceros.
Esa es la principal forma de ingresos de la familia que mantiene el oriundo de San Cristóbal, pero no hay nada en el agua, lamentó de los Santos, mientras describía su oficio.
Para colmo…
Además de las extremas condiciones de hacinamiento, contaminación y olvido en que se vive en Las Cañadas del barrio Simón Bolívar, sus habitantes también son sometidos a 18 horas de apagones diarios.
Los niños, que son una mayoría poblacional en la zona, juegan todo el día con pistolas de juguetes y andan descalzos sobre los desechos y aguas posadas.
También sufren por el desabastecimiento de agua potable.
La mayoría de jóvenes están desempleados y hace años que no se realizan operativos médicos ni de ningún tipo.
Lo que Noel se llevó
Las fuertes lluvias que trajo a su paso la tormenta tropical Noel causó la muerte de 87 personas en todo el país.
La cifra de desaparecidos es de 46, 25 de los cuales pertenecen al municipio Villa Altagracia, en San Cristóbal.
Se desplazó a unas 78, 752 personas, de las que más de 68 mil se albergaron en casas de amigos y familiares.
Se registró un total de 19,688 viviendas afectadas de las cuales 3,185 quedaron totalmente destruidas.
Se activó un total de 79 albergues oficiales, que recibieron a 9,802 personas, según datos de la Comisión Nacional de Emergencias.