Respaldo irrestricto

Respaldo irrestricto

Nada, en absoluto, ha provocado más daño en el mundo que la corrupción, en cualquiera de sus nocivas manifestaciones. Sus efectos han sido letales en todos los tiempos, en todos los países.

En Latinoamérica, la corrupción ha sido la principal causa de atraso y oscurantismo de los pueblos, en todos los términos. La enajenación del bien común, el enriquecimiento ilícito, el saqueo del erario, la manipulación del poder público en provecho de personas o grupos, la compra y venta de impunidad, dolo, soborno, peculado, el fraude político para retener poderes, tráfico de influencias, nepotismo, compra de conciencias y otras modalidades pecaminosas tienen y mantienen hundidos a nuestros países en las peores miserias.

La entronización de la corrupción en las esferas públicas, sobre todo, y en las privadas también, ha inutilizado las garantías jurídicas, teniendo esto como principal consecuencia la destrucción de la confianza de los pueblos.

-II-

Los razonamientos anteriores vienen a cuento a propósito de la decisión adoptada por los miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) para apuntalar resoluciones anteriores contra la corrupción.

Se ha resuelto, y así deberá ser cumplido al pie de la letra en cada país, negarle refugio a todo funcionario público o ejecutivo privado acusado en su país de origen como autor o cómplice de actos de corrupción. Asimismo, se ha convenido que cada país miembro de la OEA propiciará los medios para la extradición de personas perseguidas por malas prácticas en sus países, así como la repatriación de los bienes en poder de los perseguidos.

Con esta resolución se refuerza el propósito perseguido a través de la Convención Interamericana contra la Corrupción, celebrada en Monterrey, México, y se trazan pautas para la próxima reunión, que será celebrada en julio, en Managua, Nicaragua.

Quizás resulte útil que, además de esta resolución, los miembros de la OEA se esfuercen por unificar criterios con la finalidad de elaborar una legislación de alcance regional que unifique el tratamiento judicial de los actos de corrupción, sin desmedro para la soberanía de cada país.

Esta resolución abre una brecha de esperanza para los pueblos de América, pues los mismos podrían encontrar en este consenso los medios para restarle a la corrupción su principal soporte, que es la impunidad que facilita una asombrosa libertad de tráfico y escape. Hagamos de esta resolución de la OEA un arma efectiva contra la plaga más terrible que haya azotado la economía, los principios políticos y la credibilidad en cada uno de nuestros sufridos países.

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