Viendo la barbarie perpetrada por un joven tunecino enfebrecido fanático terrorista islámico, quien embistió con un camión a gran velocidad a la multitud que celebraba el jueves el Día de la Bastilla en Niza, Francia, causando más de 80 muertes y cientos de heridos, debemos llegar a la conclusión, tras un simple ejercicio, que los problemas dominicanos son nimiedades comparados con los padecimientos de Europa, Estados Unidos, Asia y el Medio Oriente.
Si tomáramos como parámetro el reciente historial de ataques terroristas cometidos solo en Francia, donde viven cinco millones de musulmanes, junto a los de Bélgica, España, Italia y Reino Unido, las acciones de terror acaecidas en Estados Unidos, que globalmente han arrojado una estela de millares de muertos, heridos, daños materiales y psicológicos, coincidiremos en que el Estado Islámico, el grupo terrorista más poderoso de todos los tiempos, ha puesto en vilo a la mayoría de la humanidad obligándola a luchar por su supervivencia.
Aquí pegamos el grito al cielo frente a los desmanes del raterismo delincuencial que nos afecta; pero el problema que confrontan los ciudadanos de las regiones citadas, va mas allá, pues simplemente se trata de sobrevivir, preservar la vida, la cual permanece amenazada por el terrorismo islámico dondequiera, en aeropuertos, trenes, autobuses, terrazas de pubs o discotecas, desfiles deportivos y hasta caminando a pie por las calles protegidas con cámaras de vigilancia.
El mundo está aterrorizado y la victoria del Brexit -la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea- debilita al viejo continente, empeorando su exposición al terrorismo.
Los nuestros son nimiedades: Reforma institucional, inseguridad, empleo, etcétera; irónicamente, la escogencia de la hermana de Danilo Medina -“Yomaira”- en la presidencia de los Diputados es una guerra de desgaste para la oposición.
Resolvámoslas y encaremos el futuro con optimismo.