¿Resistencia intelectual?

¿Resistencia intelectual?

¿Por qué callan los intelectuales del patio? La pregunta revolotea en la mente del escritor y diplomático Guillermo Piña Contreras quien, preocupado por las circunstancias que nos arropan en un presente de rostro transitorio, parece confundido por los rasgos anquilosados de un quehacer político pragmático, medalaganario, corrupto y corruptor. En donde vemos como el poder aparenta haber robado la razón a los creadores de sueños y esperanzas.[tend]

Nuestros intelectuales dan señales de enajenación y van como quien ha olvidado que el origen del poder está en la palabra y que la palabra existe para manifestarlo que es conveniente y lo que es malo, lo justo y lo injusto. Como zombis parecen bloqueadores por el verbo elocuente de un poeta auto promovido, quien cuando solicita firmas para documentos vituperantes les recuerda que para recibir el salario hay que callar. Aprobando así, con el silencio colectivo, su cobardía.

Ahora que han perdido la voz, los labradores del pensamiento criollo se refugian en los imaginarios prestados del funcionariado temporal. Olvidan que las resistencias son partes de una realidad colectiva que a menudo se hacen en defensa de la dignidad humana, justificando el honor de todos y todas, aún el de quienes para asegurar su mal ganado emolumento tienen que prestar su lápiz al incumbente.

Algunos no podrán olvidar la pasión política y dirán: «tenemos que seguir compañeros, miedo no hay», en ellos el coraje cimarrón afila el pensamiento y las palabras brotan desde la herencia y hacia la historia que vamos haciendo. Descubriendo la traición de quienes gritaron: acudid multitud, acudid plebe, para luego huir del horror de apoyar las aspiraciones presidenciales de un líder que no llegó al poder por su condición de negro.

En el silencio de la intelectualidad vamos descubriendo que, como dice Ramoneda, el poder no es más que la eficacia de la palabra, la capacidad de acortar la distancia entre la palabra y la acción, entre la expresión de una voluntad y su materialización. Porque cuando se pronuncia la palabra, la orden, y no se concreta la acción, el poder está en crisis»… Como ejemplo tenemos el decreto presidencial que prohíbe los apagones y la crisis del sistema energético nacional.

Piña Contreras parece ir, como La Boétie, deseando que alguien le hiciera comprender como es que tantos hombres y mujeres soportan las veleidades de un tránsfuga mitómano que no tiene otro poder que el que ellos mismos les dan desde la vida gloriosa de la indiferencia.

«¿Y qué pueden hacer los intelectuales que deciden resistir la indiferencia?. Pueden luchar contra la humillación. ¿Y qué es la humillación? La humillación es el abuso, el desprecio, el ninguneo, el tomar al otro como simple medio y no como fin»… La palabra compañero es como una bomba que va rompiendo el silencio de las noches solitarias de la isla. En solidaridad descubriendo el miedo en el otro que se oculta en el insulto prepagado.

¿Qué pueden hacer los intelectuales resistentes en esta sociedad de la indiferencia?.. «Pueden crear estilos propios y dar distinción a la aventura de cada uno, pero también y, sobre todo, respetar al otro y defender los espacios de la libertad para todos y todas. De lo contrario el individualismo no es más que la consagración de la impunidad por parte de una élite a la que no le basta tener el poder económico y político sino que además quiere tener la razón y reconocimiento».

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