Respalda posición

Respalda posición

[b]Señor director:[/b]

Por este medio le expreso mis felicitaciones por los valiosos criterios y posiciones externadas durante mucho tiempo por ustedes, en tan notable medio de comunicación sobre los desechos de rockash.

El pueblo dominicano aprecia sobremanera tan valioso gesto en defensa de los mejores intereses del país. Mantener posiciones como éstas, en estos tiempos, enaltecen a usted, al periódico y a todos los que lo acompañan en esta tan importante gestión de crear conciencia sobre los asuntos relacionados al medio ambiente, condición indispensable del presente y del futuro de la vida de los seres humanos.

Es un asunto de alto interés nacional y merece que todos los medios se hagan eco de los reclamos de la población y editorialicen en función a los resultados de las investigaciones que han realizado varias instituciones de gran integridad, neutralidad y de un alto grado de validez por los métodos y técnicas utilizadas.

Con sentimientos de la más alta consideración y estima, le saluda,

Muy cordialmente,

Tonty Rutinel Domínguez

Senador de la República provincia de Santo Domingo

[b]Despertando la juventud[/b]

[b]Señor director:[/b]

Como todos hemos podido observar, nuestra sociedad se ha visto afectada, en los últimos dieciocho meses, de una aguda crisis económica y social que nos ha hecho recordar con tristeza momentos similares vividos a mediados de la década de los ochenta.

Hemos sido testigos de cómo nuestros ingresos, en tan sólo unos doce meses, han perdido más del treinta y cinco porciento de su valor y, si hiciéramos el deprimente ejercicio de traducirlos a dólares, más de un sesenta y cinco porciento. Aparentemente paralizados por la sorpresa de ser testigos involuntarios de tiempos como estos, hemos sido también partícipes de cómo negocio tras negocio progresivamente cierra sus puertas, al sucumbir finalmente a la desaceleración económica y los sucesivos incrementos de sus costos operativos.

Sin embargo, en medio de este triste teatro, donde nuestros líderes políticos se ocupan más en buscar a los «sospechosos usuales» culpables de esta crisis, que en aunar esfuerzos en búsqueda de una solución, ha surgido un fenómeno que tenía varias décadas que había caído al olvido en nuestra sociedad.

Me refiero a la creciente concienciación de las nuevas generaciones de jóvenes, profesionales o en víspera de serlo, de que las problemáticas sociales, económicas y políticas de su país, que anteriormente observaban como si fueran historias fantásticas de otros lugares lejanos y desasociados de su realidad, realmente pueden afectar su realidad individual.

En un pasado no muy lejano, la mayoría de los jóvenes veía el discurrir político como «cosas de adultos» o «de políticos», sin prestar mayor atención a las decisiones que se tomaban ni a las polémicas que se suscitaban diariamente en torno a diferentes temas de relevancia nacional. El individualismo reinaba (en algunos casos sorpresivamente aún prevalece, no obstante la situación) y esos acontecimiento se percibían más como ruido ambiental, molestosos a veces, pero finalmente inofensivo en cuanto a sus realidades particulares.

La situación de hoy en un tanto diferente. Grupos como Yatabueno, Los Nuevos Trinitarios, Juventud Rebelde, Conciencia Viva, Junco, y otros, tratan por sus propios medios de expresar su inconformidad con la situación actual y con la manera en que se están manejando los asuntos nacionales y nos hacen recordar, a veces, aquellos grupos de los años sesenta que no tanto ahínco se lanzaban a las calles a protestar asuntos o políticas que entendían incorrectas o improcedentes.

Estos nuevos grupos utilizan medios diferentes, propios de su generación, para ventilar sus frustraciones: envían correos electrónicos, chatean, realizan actividades de protesta en populares avenidas (una actividad más productiva, por cierto, que las carreras automovilísticas que en ellas se escenifican), o sencillamente se reúnen para discutir los últimos acontecimientos y elevar el nivel de conciencia social de sus miembros.

Esta generación, que anteriormente pasaba su tiempo de fiesta en fiesta y «quemando» el último disco compacto de su grupo favorito, ahora se ha visto afectada por una realidad de la que debió haberse percatado desde hacía mucho tiempo: la nación es responsabilidad de todos y cada uno de los ciudadanos y, lo que a ella le afecta, afligirá a sus ciudadanos por igual. Ahora observan cómo sus padres tienen menos dinero para «gustos», sus gastos se elevan, y se ven enfrentados con la realidad de una crisis económica que no se detiene en sus puertas. Llega a sus mesas y a sus libreros.

Aparenta ser que se han dado cuenta finalmente que lo que acontece no es tan sólo la responsabilidad de aquello que han sido elegidos para administrar al país. Tarde pero, considero yo, aún a tiempo para iniciar los cambios necesarios, interiorizamos todos la realidad de que desde siempre debimos involucrarnos en los asuntos de interés nacional y expresar nuestra desaprobación sobre aquellos proyectos con los que no acordamos, asumiendo que es nuestro deber criticar abiertamente las acciones nocivas a nuestro medio ambiente.

Es por esto que no me parecería sorprendente que, para las elecciones presidenciales a ser realizadas el próximo 16 de mayo, el nivel de participación de los jóvenes en las urnas se vea exponencialmente incrementado comparado con procesos anteriores. Esperemos.

Pero ahora me interesa hacerles una pregunta a esos jóvenes que tan valientemente expresan sus opiniones en las calles y en los correos electrónicos: ¿qué ocurrirá al pasar la tormenta? ¿Volveremos acaso a esa existencia anestesiada, donde permanecíamos inmunes al transcurrir de los eventos, o por el contrario, estaremos observando los inicios de una nueva generación de «inconformes sociales» que a lo largo de los tiempos han sido los responsables de los grandes cambios en las sociedades en las que les ha tocado vivir?

Yo sinceramente espero que sea lo último, y que el sentido de urgencia y sed de cambio que hoy se respira en el ambiente de la sociedad dominicana, no desaparezca con la estabilización de la marea, que naturalmente vendrá. Es importante que se mantenga esa vigilancia por parte de las nuevas generaciones, y que el involucramiento que hoy día observamos se mantenga de manera permanente y no solo cuando estamos al borde del abismo. En fin, espero que definitivamente continuemos cambiando algunos «bonches» por pancartas, aún sea para no perder el hábito de desafiar al status quo y recordarles que seguiremos aquí, siempre observando.

Atentamente,

Carlos Santos S.

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