¡Hay que alfabetizar musicalmente a la juventud en nuestra sociedad!
Son cerca de las 12:00 del mediodía… Un solazo quema la calva de Herminio mientras Píndaro sonríe solo de verla ‘colorá’!!!… Ambos han oído que a esa hora, de lunes a viernes, un ‘greñú’ camina -guitarra en mano- por el parque Colón de Santo Domingo… Él se ha ganado el mérito de estar –permanentemente- luchando con un cáncer en el hígado, con metástasis en el sistema linfático, que solo le deja tranquilo por temporadas… Este, le ha provocado tener que dejar sus estudios musicales y Píndaro y Herminio quieren y tienen que encontrarle… Desean vivir algunos momentos con alguien cuya actitud le ha premiado con hacer de la música -y la enseñanza de ella-, ¡una forma de vida!
Al subir uno de los escalones frente al Palacio Consistorial, ahí estaba Camilo –que así se llama-… Es como si se hubieran conocido desde tiempo atrás… “¡Hola! –exclama Herminio-… Roger Zayas me habló muchísimo de ti como protector de los niños de la calle El Conde y tu insistir en convertirlos en grandes músicos callejeros para sacarles de su forzoso desgaste espiritual en que viven”… “Ahhh… ¡Siiii!… Es mi angelito guardián en el esfuerzo que hago por insistir en mi escuelita de música del Parque Colón… Aquí reunimos a aquellos niños de la calle que demuestren interés por la música y, con la ayuda de profesores amigos del Conservatorio Nacional de Música, ¡Cada domingo ofrecemos clases completamente gratis de 10:00 de la mañana a 2:00 de la tarde!”.
Píndaro, que hasta ahora ha estado escuchando la conversación, mete la cuchara y cuestiona: “¿Y de dónde te vino esta inclinación para enseñar?”… “Son cosas que uno ve desde chiquitico –dice-… Mi papá –Bernardo Rijo-, enseñaba ajedrez a los niños de mi barrio… En el mismo corazón del Ensanche La Fe… Se preocupaba de que estudiaran lo que quisieran pero, que estudiaran… Hasta llegó a becar a algunos… Hoy, ‘sacando de abajo’ –como dicen-, le he dado vida a mi idea y, sin buscarlo, encontré el apoyo de mis colegas… mis amigos… Compañeros que se han unido a la causa”…. “¿Y esa idea te nació después de declararse tu enfermedad?” –cuestiona Herminio-… “¡Dos años antes de enfermarme! –le responde Camilo-… En el 2015 me vi en un apriete económico y me tiré a la calle a tocar guitarra clásica, entreteniendo a los turistas en El Conde… Al tercer mes, un policía municipal me quitó el violín porque, según él, estaba ‘haciendo bulla’ en las calles… Al denunciarlo en la redes sociales, no pasó más de un día cuando el entonces ministro de Cultura me devolvió personalmente el violín… ¡Ahí nació en mi la idea de crear una asociación organizada -y sin fines de lucro- de músicos callejeros… Cada día, un niño como músico callejero es una aventura diferente…”.
“¿Y cómo mantienes a los profesores?” –cuestiona Píndaro-… “Mira… -comenta-, Antes era un solo profesor de violín… ¡Hoy son cerca de 30 o 40… ¡Eso me obliga a pagarles a todos los que tenemos -en varios instrumentos- cerca de RD$162,000.00 mensuales por sus clases!”… “¿Y, cómo haces para conseguir ese dinero mensual?” –pregunta Herminio-.. “Hasta hoy, tenemos un donante a quien yo llamo ‘mi héroe anónimo’… Esa persona me deposita mensualmente y yo, responsablemente, ¡le cumplo a cada quién por su trabajo y mantengo organizados los pagos que realizo!”.
“Y de dónde sacas los instrumentos para que los niños puedan practicar?” –pregunta Píndaro-… “¡Hoy tenemos ya cuatro pianos eléctricos! –exclama feliz-… Para el primero pedí un préstamo de RD$120,000.00 a un banco… Este trajo consigo otros, entre los que está un Yamaha donado por nuestra alcaldesa… La electricidad nos la provee una Tienda de Tabacos frente a la Catedral y, para que estén resguardados durante la semana, el Bar La Espiral nos permite almacenarlos… ¡Esto es lo que me prolonga la vida! –expresa abiertamente-… ¡Yo ‘me tripeo el cáncer’!… Hemos llegado a poder donar instrumentos a aquellos estudiantes que demuestren que, al coger sus clases de lectura musical, les vemos capacidad para llegar a ser músicos… A otros, les prestamos instrumentos para sus clases… Al final, ellos los retornan para preservarlos hasta una semana después…”.
Píndaro y Herminio no salen de su asombro ante un espíritu tan positivo y de lucha en Camilo… Él los interrumpe y les dice mirándolos fijamente a sus ojos: “Nosotros, lo que queremos, lo que necesitamos es, más estudiantes de la calle, más gente que no pueda pagar… Las clases son abiertas al público… A mi me gustaría, que esos niños de la calle se relacionaran con otros niños que puedan aportarle a sus vidas… ¡Tener otros compañeros de estudios musicales que les permitan conocer otra realidad!… ¡Hay que alfabetizar musicalmente a la juventud en nuestra sociedad!”