La sociedad moderna está enmarcada bajo el régimen democrático en la mayoría de los países del mundo. Ello significa que su comportamiento obedece a reglas generalmente escritas pero que de estar asentadas en ordenanzas son sobreentendidas tanto por los gobernantes como por el resto de la población. Dice un viejo adagio popular que lo que es igual no es ventaja; esa expresión no caduca en su valor ni en su vigencia, la podríamos reforzar con otra que reza así: «Con la vara que midas con esa misma te medirán a ti».
Esta reflexiva introducción nos surge a propósito del acuerdo firmado por los candidatos presidenciales de los tres partidos que recogen el mayor de sufragantes el día viernes 16 de Abril de 2004, faltando justamente un mes para las venideras elecciones de mayo. Las distintas fuerzas sociales que componen la nación dominicana están interesadas en que dicho certamen político se realice dentro de un ambiente civilizado, sin trabas, amenazas, intimidaciones, sobornos, burlas degradantes, insultos, calumnias, groserías, ni expresiones vulgares que incitan a la violencia contra el adversario.
Es oportuno el acto convenido pues hemos venido observando con preocupación como a medida que se acerca la hora cero empiezan a registrarse visos de intolerancia, abuso de poder y agresiones físicas que ya han cobrado vidas humanas. Aún cuando haya cierto espíritu de escepcitismo con relación al cumplimiento de lo acordado, tenemos que darle un voto de confianza al loable intento ya que lleva el sello testimonial de instituciones de mucho peso moral como son la Iglesia Católica, la Confederación Dominicana de Unidad Evangélica, Participación Ciudadana, el Consejo Nacional de la Empresa Privada, la Fundación Institucionalidad y Justicia, el Consejo Nacional de la Unidad Sindical y la Comisión de Seguimiento a los Trabajos de la Junta Central Electoral.
Los dos puntos fundamentales del trato son los siguientes:
Primero: A no obstaculizar las actividades que celebren las otras organizaciones políticas y, de manera particular, a no incurrir en actos de agresión, violencia o intimidación contra los militantes y simpatizantes de los otros partidos.
Segundo: A respetar la institucionalidad democrática del país durante la campaña electoral, lo cual incluye la colaboración con las autoridades electorales para una mejor conducción del proceso electoral, el cumplimiento de la Constitución de la República en cuanto a la apoliticidad de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, y el respeto a los resultados electorales.
El solo hecho que se pueda dar cumplimiento a ese simple acuerdo de dos enunciados básicos, permitiría a cada dominicano capacitado para ejercer el derecho al voto, a escoger libremente al candidato de su predilección, y que su decisión sea contabilizada con diafanidad, transparencia, pulcritud y honestidad, para que al final resulte elegida la persona que de verdad cuente el más amplio respaldo de la ciudadanía.
No quisiéramos que se reediten episodios dolorosos en la tambaleante historia de nuestra relativamente incipiente democracia. Por ello es conveniente recordar las advertencias que en el 1971 y en un momento parecido en cierto modo al de ahora, en lo que respecta a involucrar a las fuerzas armadas en el quehacer político partidista, el profesor Juan Bosch decía: «El gobierno tiene un periódico, y digo que lo tiene porque él lo paga con dinero del pueblo, que no llega a manos del pueblo, entre otras razones porque el pueblo se niega a leerlo; ese periódico se reparte todos los días entre policías y soldados, y el único fin de ese periódico es regar entre soldados y policías, el veneno mortal de las más bajas calumnias para todos los que nos hallamos en oposición al Gobierno. Ese periódico alimenta diariamente el odio contra nosotros, y el doctor Balaguer debe saberlo… Cuando se vive en un país como la República Dominicana, y en una situación como la estamos viviendo aquí, decir ciertas cosas es igual que jugar con candela, y jugar con candela es altamente peligroso si cerca hay un barril de pólvora, como ese barril sobre el cual está sentado el doctor Balaguer.»
Sustitúyase la palabra doctor Balaguer y póngase en su lugar la de Hipólito Mejía. Cámbiese también la palabra periódico y amplíese por la de «medios de comunicación incautados del antiguo Banco Intercontinental (Baninter) y ya tendrán en este último párrafo una caricatura de 1971 con la autoría de los pepehachistas.
¡Que se respete el compromiso por una campaña electoral civilizada y por el fortalecimiento de la democracia es una exigencia nacional como medio de garantizar la continuidad democrática de la República Dominicana!