Respeto a Celia, aquí y allá

Respeto a Celia, aquí y allá

Parece que fue ayer , pero ya ha pasado un año de la muerte de Celia Cruz. Un año de aquel oscuro episodio, en que el mundo lloraba su partida hacia otra dimensión, donde debe estar armando “rumbones” constantes.

Por allá, donde se encuentra, deben estar admirándola, igual como lo hacemos aquí. De seguro que deben estar respaldando su calidad artística y condición humana. Y es que Celia no iría a otra parte a deshacer la imagen que en este mundo formó.

Aquí se ganó el aplauso de todos, fruto de su concentración y el carácter que imprimía a su trabajo. Aquella capacidad hizo que en su juventud, los veteranos de la gloriosa “Sonora Matancera” se rindieran a sus pies.

Jerry Macucci, que hoy debe estar a su lado, comentó en una ocasión, que cuando se dio la oportunidad de que Celia se insertara en el movimiento de la salsa, se invirtió mucho tiempo y energía en seleccionar las mejores canciones. Así lo exigía la guarachera. Además, se asignaron los mejores arreglistas. Los grandes músicos  querían estar en aquellas sesiones. Querían acompañar a la reina.

De la primera grabación nos cuenta Macucci: “Por alguna razón Barretto no llegó y Pacheco, quien era el director de grabación, tuvo también que tocar las congas. Bobby Valentín tocó el bajo y Papo Lucca el piano. Había una sensación mágica. Todos los presentes estábamos orgullosos y exitados de poder grabar con Celia. Igualmente ella también estaba feliz de formar parte de la familia Fania. Fue un gran día para la música latina.

Aquella veneración que sentían los artistas por Celia debe estar circulando donde ahora está. Allí debe haber conocido gente que en la tierra nunca conoció, gente que debe estar fascinada por su talento. Louis Armstrong y George Gerswin deben estar tratando de convencerla para que grabe una versión de “Summertime”, quizás con el toque latino, con Tito Puente en el timbal, que debe estar “de remate” por haberse reencontrado con su amiga y compañera. Posiblemente Celia no ha querido aceptar ninguna oferta, porque su “Perucho” no está ahí, y esos negocios los manejaba él.

Tom Jobin también debe estar detrás de ella, arrepentido de no haberla conocido aquí, en los años 60. Lennon por su parte debe estar ensayando algunos acordes de “Tu voz”, o preparando , junto a Harrison, una versión desenfadada, al estílo Beatles, de “La Negra tiene un tumbao”.

Los panas rumberos, Maelo, Héctor Lavoe, y hasta Tito Rodríguez deben estar fanfarroneando, diciendo a todos que llegaron a compartir escenario con esa diva. Algunas de las grandes figuras de la música universal se negarían a creerles, y se reirían de burla.

Tanto aquí, como allá, se ha de guardar respeto por esta mujer, por su legado. Por sus más de cincuenta años en la música profesional, y más de setenta producciones musicales, cerca de ochocientos temas grabados. Por su carrera, que no se dejó vencer por las canas, que se reinventaba para estar a tono en cada época. Una carrera que abrazó todos los géneros de Cuba, que sin ser hija legítima de la salsa la insertó en ese vacilón, que terminó abrazándola al pop sin olvidar sus raíces caribeñas.

Hoy, a un año de su muerte, los radios, los cd players, de aquí y de allá, corean un “Químbara” y un “Cúcala”. Nuestro amor baila al compás de la vida, convirtiéndola en ese carnaval de alegría, y de “azúcar” que ella desbordó.

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