Respaldo a los médicos

Respaldo a los médicos

VÍCTOR GULÍAS
Nadie apoya las huelgas y paralizaciones de los hospitales públicos, pues esas medidas de presión solamente afectan, perjudican y dañan a los pacientes más pobres, que son los que acuden a buscar alivio a sus quebrantos en los centros asistenciales del Estado. Nadie ve con buenos ojos que los médicos que cobran un salario en los hospitales públicos lleguen a la consulta a las diez de la mañana y se marchen, a cumplir con servicios privados, a las once y media del día.

Nadie, en fin, simpatiza por las constantes presiones de los galenos, paralizando la de por sí precaria maquinaria de salud estatal.

Pero, en honor a la verdad, ningún profesional de la medicina, que realizó estudios por más de diez años, que se quemó las pestañas aprendiendo a curar enfermedades y a salvar vidas, puede sobrevivir con un miserable salario de apenas catorce mil pesos al mes.

Conozco un brillante médico, para tan solo citar un ejemplo, especialista con postgrado en cirugía en el área de la urología, además profesor de médicos residentes en un hospital público de la ciudad, que tan solo gana catorce mil pesos por mes. Una pena, una vergüenza, una lástima que desdice del país en toda su extensión, pues un eminente cirujano no puede percibir tan bajo sueldo, ni aquí ni en ningún otro lugar.

Un médico, sea general o con especialidad, no puede seguir viviendo en las deplorables condiciones en que lo hace: Con sueldos de miseria, sin posibilidades de andar bien montado, o al menos montado, sin planes estatales de viviendas ni ingresos para adquirirla en el sector privado y, en adición, ofreciendo el servicio con las manos vacías, con hospitales en el suelo y sin más instrumentos que su buena fe para salvar vidas.

Mientras los galenos son relegados, olvidados, abandonados y maltratados, los hospitales están totalmente en el suelo, sin material gastable, sin medicamentos, con la planta física deteriorada o destruida, con las salas de cirugías cerradas o colapsadas y, en contraste, el Estado dispone la designación de militantes, dirigentes y activistas políticos con sueldos de veinte, treinta y hasta cincuenta mil pesos al mes.

Respaldo a los médicos, en su aspiración legítima a mejorar sus precarias condiciones salariales, de vida y de trabajo, pero rechazo, plenamente, el recurso a la paralización, por una hora siquiera, de las atenciones a los pacientes pobres que acuden a dichos centros asistenciales de salud pública.

Me solidarizo, de corazón, con esa clase profesional que consagra su existencia a luchar contra las enfermedades, trabajando sin recursos, sin equipos, sin materiales, sin medicina, sin comprensión y sin el apoyo de nadie, pero hago un vehemente llamado al Colegio Médico Dominicano (CMD), para que desista de las huelgas y que procure otros métodos de lucha que lo conduzcan a lograr sus justas y merecidas reivindicaciones.

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