Comencemos por lo más elemental: Lo que es sabido por muchos y lo poco respetada por otros: La Constitución de la República. Gobiernos van, gobiernos vienen y la Constitución sigue siendo “un pedazo de papel.” Como poco se ignora hasta la fecha de su proclama por la Asamblea Constituyente reunida en San Cristóbal el día 6 de noviembre de 1844.
Ese día nace la República Dominicana como “nación libre, soberana, e independiente de toda dominación extranjera” con su flamante bandera concebida por la heroína María Trinidad Sánchez, sus colores azul y rojo enmarcados, separados por una cruz blanca y en el centro el escudo nacional con tres palabras sacrosantas: Dios, Patria y Libertad y una rama de laurel en cada lado.
Antes de ser proclamada, una intrusión del presidente de la Junta Central Gubernativa General, Pedro Santana, de ingrata recordación, acompañado con se séquito militar irrumpe la Asamblea, la desconoce y le impone el nefasto articulo 210, “a verdad sabida y buena fe guardada” que lo investiría como dictador, déspota sangriento y despiadado que no merece estar en el sitial ordenado, con similar propósito, por el Dr. Joaquín Balaguer Ricardo.
La Constitución no se respeta.
Luego su primera proclama ha sufrido continuadas reformas y enmiendas, sin que ninguna de ellas evidencie un quehacer de una voluntad de conformación política, jurídica y administrativa progresista, exceptuando los transitorios presidentes Ulises Espaillat, que renuncia desilusionado, y Juan Bosch, derrocado por un nefasto golpe de Estado de lamentables consecuencias.
No ha de obviarse la sometida por el presidente Dr. Leonel Fernández, que reforma la del 1994, proclamada por el Congreso el 26 de enero del 2010, día conmemorativo del natalicio de nuestro Patricio Fundador de la Patria Juan Pablo Duarte, la cual configura un aparato de poder político avasallante que garantizaría al PLD 20 años de gobierno habiendo violentado ella impunemente los artículos 117 y 120 XIII referente a Reformas Constitucionales que exigía, para su legitimidad, la convocatoria de una Asamblea Constituyente, al contener la Constitución propuesta 116 artículos que no figuraban en la Constitución vigente, no pudiendo el legislador reformar lo inexistente.
Tanto peor, por escandalosa, fue la última pretendida reforma constitucional del presidente Lic. Danilo Medina cuando luego de haber logrado que se prolongara un segundo y último periodo de gobierno, no satisfecho, se empeñó con garras en una nueva reforma constitucional para ser nominado como presidente de la República por un tercer mandato consecutivo lo que le estaba expresamente vedado por un transitorio que él mismo redactara sobornando y malversando fondos del Estado, que provocara general rechazo de una población indignada y la división de su partido ya desprestigiado porque el pueblo, hastiado de tanta corrupción e impunidad y uso abusivo del poder, de barrilitos y cofrecitos, etc., decidió desplazarlo echando su voto en las urnas a favor de un cambio radical de gobierno: honesto, transparente, democrático y decidido que comprometido con su voluntad soberana respete la Constitución y las leyes, siendo hora de que se le honre declarando festivo e inamovible el 6 de noviembre de cada año.