Respiraderos de Dios

Respiraderos de Dios

-He aprendido, dolorosamente, que el hombre no es un animal razonable, ni “razonativo”, ni siquiera razonador. En realidad, es un animal empecinado que, en cualquier circunstancia, “permanecerá en sus trece” y nunca dará su brazo a torcer. Toda discusión que toque política, religiosidad, sexo, nacionalidad, está condenada a la esterilidad. En nuestro tiempo, todo acaba en insultos, balazos, bombardeos, intervenciones militares. En las redes sociales de Internet abundan improperios y malas palabras. En Siria, Afganistán, Ucrania, Israel, las diferencias se emponzoñan con tiros, misiles, bombardeos. La artillería suena y resuena, sin resolver nada definitivamente, pero afirmando y radicalizando cada grupo en sus puntos de vista.
-Algunos periodistas -y muchos escritores- permanecen vírgenes hasta edad avanzada, aunque tengan amantes y hayan visto la caída del Muro de Berlín. Entre idealismo y tontería, establecen un columpio dialéctico que ensombrece la comprensión de la perversidad política conservadora y, aún más, las trapacerías de la extrema izquierda. ¿Se atreverá usted a discutir si andan bien o no los asuntos económicos en Cuba? ¿Cree oportuno esclarecer quienes tienen razón en el Oriente Medio? ¿Palestinos o israelíes? En los EUA se aproxima una campaña electoral entre dos candidatos “con alto índice de rechazo”: Donald Trump e Hillary Clinton. Quien intente decir ante esta disyuntiva que no es mexicano ni norteamericano, será anatematizado.
-Es claro que todo lo que ocurra en los EUA, repercutirá en los demás países del mundo, dada la importancia política y económica de esa “poderosa nación del norte”. Pero también es obvio que a los mexicanos les afectará de modo distinto que a los húngaros y checos; o, si se prefiere, que a puertorriqueños y dominicanos. Razonar parece que “da trabajo”, a pesar de los esfuerzos de Aristóteles por enseñarnos las ventajas de los silogismos.
-Siempre somos más soñadores que razonadores; mucho más pasionales que reflexivos. La ola de inmigrantes que llega hoy a Europa ha estimulado los “instintos proteccionistas”. Se levantan muros y alambradas en Hungría, en Croacia. Todos invocan las “prioridades nacionales” o las cuestiones “identitarias”. Los croatas son croatas, los húngaros son húngaros; es un asunto histórico, cultural, sentimental, político. De vez en cuando Dios concede “un respiradero” a la inteligencia: que entendamos sin razonar.

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